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Una de las creadoras del IFE quiere más impuestos a las empresas

Mercedes D’Alessandro, exdirectora de Economía de Género, participará este jueves 13 en un ciclo, en el Banco Mundial, que se pregunta: «¿El desarrollo debe ser feminista?». La economista, clave en la creación del Ingreso Familiar de Emergencia (IFE) durante la pandemia, fue invitada a conferencias en España, Austria y Estados Unidos. Antes, habló con El Cronista y puso el ojo en el aumento de la desigualdad, en momentos de crecimiento económico.

-¿Es posible reducir la pobreza con un presupuesto de ajuste?

-La pobreza bajó mínimamente, deberíamos esperar que baje más, con el crecimiento del año pasado y que continúa este año. La pregunta tiene que ver con la redistribución también. Si uno mira más allá de Argentina, en toda Latinoamérica se están recortando las proyecciones de crecimiento, se ve un aumento del empleo informal y una pérdida de poder adquisitivo por la inflación. Es un panorama desalentador por donde se lo mire. Ante un no crecimiento y ante la posibilidad de una crisis de deuda, hay que ser creativos y mirar para el otro lado.

-¿Qué significa mirar para el otro lado?

-Hablamos de impuestos a la renta inesperada, a las grandes fortunas. En una reunión del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), Rebeca Grynspan (secretaria general de la Unctad)planteó que hay que exigirle al Fondo Monetario Internacional otra emisión de DEGs. Y además pidió que se suspendan los pagos de intereses y de deuda de estos países en desarrollo. La caracterización que viene desde estos organismos es que la inflación que se disparó por la guerra entre Rusia y Ucrania genera problemas de poder adquisitivo, sobre todo a los trabajadores informales. Y, en términos macroeconómicos refuerza un problema de deuda, porque los países tienen que salir a sostener ingresos. Para eso están los DEG y también hay herramientas impositivas. Chile y Colombia encaran reformas tributarias que buscan gravar a los sectores en los que hay más dinero. Es muy difícil combatir la pobreza con un ajuste. Creo que hay que mirar dónde está el dinero hoy.

-¿Dónde está?

-Hoy en Argentina está, como escribió Cristina Fernández en sus tuits (de hace dos semanas), en las alimenticias. Esto pasa en todos lados. Las alimenticias han tenido márgenes de ganancia extraordinarios. Un informe de Oxfam (el Comité de Oxford para el Alivio del Hambre) dice que en los años en que la gente pasó pobreza extrema, aumentó la indigencia en nuestro país, las compañías alimenticias han producido nuevos multimillonarios.

Mercedes D’Alessandro sostuvo que las alimenticias obtuvieron márgenes de ganancia extraordinarios.

-Participará en una conferencia del Banco Mundial. El BM y FMI amplían sus miradas hacia las desigualdades de oportunidades, de género. Pero a la vez promueven la suba de tasas y el ajuste fiscal en este contexto.

-Creo que el FMI está con una visión muy esquizofrénica de la economía mundial. Por un lado, pide que se endurezca la política monetaria. Y por otro, pide sostener los ingresos de los más vulnerables, sin crear impuestos nuevos ni endeudarse. Traduzco: ser muy creativos para solucionar los problemas sin espacio fiscal. Desde el inicio de la pandemia, los ministerios de Economía y Desarrollo Social están en alerta…

-Pero los bancos centrales suben tasas y el BM lo avala

-Hay políticas totalmente conservadoras y ortodoxas que no dan cuenta de ningún cambio. ¿Hay guerra? Subí las tasas. ¿Estás creciendo? Subí las tasas. Es siempre la misma receta. Ha habido cambios, como la emisión de DEGs del FMI. El BM me invita a un panel que se pregunta si las políticas de desarrollo tienen que ser feministas. Me parece alentador, pero no suficiente, porque las políticas siguen siendo las mismas. Hay 143 países con políticas de austeridad. No estaría funcionando ni acá ni en ningún lado.

-Hablábamos de la pobreza. También el Indec mostró que bajó el desempleo, pero que se creó más empleo informal, sobre todo entre las y los jóvenes.

-Al Gobierno le cuesta mucho dar esa pelea por la recuperación de los ingresos de las clases populares. Hoy el salario baja en los trabajadores formales y sobre todo en los informales. El aumento del empleo es importante, pero acompañado por mucha precarización. No vamos a poder ver niveles de ingreso buenos en tanto y en cuanto la calidad del empleo sea tan precaria. Incluso los empleos formales y de buena calidad tienen bajas salariales por el aumento de los precios. Hay mucho para hacer ahí, no alcanza solo con los refuerzos de ingresos. Se necesita trabajar en herramientas de control de precios, que Argentina tiene.

D’Alessandro sostiene que hacen falta mejorar los controles de precios.

-Tiene, pero no funcionan.

-Hace falta un trabajo más articulado con esas herramientas. Hasta ahora, no dieron resultado. Sí he visto experiencias más locales. Pero el 80% de la comercialización de lo que va a la mesa de los argentinos es de las grandes empresas. Es un problema que la Secretaría de Comercio no pudo resolver desde el principio. Pasaron ministros, cinco secretarios. También estamos ante un problema internacional. Por eso decía que también hay que mirar para el otro lado, qué hacen las empresas.

-¿Qué hacen las empresas?

-Por ejemplo el dólar soja, tan exitoso en estos días, me llama la atención. ¿Qué hubiese pasado si no se les ofrecía este dólar tan ventajoso a estos grupos? Se hubiesen quedado con los dólares, eso hubiera presionado más sobre la brecha, hubiera habido más inflación y nos hubiéramos empobrecido todavía más.

-¿Esa capacidad de presión sigue después del dólar soja?

-Hay que mirar para ese lado también. Porque les agradecemos que hayan liquidado, nos ahorraron más puntos de inflación y de pobreza… lo digo entre comillas. Si el Estado no hubiera cedido, hoy seríamos más pobres. Nos está costando un montón de dinero no ser más pobres, en beneficio de grupos concentrados. Siempre miramos si un pobre es lo suficientemente pobre para recibir un subsidio, auditando planes, etcétera, y festejamos una «medida exitosa» sin cuestionarnos o replantearnos por qué estos sectores tienen tanta capacidad para llevar agua para sus molinos. Hemos vivido récords de exportación y los dólares no se quedaron en el país.

-Aumenta el empleo informal y hay un debate sobre si se puede crear empleo privado registrado o qué alternativas existen…

-Desde el feminismo hablamos del trabajo de cuidados que no se remunera, de las mujeres en los comedores populares, de la juventud que hoy trabaja en una bicicleta repartiendo pedidos… hay mucho trabajo que no tienen ningún tipo de regulación y a veces ni reconocimiento. Hoy, la mitad de la fuerza laboral tiene problemas de empleo y el que no, tiene problemas de ingreso. Es una fantasía que vamos a lograr trabajos formales para todos. Para mí, una alternativa es la ampliación de derechos hacia los trabajadores que están fuera del sistema formal. Tenemos la AUH y la Asignación por Embarazo, pero no una licencia por maternidad para estas compañeras que son cartoneras o empleadas domésticas o meseras en restaurantes, por ejemplo. Y las tenemos detectadas. Por cada punto que crece el PBI, se generan 45.000 empleos formales. ¿Hay que esperar 10 años o buscar alternativas y acortar el camino ampliando derechos a aquellos sectores más lejanos a la formalidad?

-¿Cómo se financiaría esa ampliación de derechos?

-Bueno, ahí es donde tenemos que volver la mirada sobre los sectores que están con grandes ganancias, no solo en el país, sino en el planeta.

EL IFE, ANTES Y DESPUÉS

-La creación del IFE supuso, además de una ayuda económica, poner en el radar del Estado a unas 4 millones de personas. ¿Qué hizo el Estado desde entonces y qué puede hacer?

-Una de las cosas que salieron bien es que se bancarizó a esas 4 millones y medio de personas. Por otro lado, desde la perspectiva de género, el mapa nos sirvió mucho para mostrar que la pobreza tiene una mayor una mayor incidencia en hogares feminizados, con jefaturas femeninas a cargo de niños y niñas. Y, una vez que el IFE se retiró, en muchas ocasiones se otorgaron bonos sobre esa población en particular. La tarjeta Alimentar, por ejemplo, extendió su cobertura hasta los 14 años. Estos datos también sirvieron para mostrar que había un problema con la juventud, que demandaba un ingreso propio, y se amplió el Progresar.

-¿Y qué faltó desde entonces?

-Hay un sector de la población que todavía está afuera fuera de casi todas las demandas. Por otro lado, nadie se esperaba que se desarrollara tan rápidamente el dinero electrónico. El Banco Provincia lo pudo aprovechar, pero después la banca privada y las fintech fueron las que más ganaron con esto. Y creo que todavía el Estado no puede aprovecharlo. Es una herramienta para procesar muchas cosas.

-¿Por ejemplo?

-Nosotras, desde la Dirección de Economía de Género, queríamos bajarle el IVA a las toallitas y tampones. Bueno, es más difícil porque es un impuesto coparticipable, entonces empiezan las discusiones sobre reintegros del 15% a sectores vulnerables, que están en la Ley de Solidaridad con la que Alberto Fernández inicia su Gobierno, pero casi nadie los utiliza. El Estado tampoco capitalizó las bases de datos. Lo mostró con la inscripción para mantener los subsidios de las tarifas. El Estado tiene un montón de información y, sin embargo, no logra un circuito para utilizarla para múltiples cosas. El IFE dejó de manifiesto que con buena información se puede mejorar la gestión.

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