Esta semana, por primera vez, un vehículo autónomo cuyo “software” de manejo está siendo íntegramente desarrollado en Argentina, por ingenieros e investigadores locales, exhibió en público sus actuales habilidades conductivas: recorrió media docena de circuitos con curvas, zanjas y obstáculos, en un predio cerrado. Todo eso llevando pasajeros y un conductor que, en ningún momento de la prueba, tocó el volante o los pedales. El único “comando” dado por un humano fue un “enter”, generado desde el teclado de la computadora de control, ubicada en el asiento trasero. Este paso es, apenas, el inicial. Los desarrolladores esperan tener rodando por las calles del GBA, en los próximos dos años, una miniflotilla de vehículos autónomos, con un nivel de autonomía intermedio (nivel dos).
“Nuestro proyecto es avanzar en el desarrollo de los algoritmos y la puesta a punto del “cerebro” necesario para que un vehículo autónomo pueda circular en calles y rutas argentinas, un entorno que no necesariamente es el mismo que los vehículos encuentran en otros países, con otras culturas de manejo”, dijo el ingeniero Ignacio Mas, investigador del Conicet y coordinador de Linar (Laboratorio de Inteligencia Artificial y Robótica) que funciona de la Universidad de San Andrés (UdeSA). En ese centro de estudios un equipo de una decena de investigadores, docentes y alumnos de diversas carreras trabajan en vehículos autónomos capaces de “adaptarse” y responder a la demanda local.
Según explicó Mas, este desarrollo pionero se enfocó en dotar a un auto Ford Fusion Hybrid importado, que ya trae de “fábrica” una sofisticada computadora, de una serie de sensores “extra” que incluyen un radar tipo Lidar, media docena de cámaras de video y un GPS de alta precisión (un centímetro). Pero, lo más importante, fue que al auto le agregaron un “cerebro” informático (una computadora potente) con un software desarrollado en Argentina, que se ocupa de recibir la información que captan los sensores, integrarla y analizarla para poder tomar decisiones de conducción. Luego debe darles las órdenes electrónicas precisas al volante, motor y frenos para que el auto cumpla el recorrido precargado por sus programadores, sin llevarse nada por delante y transportando a sus pasajeros en forma segura.
Nacional. Un detalle sobre el que Mas puso énfasis en la presentación es que los algoritmos que controlan a un vehículo autónomo, que todas las grandes automotrices del mundo están explorando, no son todos iguales. “Deben ser capaces de ‘interpretar’ el entorno específico de cada país, y también la particular idiosincrasia de sus conductores, peatones y demás circunstancias de calle. En cada geografía los protagonistas reaccionan en forma diferente”, dijo.
Por eso mismo, si alguna vez Argentina quiere tener en sus caminos autos, pickups y camiones capaces de asistir a sus conductores, tomando incluso el control total del vehículo, el “cerebro” electrónico debería ser “localizado”. “Aunque estas tecnologías se desarrollan mayormente en países del Primer Mundo, si queremos que funcionen bien en América Latina tendremos que adaptarlas a nuestro entorno”, dijo el experto del Conicet.
“Este es, apenas, el primer paso”, adelantó Roberto Bunge, director del Departamento de Ingeniería y director de la carrera de Ingeniería en Inteligencia Artificial de la UdeSA. “Hasta ahora nuestro auto autónomo se probó en un circuito cerrado y controlado. Pero la idea es que vayamos mejorando el software y los algoritmos de inteligencia artificial de manera que el auto pueda ir reconociendo los objetos que “ve” (peatones, semáforos, ciclistas, otros autos, etc.), predecir su comportamiento y poder tomar decisiones de manejo seguras, en el tiempo apropiado”. El proyecto demandó una inversión, hasta ahora, cercana a los US$ 250 mil, que aportó media docena de sponsors del Linar. Y los responsables del laboratorio contaron que quieren quedarse con este único ejemplo: ya están planificando sumar otro vehículo, posiblemente una camioneta, para seguir desarrollando soluciones de conducción autónoma, capaces de transportarnos por las ariscas calles argentinas.
Adiós a los buses y camiones con chofer
Si bien al pensar en vehículos autónomos la primera imagen son autos sin chofer, lo cierto es que es muy posible que los primeros transportes de este tipo no sean autos sino camiones. La razón es simple: según cálculos del Departamento de Transporte de Estados Unidos, la cantidad de carga transportada en camión aumentó, en la última década, un 56%. Y se espera que prácticamente se duplique en los próximos 25 años. Con esa demanda en alza, no es raro que las empresas piensen en vehículos que necesiten menos, o prescindan, de los camioneros. Por eso avanzan las soluciones que apuntan a camiones SAE nivel 4, un nivel de tecnología de conducción autónoma que incluye la automatización de la conducción para que el vehículo pueda realizar todas las tareas de conducción, en situaciones específicas, sin esperar que una persona intervenga. Como resultado, el vehículo continúa funcionando de manera automática aun si el conductor (si hay uno en la cabina) no reacciona. Más allá de las protestas que esto genere, sin duda es una posibilidad: vale recordar que el primer prototipo de camión autónomo lo presentó, en 2014, la empresa Daimler, con su Mercedes-Benz Future Truck.