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Japón logró el milagro y dio el segundo batacazo del Mundial

Durante décadas, los sastres alemanes se acostumbraron a confeccionar cada cuatro años trajes de candidatos para los futbolistas del seleccionado de su país. Esta vez, los teutones llegaron a Qatar con un atuendo más modesto, acompañados por antecedentes recientes opacos, cuestionados por la prensa e ignorados por muchos simpatizantes, que incluso llamaron a no seguir los partidos por televisión en repudio a las violaciones de derechos humanos que se le achacan al país organizador. Con ese mar de fondo, los tetracampeones del mundo fallaron en su primer paso: con un juego de galera y bastón en el primer tiempo y un pinchazo en el complemento, cayeron 2 a 1 ante Japón y complicaron su futuro en el grupo E.

Hansi Flick deslumbró durante el año y medio en que estuvo a cargo de Bayern Múnich. Desde que reemplazó a Joachim Löw (de quien había sido colaborador) en el seleccionado, tras la eliminación en los octavos de final de la Eurocopa del año pasado, su reto ha sido doble: consolidar el proceso de renovación de la vieja guardia que logró el título en Brasil 2014 (y que defeccionó en Rusia 2018) y darle su sello a un equipo que desde hace tiempo ha hecho del juego asociado, y ya no a la potencia física, su santo y seña.

Por cinco debutantes en una Copa del Mundo (Schlotterbeck, Raum, Gnabry, Musiala y Havertz) apostó Flick para un duelo en el que los suyos impusieron su ley de entrada ante un conjunto integrado por cuatro hombres que militan en la Bundesliga (Yoshida, Endo, Itakura y Kamada) y uno en la 2.Bundesliga (Tanaka). Con aquella premisa napoléonica de vestirse despacio por andar apurado, el elenco europeo fue paciente en el manejo de una pelota que administró con egoísmo infantil: casi no se la dejó tocar a su rival en el primer capítulo. Como si la Adidas Al Rihla fuera de hierro y los germanos tuvieran imanes en sus botines, el útil viajó entre sus pies mientras los nipones lo perseguían sin éxito. En ese ballet descolló el joven Musiala, llamado a ser un crack con apenas 19 años.

Un penal convertido por Gündogan, tras una infracción del arquero Gonda sobre Raum, permitió a Alemania irse al descanso con un 1 a 0 bastante amarrete. Y un primer cuarto de hora en la misma sintonía en el complemento, con Gonda a los revolcones para evitar otra caída de su valla, hacía que ni el más optimista de los animados nipones que ocupaban las tribunas del Estadio Internacional Khalifa imaginara que la noche qatarí terminaría siendo una larga fiesta. Pero la Mannschaft se lo permitió.

Acertó Hajime Moriyasu con los cambios para sacudirle el óxido al ataque de su equipo. Pero el reverdecer de los impetuosos asiáticos fue posible por un notable bajón del conjunto de Flick, que perdió el monopolio del balón y mostró fisuras en defensa. Cuanto pudo lo sostuvo Neuer, uno de los cuatro sobrevivientes del elenco campeón en Brasil. Pero en una ráfaga de ocho minutos lo dieron vuelta los Samuráis Azules gracias a dos hombres de refresco que también juegan en la Bundesliga: Ritsu Doan y Takuma Asano.

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