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Tímido saludo en un ascensor: los encuentros entre Manu Ginóbili y Michael Jordan

Manu Ginóbili es una leyenda del básquet. Su ingreso al Salón de la Fama de la NBA no hace más que confirmar ese status. Uno de los motivos por los que, ya de muy pequeño, se metió de lleno en el deporte de la pelota naranja fue su admiración por Michael Jordan. Sin embargo, sus encuentros con la gloria de Chicago Bulls estuvieron lejos de ser como los había soñado.

“Cuando era chico, tenía varios pósters suyos en mi habitación, uno de ellos era tamaño real. Por momentos le hablaba. Era un personaje mítico, más allá de la realidad”, relató Manu en una ocasión en la que que llamó de sorpresa al programa Todo Pasa de Urbana Play.

El año en que Ginóbili debutó en San Antonio Spurs coincidió con el último de Jordan en la NBA. “Yo venía de una lesión y el primer partido contra Wizards me lo perdí, entonces lo tuve que mirar de lejos. El segundo partido, yo ya venía de jugar el día anterior, pensé que ahí sí iba a ser mi posibilidad. Sin embargo, solo jugué cinco segundos”, continuó el bahiense.

Manu Ginóbili durante su primera temporada en la NBA. (AFP/Paul BUCK)
Manu Ginóbili durante su primera temporada en la NBA

“Recibí la pelota y tiré una banana de mitad de cancha. Jordan estaba en la otra punta, terminó el primer tiempo y Gregg Popovich no me puso más. Él nunca se enteró lo que me había hecho, que para mí fue una ofensa grandísima. Me necesitó cinco segundos y me puso solo eso”, continuó el recientemente ingresado al Salón de la Fama del básquet, que agregó: “La cancha tiene 28 metros, lo más cerca que lo tuve fue a 16″.

Ginóbili explicó que ese fue “el primer encuentro impactante” que tuvo en la NBA porque “se materializó alguien que era etéreo”. “Me hubiese gustado defenderlo, golpearlo un poco en las costillas para ver qué pasaba, cómo era. Pero no lo tuve ni cerca”, se lamentó.

El encuentro entre Manu Ginóbili y Michael Jordan en un ascensor

Fuera de las canchas se lo volvió a cruzar. “Él es el dueño de la franquicia de los Hornets. Yo estaba en un hotel por jugar contra Charlotte. Cuando se abrió la puerta del ascensor, estaba él. Tartamudeé un poquito, le dije “hola, ¿cómo estás?’ y seguí. No me animé a charlarle, preguntarle nada… además era un ascensor”, explicó.

“Después lo crucé un par de veces en la cancha, pero algo muy liviano”, concluyó.

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