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Regresa Manzur a Tucumán y Juntos por el Cambio todavía no acordó la fórmula

Juntos por el Cambio es un ejemplo explícito de como en política se puede perder el tiempo por ausencia de estrategia y dilapidar una coyuntura favorable como la que tuvieron a partir de Noviembre de 2021. En esa oportunidad casi 400 mil voluntades le dieron la confianza del voto en las urnas.

Pero al frente le costó administrar el disenso y no supo elaborar una estrategia para enfrentar a un oficialismo que se debe hacer cargo del fracaso político de Alberto Fernández, y de la sangría económica y social que dejará en el país cuando abandone Casa Rosada, para nunca más volver, a pesar de haber expresado que medita presentarse a la reelección.

No podrán decidir la fórmula con la que competirán el 14 de Mayo en internas porque el tiempo ya se les pasó para poder hacerlo, solo les queda mirar las encuestas, pero estas son herramientas que sufrieron un enorme desprestigio, confiar en ellas es más un acto de fe que un acto racional.

La otra forma que pueden utilizar es lograr un acuerdo y por consenso organizar la fórmula. Esto se torna imposible, ante la inflexibilidad de los dos máximo dirigentes del espacio: Germán Alfaro y Roberto Sánchez.

Entonces, el único camino que pareciera previsible será la división, donde la UCR y el Partido de la Justicia Social compitan por separado entre ellos y la fórmula oficialista.

A todo esto quien demostró más experiencia y una mejor estrategia fue Ricardo Bussi con su Fuerza Republicana. Temprano entendió que Juntos por el Cambio no era un espacio que lo podía convocar y con el que podría soñar con alcanzar un éxito electora. Inicialmente intentó sumarse pero encontró demasiados preconceptos y resistencias políticas que no quiso forzar. Decidió abrazarse a Javier Milei y volver a buscar el apoyo de ese sector de centro derecha que vive saludable en Tucumán y que en tantas oportunidades optó por FR.

La desorientación y desolación de dirigentes y simpatizantes de Juntos por el Cambio se acrecienta a medida que pasan los días y se acerca la fecha de concurrir a las urnas. A esta altura comprendieron que la oportunidad que tenían de pensar en un triunfo electoral se va desvaneciendo rápidamente y la incomodidad los abruma.

El café que compartieron en enero Alfaro y Sánchez no arrojó un buen resultado. No pudieron avanzar ni siquiera un centímetro para un posible acuerdo. El oficialismo festejó este y otros yerros de sus opositores, y por el contrario se muestra militante y activo en plena campaña electoral.

El peronismo pasó de una dura y cruda interna con gruesas acusaciones y descalificaciones entre Manzur y Jaldo al abrazo político desconcertante hasta para sus propios seguidores que no terminaron de digerir ese inesperado gesto. Debieron dejar los pertrechos de la guerra y sentarse a tomar el té juntos los que antes se habían enfrentado con pasión peronista.

Desde las filas del Partido de la Justicia Social dejaron trascender que Germán Alfaro tiene preparado un acto político en el Parque 9 de Julio para fin de mes, donde anunciaría oficialmente su candidatura y daría a conocer a su compañero o compañera de fórmula.

Del lado de la UCR algunos especulan con una fórmula Sánchez-Campero y con un desdibujado y desteñido José Cano como candidato a intendente de la Capital. Como sea, de concretarse estas especulaciones las posibilidades electorales se devalúan por el solo hecho de concurrir divididos a las urnas, frente a un oficialismo que cuenta con un ejército de dirigentes y punteros que patrullan todos los rincones del territorio tucumano, a quienes no les faltan los fondos suficientes para alcanzar cualquier objetivo político que se propongan.

La división podría solo generarle beneficios a Germán Alfaro, quien cree que mantendrá bajo su poder la municipalidad capitalina y ante un eventual gobierno de Rodríguez Larreta a nivel Nacional le permite soñar con algún cargo en el gabinete, desde ese lugar seguir generando hechos políticos y transformarse en un férreo opositor al oficialismo tucumano y finalmente esperar el próximo turno electoral.

Finalmente si el Peronismo se apresta a lograr otro triunfo electoral el 14 de Mayo repetirá un hecho que ocurre desde el retorno a la Democracia en el año 83, salvo un interregno de cuatro años donde Antonio Domingo Bussi se alzó con el triunfo. El Peronismo aprendió que la desunión los lleva a arriesgar y perder el poder, eso lo demostraron luego de la interna entre Manzur y Jaldo, por eso luego de la última trompada vino el abrazo político. Algo que la oposición tucumana pareciera que no supo tomar nota y perdió la posibilidad de aprender una máxima política para todos los tiempos.