María Elena Mondoux, a las que todos conocen como Maru desde que nació, sentía que le faltaba algo desde muy chica. Cuando era una bebé de seis meses se volvió de Canadá a Mendoza, dejando en el camino un padre que la abandonó y parte de su familia que había quedado para siempre en Montreal. Su mamá siempre le contó toda la verdad de su historia. La pareja se había conocido en Punta Cana, en un hotel all inclusive. En medio del paraíso caribeño se enamoraron y el hombre la invitó a vivir en Canadá. Todo fue muy rápido, se casaron apenas llegaron y al poco tiempo nació Maru.
El matrimonio duró poco y con apenas 6 meses Maru se volvió a vivir a Mendoza, la tierra natal de su mamá. Fue creciendo con su apellido francés que era difícil de pronunciar para sus amiguitos mendocinos. “Todo el tiempo sentía que tenía que reencontarme con la parte de la familia que había dejado en Montreal -explicó la joven en diálogo con Infobae-. Siempre supe que existían y cuando era chica me los imaginaba como actores y actrices de películas hablando un idioma raro”.
Hermana, se busca
Maru le preguntaba todo el tiempo cómo era su hermana, cómo eran sus primas. Su papá no tenía contacto con ella. Pero a la distancia, en aquel momento la nena mendocina sentía una conexión muy fuerte con Justine, aún antes de conocerla. “Es muy difícil de explicar con palabras. Es una sensación dentro de mi cuerpo que me impulsaba a buscar a mi hermana y a otros familiares de Canadá. Quería armar esa parte de la historia que había quedado trunca. Pese a que mi papá no quería saber nada ni conmigo, ni con mi mamá”.Cuando tenía 9 años, hoy tiene 21, Maru empezó a buscar en Facebook a todas las personas que se llamaban Mondoux de apellido
Cuando tenía 9 años, hoy tiene 21, Maru empezó a buscar en Facebook a todas las personas que se llamaban Mondoux de apellido. Les pedía amistad e intentaba hablar con ellas, pese a las complicaciones de los idiomas (en Montreal hablan francés). Entre las búsquedas, llegó hasta una Justine y o casualidad era el mismo nombre que su hermana. “Mi mamá me había contado que cuando nací, Justine tenía 9 años y jugaba conmigo como si yo fuera su muñeca -recordó, emocionada Maru-. Creo que de ese contacto de bebé me quedó en algún lado de mi alma su olor, su tono de voz y eso hizo que después tengamos una conexión especial”.
“Agregame a tu Facebook para verte alguna vez. Sé que es difícil entender el español y para mi el francés. Pero sos parecida a mí”, escribió Maru con la pantalla de la computadora que le iluminaba su cara de 9 años. La chica se puso a esperar la respuesta. Sabía que del otro lado, estaba su hermana por parte de padre, Justine. La misma que había jugado con ella cuando era apenas un bebé. “Pese a mi insistencia, no sabía con lo que me iba a encontrar del otro lado -se atajó Maru-. Me puse a esperar la respuesta casi todo el tiempo. No podía hacer otra cosa. Ni jugar, ni ver tele”. Con ayuda de su mamá y un traductor, Maru tmbién mandó el mensaje en francés para asegurarse que llegara.
La respuesta llegó en pocos días, eternos para Maru. Un “Hola” que sonaba simpático acompañado por un corazón. “Yo soy Maru, ¿como puedo decirte a vos Justine de manera cariñosa?”, escribió Maru con ayuda de su mamá. Primero, Justine desconfiaba si había una nena del otro lado de la pantalla. La Maru nena siguió insitiendo con sus muestras de cariño. “Es como te quiero mucho de hablar con vos por chat” y Maru desde su inocencia la invitó a visitar Mendoza. Antes de aceptar, Justine armó una videollamada para que puedan verse las caras. Hasta ese momento, eran solo letras y stickers en el chat de Facebook.
Primer encuentro
Justine la sorprendió una tarde con una foto del pasaje Montreal/BuenosAires y Buenos Aires Mendoza. Las hermanas se iban a encontrar por primera vez. “No lo podía creer, yo era hija única y ahora iba a tener una hermana -recordó Maru, con una ancha sonrisa-. Mi cuerpo de nena estaba como revolucionado. Recuerdo que desde que me enteré que venía Justine no podía pensar en otra cosa, ni ganas de ir al colegio tenía”.
La joven canadiense llegó a Mendoza y todo le parecía extraño. “Argentina no se parece en nada a Montreal”, decía en francés y lo pasaba por el traductor de Google para que Maru la entendiera. Pese a la barrera idiomática, las hermanas se entendieron con gestos desde el primer momento. “Fue reloco, porque creo que hasta aprendí algunas palabras en francés en ese momento -se ríe Maru, cuando lo recuerda-. Enseguida sentí esa conexión desde las miradas que nunca había sentido con otra persona. Nos pusimos a hablar como podíamos a preguntarnos cosas y contarnos lo que sabíamos cada una de nuestro papá, que fue ausente también para ella”.La sonrisa de las hermanas en el último encuentro en Canadá
La despedida de Justine y Maru fue difícil. Hubo lágrimas de la nena y abrazos de la chica canadiense. También promesas de reencuentros. Mientras encontraban otra oportunidad para encontrarse, siguieron los chats casi diarios. “Éramos dos hermanas charlando naturalmente como si no nos hubiéramos distanciado durante 9 años -contó la mendocina-. Yo les contaba mis problemas de nena y ella me escuchaba con mucha atención”.
Los intercambios siguieron y Maru se convirtió en una adolescente y después en una joven. Hace poco, le tocó a la chica argentina viajar hacia Canadá. En Montreal, además, conoció a su tía y unas primas. Pero con ningún otro familiar lograba la conexión que tenía con Justine. Las dos chicas estudian comunicación, sueñan con ser periodistas, y la canadiense empezó a estudiar castellano.
Hace poco, Maru subió un video a TikTok en el que contaba toda su historia desde que arrancó la búsqueda a sus 9 años. Las imágenes se viralizaron y la chica tuvo cientos de mensajes cariñosos en su cuenta.
Mientras tanto, las hermanas siguen su vida como si vivieran a pocas cuadras de distancia. “Estamos todo el tiempo chateando como amigas ahora. Nos contamos cosas de chicas que nos pasan y desde la distancia la siento muy cercana, como si fuera mi alma gemela. Y eso ya lo sentía sin conocerla a mis 9 años”.