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El tango de luto. Murió el maestro Atilio Stampone

Ayer al mediodía, luego de varios días internado en el Instituto del Diagnóstico, murió el maestro Atilio Stampone. Tenía 96 años y fue un protagonista estelar de la mejor época del tango, convirtiéndose en un referente del género, no solo como un pianista excepcional, sino como arreglador, compositor y director.

Desde el jueves último en el IADT las noticias habían dado cuenta de un cuadro de fiebre y problemas de oxigenación, hasta que este miércoles llegó el triste final. Sus hijos Silvia -que vive en Estados Unidos – y Tony, señalaron que los restos del maestro serán velados en Sadaic, institución que presidió durante varios años, entre las 20 y las 24 de este miércoles y mañana de 8 a 11, para proceder al sepelio a mediodía en el cementerio de la Chacarita. No solo brilló en el tango, también fue un destacado intérprete de música clásica, y llegó a dirigir la orquesta sinfónica de Madrid.   

Me gustan mucho la historia, la filosofía, participé en política, soy frondizista de toda la vida, vicepresidente de su fundación. Cuando hablabas con Arturo Frondizi, salías embriagado…”, contó alguna vez en una entrevista para la revista La Milonga Argentina, mostrando el entusiasmo que le generaba hablar de política, economía, literatura y la situación mundial.

Pianista, arreglador, compositor de tangos maravillosos, Stampone era considerado ‘maestro de maestros’. Y con la sencillez de los grandes confesaba: “Sigo estudiando… el que cree que sabe, no sabe nada”.

Atilio Stampone

Había nacido en julio de 1926 en el barrio de San Cristóbal, ferviente hincha de Racing y se lo recordará por siempre por obras como «Afiches», «Con pan y cebolla», «De Homero a Homero», «Desencanto» (todos con letras de Homero Expósito), «Aguatero», «Cadícamo» (letra de Enrique Bugatti), «Ciudadano», «Concertango», «El Nino», «El Tapir», «Fiesta de mi ciudad» (milonga, letra de Andrés Lizarraga), «Fiesta y milonga» (milonga, con letra de Eladia Blázquez), «Impar», «Mi amigo Cholo» (letra de Albino Gómez), «Mocosa» (letra de Andrés Lizarraga), Para violín y piano», «Romance de tango» y «Un guapo del novecientos»), entre otras.

Director de la Orquesta Nacional Juan de Dios Filiberto, Stampone fue un activo dirigente política y gremial, presidente de Sadaic en dos ocasiones, también empresario del mítico “Caño 14”, que desde los años ’60 albergó a los más grandes del tango en la noche porteña.

“El tango, como todo género, tiene altibajos. En la década del 40, la de los grandes bailes de clubes, cuando me inicio con Astor Piazzolla, apareció Juan D’Arienzo y fue un boom impresionante, era la vedette, convocaba a la gente. Me acuerdo que el horario que hacíamos nosotros en el Marzotto con Piazzolla, cuando debutamos en el ’46, era de 16.30 a 20:30, tocábamos cuatro salidas, media hora arriba y media descansábamos. Los bailes eran tres salidas…”, recordaba.

«¡Y la noche no había terminado!… Después íbamos a la boite y era lo mismo: jazz y tango. Yo le decía ‘Chau, hasta mañana’ a mi mamá, porque tocábamos a las 12 del mediodía, luego toda la tarde. de ahí Íbamos al café, y después a la boite», contó.

«Hoy una radio se hace en una pieza 4×4, pero en aquella época, Radio El Mundo tenía por lo menos 300 músicos mensuales, había sinfónica propia, la Sinfónica de Radio El Mundo, que dirigía Alberto Castellanos«, señaló en otra de las notas, «Después tenías a cuatro orquestas típicas mensuales, que eran transitorias. Las orquestas típicas en esa época tenían por lo menos quince músicos, la de jazz eran como veinte. Después tenías orquestas estables de tango para acompañar a los cantantes melódicos. Se terminaba la transmisión en el estudio de abajo “C”, se pasaba al “B” del primer piso, del “B” se pasaba al “A” del segundo piso. ¡Era impresionante! Era la época del 40 y del 50, se hacían los bailes de la radio y la gente escuchaba Troilo, Piazzolla, D’Arienzo, Pugliese. Todo en vivo».

Atilio Stampone

«Mi papá era empleado del Correo, ganaba 160 pesos por mes, y yo con el tango ganaba 600, 700 pesos… Era otro país, otra sociedad, eran bacanes todos los músicos», señaló, recordando de su etapa con Piazzolla que «él me llevaba 6 o 7 años, era director de la Orquesta de Fiorentino, se quería independizar, me preguntó: ¿No querés formar una orquesta?”. Y bueno, así empecé…».

Su larga historia nunca dejó de lado el amor que sentía por la música clásica, y sus obras también llegaron al cine: «Tuve suerte, me encargaron la música de la película “Guapo del 900”, con Alfredo Alcón, que fue un gran éxito a tal punto que el se hizo famoso con esa película, después hice “La mano en la trampa”, seguí haciendo música de cine y así llegué a “La historia oficial”, el último trabajo que hice».

Stampone viajó por todo el mundo con su música, junto a Oscar Aráiz fue célebre el espectáculo que hicieron en Ginebra, y siempre destacó que «cuando asumió Alfonsín, en el 84, hicimos dos funciones en el Teatro Colón, una de abono y otro para todo el público, después seguí haciendo la música de ese espectáculo por todo el país». Pero a mí me gustó siempre estudiar. ¡Y sigo estudiando!… El que cree que sabe, no sabe nada… ¡porque no terminamos nunca de aprender!». Testigo y protagonista de un capítulo de la historia grande del tango, la música que nos identifica en todo el mundo, este miércoles llegó el final para don Atilio Stampone. El aplauso será eterno.

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