Hacia comienzos de abril de 2020, la imagen positiva del presidente Alberto Fernández llegó a registrar un récord del 82%, un incremento de 32 puntos porcentuales en cuestión de semanas producto de las medidas preventivas aplicadas al comienzo de la diseminación del COVID-19 en el país. Aquel estudio de la consultora Poliarquía daba a entrever una ocasión inmejorable para cimentar un piso elevado de aprobación a posteriori.
Sin embargo, ese escenario no sucedió. La misma complejidad pandémica, furcios en la gestión política y el mismo aplacamiento del Presidente desembocaron en el derrotero de su imagen, materializándose finalmente en el overshooting de los dólares paralelos en octubre de ese año.
«Los liderazgos tienen una ventana de oportunidad. En la pandemia decidió no utilizar esa sobrerrepresentación para construir un liderazgo diferente que después se fue diluyendo», opinó el analista político y codirector de Escenarios, Federico Zapata.
De alguna manera, opina Zapata, a partir de ese momento, Alberto Fernández sacrificó la eficiencia de la maquinaria estatal: «Ante un sistema presidencialista, si no se conforma un liderazgo, lo que tenemos es esta situación donde no sabemos exactamente quién manda adentro del Estado».
La renuncia del Presidente y su rol hasta diciembre
A menos de 8 meses de la fecha estipulada para la entrega de la banda presidencial, el jefe de Estado comunicó que no se presentará para su reelección. El Presidente se encontraba desde hace meses relegado a una agenda secundaria, basada en actividades de escasa injerencia en las cuestiones relevantes para la opinión pública. La decisión de bajar una candidatura expresa un reconocimiento de la licuación de su poder, coinciden todos los consultados para este artículo.
El analista político y director de Synopsis, Lucas Romero, incluso enfatiza que «Alberto Fernández pasó de ser un pato rengo a un jarrón chino». «»Las presiones terminan desembocando en esta renuncia. Las condiciones políticas para su candidatura no estaban dadas, entonces postergó esta decisión en un modo extorsivo para tratar de retener algo de poder, y hasta acá llegó».
A pesar de que Fernández continúa manteniendo los instrumentos institucionales con capacidad de veto, Romero opina que no los puede usar en contra de la voluntad mayoritaria del Frente de Todos: «Tiene la lapicera, pero ha quedado en minoría dentro de la coalición. Entregó el gobierno a cambio de que lo ayuden a llegar».
Sobre este aspecto opinó diferente el analista político y consultor Daniel Montoya: «En última instancia se llevó a cabo un proceso de transferencia de poder, pero con un tremendo problema, la lapicera la sigue teniendo el Presidente. Cualquier cosa que se haga van a tener que contar con la firma de él».
«En el marco de la antesala de un proceso hiperinflacionario, esta cuestión es diferente al de otras pujas de poder, porque esta amplifica los problemas. Con su decisión Alberto Fernández abrió la posibilidad que se genere un efecto ‘Puerta 12′, en la que podés dar instrucciones pero que no generan nada dado el proceso caótico que se desencadena», añadió.
Al respecto de la decisión comunicada por el Presidente el último viernes, Gustavo Marangoni, analista político y socio de M&R Asociados, opinó: «El Gobierno estaba loteado hace tiempo, el Presidente mantenía una agenda poco significativa, casi de mandatario europeo, y me parece que su renuncia no varía sustancialmente nada. En todo caso, seguirá con una agenda poco significativa, dinámica que quizá se vaya a profundizar en los próximos meses».
«¿Qué incentivos tiene entonces para adentrarse en la gestión central del Ejecutivo?», le repreguntó este medio, a lo que Marangoni respondió: «Es tratar de que algunos de sus colaboradores integren alguna lista. En cuanto a lo funcional del Gobierno, lo veo muy restringido. Lo que empieza ahora va a tener determinadores de la estrategia electoral y de gobierno a la dualidad conformada por Cristina y Massa, aunque tampoco dejaría de mencionar a los gobernadores e intendentes del Conurbano».
Por su parte, Zapata explicó: «La decisión transparenta esa disminución de poder relativo que tenía el Presidente. Me parece que sí tiene capacidad de ser un actor en una mesa donde se defina la oferta electoral. Eso explicaría que él pueda contribuir mediante herramientas institucionales, colar nombres en algunas listas que le parecen relevantes algún juego electoral».
Cuál será la dinámica del Gobierno y la estrategia electoral
El codirector de Escenarios fue sintético: «El Gobierno hoy es Massa. Se tiró arriba de una granada y probablemente el experimento de Massa es como la última estación del gobierno». Ante esa coyuntura, Zapata dijo que será fundamental «que el Gobierno disocie lo que es la estrategia electoral de un relativo ordenamiento de la maquinaria gubernamental. Y dada la crisis de Alberto y la no constitución del albertismo, el rol hoy es de Massa». Según definió, la gran incógnita para estas elecciones versa en cuál es el liderazgo político que puede transicionar hacia una nueva matriz de acumulación económica agotada.
Romero, por su parte, opinó que el funcionamiento gubernamental «no va a cambiar nada«. «Esto quizá pueda esclarecer la discusión electoral, porque ya se corre un obstáculo [Alberto Fernández] que estaba empecinado en no correrse. Ahora viene la discusión en términos electorales. El oficialismo necesita mostrar que está competitivo». Según el analista, Massa sería el candidato ideal de Cristina, pero la viabilidad de su presentación depende de la situación económica.
Montoya enfatizó en que para los meses venideros lo central es la reconstrucción del poder político, aunque hizo una salvedad: «Estos procesos complejos que no obedecen a una fecha ni al calendario electoral. Lo político es siempre la madre del problema económico, y Cristina es la dueña de esas llaves. Hay que ver como Cristina administra estos meses que quedan largos. Porque sin sustento político es imposible», finalizó.
Por su parte, Marangoni hizo énfasis en que «los demás espacios políticos están todos armados y en el oficialismo no saben sus candidaturas». «Era natural el corrimiento de Alberto. Ahora queda sentar a intendentes, gobernadores, CGT y todo. Tenés que estimular a una tropa, darles motivos y movilizarlos para captar votos», agregó.