Mientras el sector sojero celebra el nuevo esquema de liquidación a 200 pesos que consensuó con Sergio Massa, entre el resto de los productores crece la preocupación por la falta de agua en el suelo que afecta a muchos cultivos pero principalmente al trigo que se acerca a la etapa final de cosecha.
El fenómeno climático «la niña» ocupa el centro de atención dado que los pronósticos marcan un 62% de probabilidad persistencia de la sequía durante el cuarto trimestre del año.
«Si bien efectos regionales y procesos de escala corta pueden eventualmente más que compensar -o, por el contrario, agravar- los efectos de este fenómeno global a largo plazo, lo cierto es que las oscilaciones del Pacífico (ENSO) apuntan a que las lluvias se mantendrían por debajo de la media en gran parte del centro y norte argentino durante la fase crítica de desarrollo del cultivo de trigo», señaló un estudio de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR).
La zona extremadamente seca es el extremo sur de Santa Fe, el norte de Buenos Aires y la provincia de Córdoba, en general. En áreas que recibieron de 10 a 20 mm hace ya más de 10 días, el agua empieza a retroceder y, «el escenario se vuelve más exigente, temperaturas casi de verano y requerimientos más altos por el cultivo que empieza a encañar», describen desde BCR.

Además, en algunos lotes la situación es alarmante, porque al acumularse tres años consecutivos con lluvias decepcionantes las napas no compensan la falta de lluvia, como puede suceder en otros años.
EXPORTACIONES EN RIESGO
A poco más de un mes de finalizar la campaña gruesa, los despachos de trigo en grano, se ubican en un récord histórico para la Argentina, con embarques por 14,7 millones de toneladas en los primeros 9 meses. El total exportado entre diciembre y agosto habría alcanzado u$s 4.471 millones, lo que marca un 44% por encima de lo exportado en el mismo período en la campaña 2020/21, en volumen.
Desde la BCR estiman que el área sembrada de trigo descenderá en un millón de hectáreas este año, al alcanzar 5,9 millones. Por su parte la Bolsa de Cereales porteña (BCBA) calculó que se logrará sembrar 6,1 millones de hectáreas para la campaña 22/23, lo que representa sólo 600.000 hectáreas menos sobre la campaña 21/22.

Aunque los analistas son cautos a la hora de arrojar pérdidas en término de exportaciones, por la sensibilidad que expresa la variable climática y el precio internacional de los commodities, si se mantienen estables los rindes, la BCBA plantea una caída de 2 millones de toneladas respecto a la campaña 21/22, lo que equivale al 9% y se traduce en cerca de u$s 700 millones menos (a valor de dic-22 de u$s 333 por tonelada). En cambio, con las perspectivas de la entidad rosarina el impacto puede ascender a u$s 1.000 millones.
«Hay sectores con un perfil de agua espantoso, por eso es difícil proyectar cómo será la siembra de la gruesa y que resultados tendremos en la cosecha fina que se aproxima», indicó Andrés Ponte, presidente de Matba-Rofex.
Eugenio Irazuegui, responsable de Research del corredora de granos Enrique Zeni, explicó que el 70 % de las hectáreas están «complicadas» por falta de humedad en los suelos, Sin embargo, la zona más afectada es el centro del país -Córdoba, el sur de Santa Fe y el norte de Buenos Aires – mientras que el centro y sur de Buenos Aires que produce gran cantidad del total nacional de trigo junto con Entre Ríos y Corrientes están mejor posicionados.
«En un comienzo y hasta hace un mes atrás la falta de agua complicaba la siembra, una vez que se avanzó, es preocupante en las últimas etapas cuando el cultivo demanda más humedad», dijo y señaló que «la situación climática ya está mostrando daños irreversibles».
Respecto a la perspectiva, Emilce Terré, jefa del departamento de estudios económicos de la Bolsa de Rosario, dijo que «es un año muy complicado por la falta de agua que ya está causando efecto sobre el trigo que se sembró en el invierno y que comienza en octubre su período crítico para cosecharse en noviembre – diciembre».
«El trigo ya está sufriendo la falta de agua, principalmente en el centro del país, pero en septiembre y octubre comienza la siembra de la maíz y soja, por eso la necesidad de agua es determinante», destacó.