Hacía mucho tiempo que la apertura de la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires no transcurría en un clima de tanto respeto y buenas maneras, solo salpicado por algún que otro exabrupto, como los proferidos por el ministro de Cultura de la Nación, Tristán Bauer, que no pudo evitar mencionar al ex presidente Mauricio Macri.
Esta 47° edición de la muestra tiene una peculiaridad: son los últimos discursos tanto de Bauer como del ministro de Cultura porteño, Enrique Avogadro, quienes dejarán sus cargos a fin de año, cualquiera sea el resultado de las elecciones generales de octubre próximo.
El texto del presidente de la Fundación El Libro, Alejandro Vaccaro; el del gobernador de la región metropolitana de Santiago de Chile –ciudad invitada de honor este año-, el del ministro de las Culturas del país trasandino, Jaime de Aguirre, y luego el del ministro Avogadro fueron en pos del consenso y el diálogo tras recordarse los 40 años de democracia ininterrumpida que celebra este año la Argentina y los 50 años del golpe de Pinochet que conmemora Chile.Inauguración de la Feria del Libro 2023
Se refirieron todos a la necesidad del “diálogo”, esa conversación pública que en democracia resulta indispensable más allá de las diferencias ideológicas. Y destacaron que el diálogo y el hermanamiento vienen de la mano del libro y la lectura.
Sin embargo, al dirigirse a un auditorio que reunió más de 800 asistentes, Bauer echó mano de críticas al gobierno del ex presidente Mauricio Macri y, en sintonía con los caballitos de batalla preferidos por la vicepresidente Cristina Fernández de Kirchner, se remontó al bombardeo del 55 en Plaza de Mayo, para hablar de “odio”, de “medios de comunicación perversos” y de “tiempos judiciales no justos” para concluir que se “sigue bombardeando la democracia”.
“En este lugar, hace un año, denunciábamos la gravedad que significó que durante el gobierno de Mauricio Macri se sancionara una ley para quitar la financiación a las actividades culturales y a las bibliotecas populares, y nos comprometíamos a revertir ese penoso legado. Pues bien, hoy queremos agradecer a todas las diputadas y diputados, senadores y senadoras que votaron por la continuidad de las asignaciones específicas por cincuenta años más”, dijo Bauer, alentando quizá un aplauso facilista que no llegó.Tristán Bauer criticó a Macri
Antes, al abrir el extenso acto, Vaccaro señaló –en un giro copernicano respecto de su reflexión durante la rueda de prensa de presentación de la programación de la Feria– que “no podemos dejar de advertir que la escasez de papel para la industria del libro, sumado a los ingentes problemas para su importación constituyen un combo perfecto que pone en peligro la tan necesaria bibliodiversidad. Esta circunstancia afecta al lector y a toda la cadena de valor. El Estado debe jugar un rol fundamental para garantizar el papel necesario para toda la industria. Debemos recordar, aunque no sea necesario, que el libro es mucho más que una mercancía que produce resultados económicos, el libro es educación, conocimiento, memoria, y múltiples cosas más”. En marzo pasado afirmó que la bibliodiversidad no está en riesgo.
Vaccaro mencionó que este año se inaugura una nueva sala cuyo nombre rinde tributo al sociólogo y ex director de la Biblioteca Nacional, Horacio González, quien falleció en 2021. En un párrafo que pronunció con cierto fervor patriótico, el presidente de la Fundación dijo: “El pluralismo, la confrontación de ideas, políticas, religiosas, estéticas, etc. están garantizadas, pero no permitiremos bajo ningún punto de vista que quienes alentaron y hoy quieren justificar las sangrientas dictaduras que asolaron nuestro país, quieran usar este extraordinario escenario para intentar suscribirse a la apología del delito. No por ser una minoría insignificante, sino porque nos debemos la obligación de velar por la dignidad que ofrece la libertad de pensamiento, y no darles lugar a quienes la coartaron”. Y ahí nomás arrancó un aplauso cerrado.
Además, anunció que el editor Nacho Iraola asumirá una comisión de Innovación y Cultura en la Fundación El Libro para coordinar el trabajo con nuevas tecnologías.Enrique Avogadro reivindicó el Pase Cultural
Agradecidas fueron las intervenciones del ministro de las Culturas, las Artes y el Patrimonio de Chile, Jaime de Aguirre, y del gobernador de la región metropolitana de Santiago de Chile, Claudio Orrego, quienes pusieron de relieve que a principios de abril le presentaron al presidente Gabriel Boric, un proyecto sobre la Política Nacional de la Lectura, el Libro y las Bibliotecas, una hoja de ruta que tiene como principal objetivo avanzar y reconocer el acceso a la lectura y al libro como un derecho social y cultural.
Esta política considera la implementación de 81 medidas en cinco ámbitos de acción: lectura, creación, industria del libro, patrimonio bibliográfico y marco jurídico. E incorpora de manera prioritaria a las bibliotecas como vehículos para acercar la lectura y el desarrollo social y cultural de comunidades y territorios”. Una forma de achicar la enorme brecha desigualitaria que el país trasandino tiene entre los muy ricos y los muy pobres.
Editores chilenos y argentinos están empezando a trabajar una idea muy auspiciosa: celebrar en Chile un encuentro con representantes de las ferias del libro más grandes de América latina (Buenos Aires, Bogotá y Guadalajara) para darle un fuerte impulso a una muestra como la nuestra cruzando la Cordillera.El highlight de la velada: el exquisito discurso de Martín Kohan
Tanto el gobernador Orrego como el ministro Avogadro, que brindó un discurso empático y sereno, se refirieron a un lindísimo proyecto que lleva 23 años de éxito en Chile: Santiago en 100 palabras. Todos los ciudadanos en forma abierta, y luego seleccionados por un jurado, describen sus sentimientos respecto de la ciudad exactamente en esa cantidad de vocablos. El regalo a nuestra ciudad es “Buenos Aires en 100 palabras”, la iniciativa que conducirá la Fundación Plagio, de Chile, con el ministerio de Cultura porteño.
Avogadro subrayó: “Cada apertura de la Feria indica el signo de una época. Este año, que transitamos los 40 años de la recuperación de la democracia, necesitamos reforzar el valor de la palabra y el diálogo. La cultura tiene mucho para aportar en este sentido. Nuestra democracia tuvo en los libros un refugio en los tiempos más oscuros, circularon de mano en mano pese a las prohibiciones y censuras, relatando de manera literal o alegórica lo que sucedía”.
Y puso el acento en que “también los libros fueron fundamentales más tarde en la primavera democrática para entender, conocer, y resignificar lo que había sucedido. Libros que atravesaron las diferentes y frecuentes crisis de estos 40 años como parte de nuestra identidad nacional. Infinidad de libros que también nos ayudaron a superar recientemente la pandemia mediante su compañía silenciosa. Nuestra historia y nuestra democracia nos dicen que necesitamos apostar por los libros, y por el desarrollo de todas las industrias culturales que caracterizan a nuestro país, porque exportamos talento a todo el mundo, y esta Feria refleja cabalmente lo que podemos hacer cuando trabajamos por un fin común”.
Pero Bauer le puso su nota discordante a la armonía que ni las moscas se atrevieron a romper. Del 1955 saltó a 1973 y luego a la dictadura en 1976 para resumir: “Julio Cortázar nos decía que a la Argentina había llegado lo diabólico (refiriendo a la dictadura del 76), lo demoníaco, aunque aclaraba que lo diabólico por desgracia en ese caso, era humano, demasiado humano. Hoy, mediante ese conglomerado de discursos de odio, medios de comunicaciones perversos y sistemas judiciales que no son justos, se sigue bombardeando a la democracia en el intento de quebrarla. Ese es nuestro gran desafío, no subestimar los hechos de violencia política”. Y no dejó pasar la oportunidad para referirse al atentado –sin juicio ni condena aún- sufrido por Cristina Kirchner a manos de la llamada banda de “Los Copitos”.
Un discurso memorable
Finalmente llegó el momento memorable de la inauguración. El discurso exquisito de Martín Kohan, titulado “El salón literario”, que bien pudo llamarse “la venganza del escritor”. Antes del inicio, en un saludo informal, el autor de Ciencias morales había advertido que hablaría durante una hora. Parecía una broma. Pero, en efecto, leyó 22 páginas imperdibles que comenzaron por todos los ingresos posibles a la Feria, metáfora de los públicos que la habitan cada mes de abril.
En uno de sus brillantes párrafos, Kohan dijo: “La Feria en medio del ruido de la ciudad, las voces en medio del ruido de la Feria. ¿No es esa acaso la manera en que discurre el decir literario en el espacio más bien ajeno de la sociedad, de la realidad general? Las voces del decir literario no están en primer plano, no son las que preponderan. Lo que prevalece mayormente es la frase suelta de impacto, la frase drástica que sirve de título (de una nota o una entrevista que ya no hará falta leer), la frase asertiva tuiteable, la que ahora mismo me esmero por evitar. Las voces del decir literario, incluso cuando elevan su volumen, tienden a circular como un murmullo (“No siempre lo más importante que se tiene para decir es lo que se dice en voz más alta”, dijo alguna vez Walter Benjamin, y no lo dijo en voz muy alta)”.
Martín Kohan arrancó muchos aplausos agradecidos antes y después de su intervención. En otro fragmento reflexionó: “Vivimos tiempos de vociferación. Pienso en una escena que imaginó Ricardo Piglia en Respiración artificial, la del encuentro entre Franz Kafka y Hitler, la idea de que Kafka ‘supo escuchar el murmullo de la historia’, la idea de que alcanzó a cifrar en su literatura, a manera de murmullo, el relato de lo que vendría. No me estoy refiriendo ahora a esos casos en los que, en determinadas circunstancias, y en razón de diferentes factores, puede darse que un escritor o una escritora ocupen un lugar más o menos visible en la escena pública y, una vez ahí, tomen la palabra; eso de por sí es de otro orden, toca al lugar social que puede caberles a esos escritores como figuras públicas (si lo son), como intelectuales (si lo son), como activistas de alguna causa (si lo son), como presencias en los medios (si la tienen). Pero deja de cualquier manera pendiente la pregunta por la literatura misma, que es en lo que ahora me interesa detenerme, porque me interesa pensar a las ferias como ferias de libros y de lectores más que demostración de escritores”.
Por delante quedan tres semanas que incluyen un impresionante stand de Santiago de Chile como ciudad invitada; un prolijo y atractivo pabellón de provincias argentinas, con una oferta muy novedosa; más de 1.200 actos culturales en una docena de salas, la Maratón de Lectura, los diálogos de escritores nacionales e iberoamericanos, todo lo que convoca a encuentros de amigos que visitan la Feria solo por el placer de ser lectores, de amar los libros y de disfrutar una copa cuando las puertas de La Rural cierran hasta el día siguiente.