Todo comenzó por la iniciativa de Celina, una empleada del bar Upper en San Nicolás (Provincia de Buenos Aires), a quien le tocó atender a dos personas sordas que fueron a tomar un café. La mujer sintió que no había podido atenderlos como al resto de los clientes por no poder comunicarse.
Entonces, se puso en el lugar de ellos y accionó para que la cadena se empiece a armar. Allí le planteó a los dueños del lugar la necesidad de hacer un curso de lengua se señas para que todos los clientes sean atendidos de la misma manera y buscó quienes podían capacitarlos.
María Eugenia Gozdzlowski, una de las dueñas, enseguida aceptó la propuesta e invitó al resto de sus empleados para que se sumen a la capacitación. La fundación Ser, que trabaja en San Nicolás fomentando la inclusión de las personas sordas e hipoacúsicas, tomó la posta y armó un curso especialmente diseñado para el lugar, teniendo en cuenta el menú que ofrecen y las necesidades de clientes y mozos.
Si bien en la Argentina no hay estadísticas sobre la cantidad de personas sordas que hay en el país, se estiman que son cerca de 80.000 y más de 450.000 con algún tipo de discapacidad auditiva.
Lamentablemente, el último censo no incluyó en el ítem discapacidad alguna especificación para conocer esta realidad y poder realizar políticas públicas inclusivas para las personas sordas e hispoacúsicas.
La reacción de los clientes sordos fue muy positiva, ya que, por primera vez, en un comercio se sintieron incluidos. No es sencillo vivir aislados de todo, no es fácil pagar un intérprete cada vez que hay que ir a un médico, hacer un trámite o comprar en un negocio.
La nota que realizamos, inclusive antes de que salga al aire, tuvo tal repercusión que hoy cinco farmacias, el hospital San Felipe y el municipio comenzaron a capacitar a sus empleados en lengua se señas.