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Alberto Fernández vs. Máximo Kirchner: qué hay detrás de la guerra en el Frente de Todos

«Cuando un compañero critica a otro deja de ser peronista», dijo primero Alberto Fernández. Cuando el periodista remarcó que la frase se convertía automáticamente en una respuesta directa a Máximo Kirchner, que en la tarde del sábado lo había criticado en durísimos términos, sin que hiciera falta mencionarlo, el Presidente se hizo el desentendido: «Es un hombre respetable, yo lo respeto mucho pero llamo a la reflexión, no está entre nosotros la adversidad».

Al mandatario, resaltan sus colaboradores, no le interesa entrar en un debate interno con Kirchner. Está enfocado, juran, en tratar de imponer el debate parlamentario en torno al proyecto de renta inesperada, consensuado con Sergio Massa. La entrevista radial de este domingo, por caso, estaba pautada desde el viernes, antes del discurso del jefe de La Cámpora. 

Fernández, sin embargo, no fue del todo sincero cuando se refirió al diputado como «un hombre respetable». Desde que el jefe del PJ bonaerense renunció a la presidencia del bloque del Frente de Todos en la Cámara baja, y se dedicó a militar activamente en contra del acuerdo del Gobierno con el Fondo Monetario, el mandatario se refiere a él en privado con las peores frases. Es, al menos, lo que circula por parte de su entorno.

«No entiende nada», ha llegado a ventilar frente a algunos confidentes. Es mucho más severo con el diputado que con la vicepresidenta. 

El último de los trascendidos presidenciales que llegó a oídos del líder de La Cámpora se originó en la cena que el jefe de Estado mantuvo en Olivos con la cúpula de la CGT -sin Pablo Moyano-, a fines de septiembre. Según los propios comensales, en esa comida se habló de la necesidad de ponerle el año próximo un punto final a «20 años de kirchnerismo». Kirchner le respondió, también sin mencionarlo, un par de semanas después, en un acto en Morón, en la previa de las elecciones en Brasil: «Para algunos, 20 años es el fin de un proceso político, para Lula quizás es el comienzo de uno nuevo», lanzó el diputado.

Al ex presidente del bloque K en Diputados también le habían advertido por supuestas reflexiones presidenciales en una cena por esos días en el quincho del barrio porteño de Almagro del diputado Eduardo Valdés, que contó con la presencia del jefe de Estado, de Juan Manzur y de una docena de legisladores. La advertencia, según las fuentes, llegó distorsionada por culpa de un diputado de Entre Ríos que se pasó con el vino.

Sin retorno

Lo cierto es que el vínculo entre Fernández y Kirchner hijo no tiene retorno desde el verano, tras la ruptura por la salida del diputado de la jefatura del bloque y sus insistentes críticas a la gestión de gobierno y a los colaboradores más cercanos al Presidente. 

Desde ese momento, no se hablan. La última foto juntos en un acto público es de mediados de diciembre pasado, en San Vicente, en la asunción del hijo de la ex Presidenta como jefe del PJ bonaerense. La relación, para entonces, ya estaba deteriorada.

El 17 de noviembre del 2021, tres días después de la derrota electoral que provocó un tsunami político en la cúpula de la coalición de gobierno, el Presidente se armó un acto en Plaza de Mayo, organizado por los movimientos sociales afines y la central obrera, y avisó que su «mayor aspiración» en 2023 pasaba por elegir, «desde el último concejal hasta el presidente», en internas abiertas.

Esa tarde, en el marco del Día de la Militancia, la columna de La Cámpora llegó tarde a la plaza, como una señal de reprobación a la puesta en escena ideada por la Casa Rosada. El próximo jueves 17 de noviembre, la postal será la opuesta: Cristina Kirchner como única oradora en el estadio Diego Maradona de La Plata, acompañada por La Cámpora y el kirchnerismo duro, en medio de la discusión por las PASO y las candidaturas del año que viene.

Cuando Máximo Kirchner renunció al bloque, primero se lo adelantó al Presidente, en una charla tensa que tuvo lugar en Olivos y que el jefe de La Cámpora se encargó de que trascendiera con una frase que le dijo al propio Fernández en la cara: que él no había estado de acuerdo en 2019 con que se haya postulado como el candidato del Frente de Todos. «(Cristina Kirchner) Tomó una decisión que a mi entender fue equivocada», volvió a señalar la semana pasada.

Contactos mínimos

Hace tiempo que no hay dirigentes de La Cámpora por fuera del Gabinete que tengan relación con Fernández. Solo el ministro Eduardo «Wado» de Pedro, o funcionarias como Luana Volnovich y Fernanda Raverta, interactúan por temas de la gestión. De Pedro suele tener algo más de diálogo por su decisión de ampliar los vínculos incluso en el círculo rojo. Pero Andrés Larroque, por ejemplo, habla con colaboradores como Julio Vitobello, Juan Manuel Olmos o Gabriela Cerruti cuando la situación lo amerita.

Hasta antes del 2019, Kirchner y Fernández sí tenían buen vínculo, en el marco de la construcción de la candidatura presidencial definida por la ex Presidenta. Ahora, el recelo es mutuo

Para Máximo Kirchner, el desafío es especial. Sin la popularidad de su madre, afronta hacia adelante un escenario incierto por el futuro de la agrupación que conduce y que no goza del visto bueno del peronismo. Dicen, por caso, que una de las conversaciones con Fernández que más disgusto le causó al diputado fue aquella en la que el Presidente le sugirió reformular La Cámpora porque todas las encuestas daban cuenta de la altísima imagen negativa de la organización.

En la cúpula de «la orga», los debates son intensos y trascienden una serie de pases de factura entre algunos de sus principales miembros que dejaron de ser jóvenes idealistas y que hace tiempo, en su mayoría, peinan canas.

«El Cuervo» Larroque, por ejemplo, renunció al cargo de secretario general de la organización. La vuelta de Facundo Tignanelli, muy cercano a Máximo Kirchner, a las primeras líneas terminó por enfurecer al ministro bonaerense. Qué representa hoy La Cámpora es una discusión interna que desvela a unos cuantos.

Alberto Fernández conoce ese debate puertas adentro de la agrupación, y sabe que su proyecto de reelección provoca ira en el camporismo y en la propia Cristina Kirchner. Y está dispuesto a dar la pelea desde la debilidad del poder.

El viernes, antes de que la ex Presidenta reapareciera públicamente en el plenario de la UOM, en Pilar, Fernández visitó Esteban Echeverría junto a Fernando Gray. Al intendente le pidieron especialmente de Casa Rosada que armara la recorrida por el distrito justo antes de que hablara la vicepresidenta.

Gray es el jefe comunal que impugnó la asunción de Máximo Kirchner en el PJ bonaerense: llevó al jefe de La Cámpora hasta la Corte Suprema. 

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