El dato de inflación de agosto volvió a sorprender a los economistas, y no para bien. El mes pasado los precios aumentaron un 7% promedio, una cifra que estuvo por encima de lo que pronosticaban los analistas, mientras que la interanual marcó un 78,5%. No solo fueron cifras que no se veían hace 30 años, desde la salida de la hiperinflación, sino que detrás se esconde una realidad que muy pocos países del mundo comparten y que impacta directo sobre los bolsillos: en la Argentina, los precios se duplican cada 14 meses.
De acuerdo con un estudio que realizó el economista Nery Persichini, de GMA Capital, el país se encuentra sexto en el ranking de inflación y velocidad de precios. En los primeros lugares de la lista se encuentran Zimbabue, donde los valores se duplican cada cinco meses, ya que registró un 285% de inflación interanual; le siguen Líbano (siete meses e IPC del 168%); Sudán y Venezuela, ambos con nueve meses (125% y 114%, respectivamente), y empata Turquía, con 14 meses (80%).
“Sin ajustar discretamente tarifas ni tipo de cambio, el bimestre julio-agosto marcó un récord desde la hiperinflación, alcanzando 130% anualizado y superando a abril-mayo 2002, los meses más duros de la salida de la convertibilidad. A su vez, se trata del peor agosto desde 1990 en lo que se refiere a la erosión del poder de compra. A esta delicada coyuntura se le suma la emisión extra por el ‘dólar soja’, que podría implicar un aumento del 20% de la base monetaria. En este contexto, las probabilidades de que la nominalidad ceda en el corto plazo son exiguas. Llegar a diciembre con una inflación menor al 100% parecería una aspiración de máxima para el Gobierno”, remarcó el economista.
La comparación también se puede hacer a la inversa, y observar cómo sobrellevan la suba de precios otros países del globo, en un año caracterizado por la inflación a nivel global. Por ejemplo, en Ucrania, país afectado por la guerra, los precios se duplican cada tres años y dos meses (23,8%), y en Rusia, cada cinco años y dos meses (14,3%). En tanto, en el vecino Chile conlleva un período de cinco años y tres meses (14,1%), y en Colombia, de seis años y siete meses (10,8%).
“Es importante destacar que las condiciones internacionales no jugaron un rol este mes, o lo jugaron a favor. De hecho, a diferencia de lo que sucedió en febrero, cuando las materias primas volaron como consecuencia de la guerra y presionaron sobre la inflación, en este caso los precios de materias primas estuvieron cayendo globalmente y provocaron que en muchos países los índices de inflación se desplomaran. A modo de ejemplo: en el mundo desarrollado, la inflación en agosto fue 0% en Estados Unidos, 0,3% en Alemania, 0,5% en Inglaterra. Y en el universo de mercados emergentes el mismo dato en agosto fue -0,3% (deflación) en Brasil, -0,1% en China, 0,7% en México, 0,8% en Uruguay y 1% en Colombia”, comparó José Echagüe, estratega de Consultatio.
Sin embargo, 2022 no es un caso aislado, sino que el drama de la inflación en la Argentina viene de larga data. Según números de GMA Capital, en las últimas dos décadas, Perú y Chile (los exponentes más estables de la región) acumularon una nominalidad de 86% y 108%, respectivamente. En Brasil, del 242%. En Uruguay, del 386%.
“Aunque las últimas cifras parecen elevadas respecto de los primeros países, muy diferente es la perspectiva al comparar con la Argentina. En estas pampas, desde agosto de 2002 la inflación acumulada fue de 11.360%”, contrastó Persichini.
Una dinámica que continúa
El jueves por la noche el Gobierno presentó el Presupuesto 2023, en el cual admitió que la Argentina cerrará 2022 con una suba de precios del 95%. En la consultora Ecolatina remarcaron que la proyección es realista, “si bien más como un piso que como un techo”. No obstante, para el año entrante el Ejecutivo proyecta una inflación del 60%, una meta que parece casi fantasiosa.
“Prevemos que la inflación sería al menos 30 p.p. mayor a la contenida en el Presupuesto. En un marco en el cual las expectativas continúan desancladas, la fuerte inercia que arrastra una dinámica inflacionaria próxima a los tres dígitos en 2022 será difícil de disipar en el corto plazo, con paritarias que intentarán recomponer lo perdido en medio del año electoral; ajustes de tarifas que seguirán su curso; un tipo de cambio oficial que deberá moverse más cerca del ritmo inflacionario, y restricciones a las importaciones que seguirían generando incertidumbre sobre los costos de reposición”, enumeró la consultora.