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Día del niño: ¿qué quieren ser los chicos cuando sean grandes?

Increíblemente, la pregunta no cambió. «¿Qué querés ser cuando seas grande?». Todo el resto, sí. Hoy es probable que el nene o nena que la escuche se saque los auriculares o pause un video para responder. Y puede que su respuesta también esté vinculada a Internet.

Si se comparan dos encuestas de D’Alessio Irol, a nivel nacionalcon chicos de entre 7 y 14 años, una publicada en agosto de 2011 y otra en esta nota, se ve todo un nuevo panorama vocacional que se afianzó en una década.

Profesiones como científicoprogramadorinfluencer o youtuber ganan terreno en el deseo aspiracional de los chicos y las chicas. 

Aunque conviven con las más clásicas, no es menor resaltar que hace diez años antes ni siquiera existía la concepción de ser una figura de las redes y ahora eso está casi al nivel de las actividades que demandan una carrera universitaria. 

Pero también crece la proyección de querer dedicarse a la ciencia y la ingeniería, en desmedro de otros oficios vinculados al arte.

Como entonces, las profesiones de “famosos” aparecen en un lugar importante, y es interesante cómo ser influencer/youtuber le “sacó votos” a ser cantante/actor.

Mientras que uno de cada tres chicos argentinos antes soñaba con ser «mediático»: actor, actriz, futbolista, bailarines, periodistas, conductores de TV o modelos, nada de eso hoy es representativo. Las redes son la nueva fama. ​

Quisiera ser grande

Sin hacer futurología y con una mirada al pasado, lo que se ve hoy es que ya no hay una profesión dorada, como la que antes representaba la medicina, y, más atrás, la docencia. Los chicos y chicas tienen una muy variada y amplia gama de vocaciones. El podio kid de las ocupaciones está compartido.

El querer ser médico, médica o personal de salud persiste como N°1, sobre todo, en los hogares de menos ingresos. Pero esa profesión se llevó este año el 16% de las respuestas, frente al 24% que tuvo hace 10 años. Y varias actividades consiguieron el mismo porcentaje.Uma quiere ser veterinaria. Esa respuesta es un clásico en el aspiracional laboral de los más chicos.

Uma quiere ser veterinaria. Esa respuesta es un clásico en el aspiracional laboral de los más chicos.

Uma Rojas tiene 9 años, es de Palermo y quiere ser veterinaria, un clásico que persiste en las respuestas de los chicos. También el 16% contestó eso. Ser veterinario/a ​tuvo más recurrencia en el interior del país y había llegado al mismo nivel de deseo en la encuesta anterior.

«Quiero ser veterinaria porque me encanta que los animales tengan una familia y que no estén lastimados. Una vez encontré un perrito y se lo llevé a su dueño. Me encantó ver lo feliz que estaba el perrito. Quiero ayudar a todos los animales, leones, tigres, cocodrilos«, dice Uma. No descarta ser a la vez «bailarina y diseñadora de moda».

Entre las vocaciones tradicionales, se mantiene arriba ser maestros/profesores, con la misma cifra que médico y veterinario: el 16%. Cayó la idea de ser arquitectos o diseñadores, 12%, y «abogado» apenas lo respondió el 8%.

Ser futbolistas se llevó el 14%, un punto menos que en el sondeo de 2011. ¿El sueño de jugar un Mundial tiene marcado su declive? Incluso Dieguito Fernando (9), el hijo de Maradona y Verónica Ojeda, en los últimos Martín Fierro se acercó al micrófono y pintó con tres palabras una vocación generacional: «Quiero ser youtuber».

Carla tiene 9 años, es de Haedo y le gusta hacer challenges de bailes en TikTok y desfilar frente al celular (todavía no la dejan crearse un perfil y la graba su tía o su mamá) con los looks para ir al colegio, al club o a la casa de una amiga. «Pero me gustaría ‘enseñar’ a hacer algo en YouTube. Como algún truco con la Play».

Hay que entender que la barra entre influencer y youtuber, no es caprichosa. La mayoría de las veces esas actividades son complementarias. Influencer es quien tiene la habilidad para comunicar y atraer a la audiencia, además de tener una gran capacidad para generar contenidos de forma constante.

Santi Maratea es influencer y youtuberMueve millones casi en minutos por causas solidarias. Influencer también es Stephanie Demner (31). Fue una de las primeras en conquistar ese oficio digital acá. Empezó grabando el detrás de escena de los desfiles en los que participaba y hoy, en cuestión de marcas de ropa, viajes a Disney y, ahora también, maternidad, su influencia no necesita ni tele ni tapas de revista. No hay límites sobre qué es ser influencer/youtuber. 

En otro extremo, la ingeniería antes tampoco figuraba entre las profesiones más deseadas en la infancia y ahora ya se lleva el 10% entre las más elegidas.

«Cuando sea grande quiero ser ingeniero en sistemas. Porque es una carrera del futuro. Me gustan mucho las computadoras. Nadie de mi familia o algún famoso me inspiró, pero mi hermano va a estudiar lo mismo», dice  Mateo Loglen, de 13 años, que vive en Devoto.Mateo Loglen se cambió de colegio por la profesión que ya sabe que va a seguir de grande: ingeniería en sistemas.

Mateo Loglen se cambió de colegio por la profesión que ya sabe que va a seguir de grande: ingeniería en sistemas.

«Muchos de mis compañeros quieren trabajar en eso, porque vamos a una escuela que tiene un bachiller en informática y para tener una idea de lo que es la programación», cuenta. Qué quiere ser de grande lo hizo tomar una decisión difícil de chico: este año se cambió de colegio, al ECEA, sólo para entrar a ese bachiller de informática.

También en el campo de las «nuevas profesiones», los potenciales científicos patearon el tablero vocacional. Dedicarse a la ciencia se llevó el 16% de las respuestas. Entonces, esa elección ya está al nivel de ser personal de salud, docente o ejercer en la veterinaria.

A la vez, ser programadores, de PC o de videojuegos, pegó otro salto importante. Alcanzó al 14% de las elecciones. A la par de ser influencer o youtuber.

Apenas el 10% dijo que quiere ser actor, cantante o bailarín (algo que antes alcanzó el 28%). Tampoco hay demasiado deseo de ser modelo, el 6%, ni periodista, 6%. Ser piloto o astronauta, 6%, quedó abajo de ser bombero, que llegó al 8%. Y lo menos elegido hoy es ser cocinero: 4%.

El imaginario de las infancias

¿Qué pesa más en el imaginario de las infancias? ¿La ocupación de madres y padres, el bolsillo de cada casa, lo que quieren ser sus amigos o los que ven en las redes? 

«Es claro que en toda elección vocacional se articula el deseo individual con el actual escenario económico-social«, arranca Silvia Feitelevich. Es ex presidenta de la Asociación de Profesionales de la Orientación de la República Argentina y profesora de la Carrera de Posgrado en Orientación Vocacional y Educativa en la UNTREF.

Eso pasa de más grandes. Y ahí también hay cambios. ¿Qué pasa desde la etapa en la que se juega a querer ser algo? ¿Por qué hoy el aspiracional vocacional está ligado a la ciencia (¿por la pandemia, quizá?) y también a las redes?

Los desarrollos tecnológicos que les afectan directamente en lo más lúdico, como en el desarrollo de las redes sociales o la aparición de cada vez mejores videojuegos, según Feitelevich, «producen nuevos deseos y aspiraciones, y propuestas de nuevas carreras y ocupaciones que dan pie a esos deseos». Lo mismo pasa con la ciencia y la ingeniería y ese deseo de descubrir, de salvar.

Ursula Malacari tiene 10 años y ganas de ser «ingeniera biomédica». Justo antes de viajar a Mar del Plata por haber sido seleccionada para competir en las Olimpíadas de Matemática, habla con este diario en su casa en Caballito. Tiene una calculadora, un manual abierto y a su mamá, que es doctora en Genética, muy cerca.Ursula quiere ser ingeniera biomédica: hoy la ciencia y la programación pican en punta.

Ursula quiere ser ingeniera biomédica: hoy la ciencia y la programación pican en punta.

«Me gusta programar y también me gusta la ciencia. Me gustaría hacer prótesis. Que serían como un brazo o una pierna robótica«, explica. Su padre, que es veterinario, cree que «Ula», como le dice, «se empezó a enganchar con el tema el año pasado, cuando cursó robótica». Pero su madre agrega que hubo influencia de «documentales que vio en YouTube».

Referentes que ya no lo son

Los modelos a seguir también ahora son muy variados. Incluyen desde ídolos de futbol, en especial Messi, hasta unicornios, como se les dice a empresarios tecnológicos del nivel de Marcos Galperín, capaces de crear Mercado Libre. Artistas y la familia quedaron atrás como referentes.

¿Cayó el mandato de la familia y el poster en la habitación? La respuesta va por partes. Si bien las estructuras familiares (toda la gama de familias diversas) y los ideales van cambiando con el tiempo, también cambian las figuras de autoridad que parecían permanentes.

«La familia tiende a reproducir en su seno la ideología de grupo social al que pertenece y puede ser reacia a los cambios. ‘Ellos no entienden, dicen los chicos, nuestros nuevos idiomas y modismos’, las sexualidades fluidas ni tampoco las nuevas careras u ocupaciones. Entonces, ¿para qué consultarles?’«, marca Feitelevich.

Por otra parte, si bien todavía hay niños, niñas y adolescentes que se mueven en grupo y tienen actividades en común (sean deportes, videojuegos o reuniones sociales), para la experta, esta época responde «a la dictadura de lo tecnológico», y tiende cada vez más «a la tiranía del individuo». Esta tendencia, asegura, rechaza la intervención de todas las instituciones, entre ellas, la familiar. 

Si a esto se le suma que las personas adultas a cargo hoy «atravesaron diversas crisis nacionales y mundiales, que los empobrecieron o están en un profundo decaimiento del sistema, podemos entender por qué muchos chicos no recurren a sus familias para la búsqueda de consejo o de apoyo».

Este año están más ausentes puntualmente padres y hermanos. A la vez, ingresaron en ese listado de modelos a seguir los youtubers y unicornios como Galperin, Pierpaolo Barbieri, Matías Salvato, junto a Stephen Hawking, los super héroes y el o la veterinaria «que atiende a las mascotas de la familia».

Qué se espera de las respuestas

El psicólogo laboral y autor de podcast TED Adam Grant, en una nota en The New York Times sugirió que se deje de preguntar ¿qué te gustaría ser de grande? Pero no por los chicos, por los adultos. Para que cada respuesta no se cargue «de decepción» o de falta de empatía, y genere «ansiedad en ambas partes». 

Según la encuesta actual, desde el plano ideal, padres y madres dicen que los hijos deberían seguir su vocación, más allá de las posibilidades de trabajo que les depare la Argentina. Pero, en realidad, sus respuestas son menos definidas si presienten que el camino elegido tendría baja demanda laboral.

Ese ideal, entonces pasa del 67% al 48% cuando la respuesta es desde el escenario concreto laboral y, en tal caso, les aconsejarían que estudien una carrera complementaria. Apenas el 3% dijo que se opondría a una vocación.

Cuando el trabajo elegido está fuera del país

Emigrar en busca de un futuro mejor es una opción que las familias hoy tienen presente. En especial, en las de mayores ingresos y educación. El 80% en ese segmento dijo que creen que la elección del futuro laboral de los hijos podría estar fuera del país. En los sectores de medianos y bajos recursos, la cifra llegó al 56%.

Si fuera así, ¿los incentivarían a que emigren? El 68% dijo que sí, el 26% dijo que no y el 6% prefirió no responder.

¿Qué dice la psicología de este choque entre el deber ser, el querer ser y el yo, cuando de jóvenes se escucha la más básica de las preguntas vocacionales?

«Contadas personas tienen en claro a edades tempranas qué desean hacer. A veces es necesaria una exploración, más de una carrera. A veces los estudios responden a un mandato familiar y no terminarlos es rebelarse. Una forma de compromiso entre la presión y el propio deseo. O retardar la entrada al mundo adulto, desconocido, no necesariamente tierno, vivido como un salto al vacío», resume Juan Eduardo Tesone, psicoanalista de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA).

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