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El rugby afecta el cerebro: hacen un estudio inédito en el país con 140 ex jugadores

Algunas conductas deportivas, que antes se consideraban inofensivas, se transformaron en objeto de debate a partir de un cambio de conciencia. Hoy, se reflexiona sobre los peligros de los golpes en la cabeza que alimentan los deportes de contacto como el rugby, el boxeo y el fútbol. Es que parecen estar vinculados con enfermedades neurodegenerativas. Ahora en Argentina están llevando adelante un estudio pionero en el Fleni para investigarlo. 

La polémica abrió una caja de Pandora. Un grupo de ex jugadores de rugby británicos diagnosticados con deficiencias neurológicas irreversibles demandarán a la World Rugby y a las federaciones de sus países por considerar que no protegen a los jugadores contra los riesgos vinculados a las conmociones cerebrales.

En Inglaterra, Escocia e Irlanda del Norte ya no se les permitirá a los niños cabecear durante los entrenamientos de fútbol. Y acá avanza la misma medida en el fútbol infantil en Rosario

También en nuestro país, especialistas de la Clínica de Conmoción Cerebral asociada al Deporte del Departamento de Neurología de Fleni iniciaron en febrero una investigación (Argentina-Sports Concussion Assessment & Research Study, ARG-SCARS) en la que estudian la conmoción cerebral en los deportes para conocer más acerca de las consecuencias neurológicas de estos golpes en la cabeza.

Se trata del primer protocolo de Latinoamérica en esta materia, cuyo principal desafío es abordar proyectos innovadores de alto impacto sobre las consecuencias a largo plazo de los traumatismos cerebrales repetitivos en atletas.

Clarín habló con los integrantes que encabezan el equipo de investigación sobre los puntos más importantes del trabajo. Julieta Russo, jefa de Neurología Cognitiva de Fleni Escobar e investigadora principal del estudio, explica las cuestiones asociadas a la investigación. Fernando Salvat, médico neurólogo y ex jugador de rugby del club Alumni, se ocupa de la experiencia deportiva.

Es el primer estudio de este tipo en América Latina. Sus resultados contribuirán a un conocimiento más profundo acerca de las consecuencias cognitivas, conductuales y motoras que pueden tener los traumatismos de cráneo reiterados en la salud de los deportistas, lo cual permitirá prevenir complicaciones a largo plazo”, sostiene Russo.Los Pumas en el partido con Australia, el último sábado. Foto Juano Tesone / Enviado Especial

Los Pumas en el partido con Australia, el último sábado

Y analiza: “Los datos obtenidos nos permitirán comprender los aspectos relacionados al funcionamiento neurológico en jugadores retirados de deportes de contacto y conocer la relación existente con el antecedente o no de conmociones cerebrales durante la carrera deportiva».

«Será un aporte fundamental a la toma de decisiones de jugadores, padres, entrenadores, legisladores y otras personas preocupadas por la seguridad deportiva», evalúa.

Por su parte, Salvat coincide en que disponer de esta información posibilitará un trabajo enfocado en la prevención y en el cuidado del jugador con el objetivo de que los deportes de contacto sean más seguros.

El perfil de la población estudiada

El estudio involucra a 170 voluntarios varones de entre 45 y 75 años. 140 son ex jugadores de rugby profesional y amateur que hayan practicado de manera ininterrumpida por lo menos durante cinco años consecutivos. Los otros 30 no tienen antecedentes de práctica deportiva de contacto y que funcionan, como en todo estudio, como el «grupo control». En ningún caso pueden tener alguna condición neurológica o psiquiátrica que pueda afectar el funcionamiento cognitivo.

Los participantes tendrán una evaluación médica, neuropsicológica, de laboratorio y de neuroimágenes. Se les hará un seguimiento cada cuatro años y evaluaciones remotas cada dos. La investigación llevará 12 años.

“Se trata de un estudio longitudinal en el que se realizan varias mediciones en el tiempo con el fin de analizar los cambios que puedan ocurrir en el funcionamiento cognitivo y neurológico de los ex jugadores e inferir sus posibles causas o factores de riesgo. La estratificación por grupos etarios permitirá conocer las diferentes trayectorias clínicas de evolución según la edad durante un periodo largo de tiempo”, detalla Russo.

Y puntualiza: “En concreto, consiste en visitas a nuestros centros médicos donde haremos una serie de evaluaciones y análisis para conocer en detalle el estado cognitivo y neurológico actual del paciente. Se incluirá no sólo lo que es observable clínicamente sino también estudios de imagen cerebral y bioquímicos. Asimismo, los familiares deberán completar anualmente un cuestionario para registrar posibles alteraciones en el funcionamiento motor y cerebral del voluntario”.

Conmoción cerebral y otros daños 

Desde hace varias décadas se sabe que los golpes repetidos en la cabeza producen una variedad de lesiones cerebrales, que incluyen demencia, cambios de la personalidad y de la conducta, alteraciones cognitivas y un mayor riesgo de desarrollar enfermedades neurodegenerativas como Alzheimer, Parkinson, depresión y epilepsia.

“La conmoción cerebral asociada al deporte es un golpe en la cabeza que por lo general es transitorio y reversible. Está acompañado de signos y síntomas neurológicos como dolor de cabeza, mareos, visión borrosa, confusión y pérdida de equilibrio y de memoria», explica Salvat.

Y Russo aclara que con cada conmoción, el cerebro sufre traumatismos en zonas donde hay múltiples conexiones axonales, es decir, prolongaciones de las neuronas por las cuales circulan los impulsos nerviosos.

Ahora bien, ¿por qué los traumatismos reiterados de cráneo pueden ser un factor de riesgo? “Los últimos estudios de autopsia en cerebros de deportistas de contacto revelaron la presencia de lesiones axonales difusas y ovillos neurofibrilares con una distribución diferente de las observadas en pacientes con otras enfermedades degenerativas. Estas características marcaron un cambio de paradigma en la interpretación del trauma de cráneo”, describe Russo.

Para los expertos, el principal problema es que no hay forma de hacer un diagnóstico si no es a través de un examen histopatológico del cerebro. «Nuestro estudio permitirá conocer la evolución natural del funcionamiento cognitivo y neurológico en ex jugadores de rugby en el contexto real. También, determinar si los traumatismos de cráneo reiterados constituyen un factor de riesgo y explicar cómo se relacionan con el desarrollo de deterioro cognitivo a largo plazo», argumentan

Para Salvat, los mecanismos por los cuales los deportes de contacto predisponen a conmociones cerebrales dependerán del tipo de deporte. Por ejemplo, según comenta, en el rugby y en el fútbol americano la situación de juego con mayor riesgo es el tackle (cuando el portador de la pelota es agarrado por uno o más oponentes y derribado al suelo).

“Al ubicarse en una cavidad inextensible, como el cráneo, el cerebro puede sufrir golpes aún sin impacto directo en la cabeza, es decir, tras un contacto con otra parte del cuerpo. Si el golpe es lo suficientemente intenso puede generar una conmoción cerebral”, ilustra el especialista.En el caso de los boxeadores, también se habla de la "demencia pugilística" causada por los golpes. Foto Showtime Boxing

En el caso de los boxeadores, también se habla de la «demencia pugilística» causada por los golpes

La asociación entre los golpes en la cabeza y el deterioro cognitivo no es algo novedoso. Años atrás, se describió en los boxeadores como “demencia pugilística”, hoy llamada encefalopatía traumática crónica.

Sin embargo, Salvat menciona la necesidad de conocer el impacto de dichos golpes en aquellos jugadores que no desarrollan declinación cognitiva con el tiempo. “Se requieren más estudios que permitan comprender y conocer qué deportistas tienen riesgos de desarrollar esta entidad y quienes no lo tienen”, específica.

Según los expertos consultados, el antecedente de golpes en la cabeza reiterados es necesario pero no suficiente para el desarrollo de la enfermedad. “Existen otros factores conocidos (edad, consumo de drogas o fármacos, factores genéticos y ambientales) y no conocidos que deben investigarse en vida para abordar la verdadera incidencia y prevalencia de la enfermedad en todos los contextos”, concluyen.

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