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Midieron la infelicidad argentina durante y después de la pandemia

La resaca suele ser más pesada que el exceso. Un poco de eso puede explicar los resultados de una investigación que por primera vez mide cómo quedaron los argentinos después de la crisis inédita del Covid. Los coletazos no sólo se extienden en el tiempo, sino que los sentimientos de infelicidad y depresión ​se volvieron más profundos tras la pandemia que mientras ésta duró.

El año 2022 fue el primero luego de la crisis sanitaria en el que la gente empezó a recuperar más o menos su vida “normal” y a recoger los pedazos que habían quedado desperdigados en la batalla, un trauma social y económico de los más grandes que se tengan recuerdo. A priori podría pensarse que nada podría superar el sufrimiento de atravesar ese infierno. Pero los argentinos, según una encuesta de la Universidad Católica Argentina (UCA), refutan ese prejuicio.

Ese año de corte (2022) fue elegido por la UCA para medir una serie de variables de la vida de los argentinos que dan cuenta del deterioro experimentado. Los autores del trabajo fueron Carolina Garófalo, Solange Rodríguez Espínola, María Paternó Malavella, Nazarena Bauso y Francisco Laferriere.

El informe se titula “Desigualdades y retrocesos en el desarrollo humano y social 2010-2022. El deterioro del bienestar de los ciudadanos en la pospandemia por Covid-19”. Si bien la pandemia fue una hecatombe global, las estrategias para enfrentarla -mejores o peores- fueron propiedad de cada país y gobierno. Y ese cóctel de decisiones gubernamentales fue en definitiva lo que terminó arrojando el saldo final de la pesadilla.

La investigación de la UCA analiza, en el período mencionado, varios aspectos de la vida de los argentinos: el sentimiento de infelicidad, el malestar psicológico, el déficit del estado de salud percibido, no haber realizado una consulta médica pese a esa percepción y el crecimiento del uso de la salud pública. También evalúa la disconformidad con el funcionamiento de la democracia y la desconfianza en las instituciones.Negocios cerrados en la peatonal Florida en plena cuarentena por el Covid, el 22 de junio de 2020. Foto: Germán García AdrastiNegocios cerrados en la peatonal Florida en plena cuarentena por el Covid, el 22 de junio de 2020

La investigación dice que “2022 estuvo marcado por un contexto internacional adverso, sobre un escenario local recesivo, con alta inflación y desfavorable en materia de empleo que produjo la pérdida de ingresos y menor consumo de los hogares. Además, la poca mejoría respecto al año 2021 en el ámbito del empleo se debió al incremento de trabajos informales, a un subempleo inestable que empeora las condiciones del bienestar, de la salud, de los proyectos personales, desmejorando la mirada a las instituciones democráticas”.

Agrega que “desde 2010, las desigualdades sociales, económicas y laborales sitúan a las personas con mayor vulnerabilidad en franco deterioro de su bienestar. Así, en un panorama empobrecido, las personas continúan padeciendo carencias no sólo materiales, sino también en aquellas cuestiones subjetivas que hacen a las expectativas de un logro en mejoras de sus derechos a la salud plena, a la igualdad social y a un desarrollo humano que derrame por sus capacidades y habilidades”.

El malestar psicológico evalúa la sintomatología ansiosa y depresiva sin indicar patología o trastorno. Durante el periodo 2010-2022 observaron una tendencia relativamente constante de alrededor del 20%, con valores que fluctúan entre el 18,4 por ciento (2010) y 25,4% (2022).

“La última medición refleja el valor más elevado en la serie, incluso superando a lo reportado en 2020, año de mayores condicionantes negativos por el impacto de la pandemia por Covid”, dicen los investigadores. Explican que “el malestar psicológico aumenta a mayor vulnerabilidad socio-ocupacional: es mayor en el bajo marginal, y alcanza a alrededor de 4 de cada 10 adultos”.

El sentimiento de infelicidad implica sentirse poco o nada feliz, alcanza en promedio a 1 de cada 10 personas de zonas urbanas de Argentina y varía según la clase social. Es mayor en las clases bajas marginales (23,1%) y bajas integradas (14,9%). En este último estrato aumentó con respecto a 2021, al igual que en el sector medio profesional, donde el mismo sentimiento trepó del 7,7 al 11,3 por ciento.

El año de menor infelicidad en la clase media profesional fue 2017, cuando apenas el 3,9 por ciento se sentía de esa manera. De hecho, en esa época fue el sector más feliz de toda la población analizada en la serie 2010-2022.

En cuanto al déficit de proyectos personales, éste se manifiesta en 2 de cada 10 personas en la serie temporal medida. En 2022 arroja un 14,8% y representa un leve descenso respecto de 2021, año de salida de la pandemia. El déficit se acentúa en las clases bajas. En 2022, la falta de proyectos personales fue mayor en el estrato bajo marginal (23,5%).

Otro aspecto clave de la investigación es el estado de salud y los hábitos preventivos. El primero es el estado de salud percibido e identifica personas con problemas de salud y enfermedades crónicas o graves. Paradójicamente, durante los dos años más duros de la pandemia, el indicador alcanzó sus valores más bajos (13% aproximadamente en 2020 y 2021).

“Dicha situación podría explicarse por la prioridad conferida al Covid-19 en ese tiempo y por la baja en la prevalencia de enfermedades asociadas al contacto a partir de las medidas preventivas, entre otras posibles causas”, dicen los autores. En 2022 subió el porcentaje de personas con problemas de salud y enfermedades crónicas a un 14,7%.

Hay dos datos que sobresalen al analizar por grupos etarios el déficit del estado de salud percibido. A partir de los 60 años en adelante hubo un notorio incremento del porcentaje en 2022 con respecto a 2010. Entre los 60 y 75 años, el universo que manifiesta esa percepción negativa pasó del 15,2 al 30,9%. Y entre los mayores de 75 pasó del 10,9 al 36,5%.

En promedio, en 2010 uno de cada diez encuestados indicó no haber realizado una consulta médica a pesar de tener problemas de salud o enfermedades. En los últimos tres años fue un indicador sensible al contexto de la pandemia. En 2020, evidentemente producto de la cuarentena, el 39,9% de esa población no fue al médico y luego ese índice mejoró: alcanzó al 32,9% de los adultos en 2021 y al 17,1% en 2022. Sin embargo, el déficit no ha logrado llegar al valor prepandémico de 2019, cuando fue del 12,6%.

En el rubro que analiza la utilización del sistema público de salud, el indicador presentó su valor más bajo (25,8%) en 2020 y el más alto de la serie en 2022 (32,7%). Las clases bajas y marginales fueron los que más lo demandaron.

Menos del 10% de las personas de clase media profesional, en tanto, dijeron haber realizado la consulta médica en este subsector sanitario a lo largo de toda la serie. Sin embargo, hubo un incremento de la concurrencia entre 2021 y 2022 tanto en la clase media profesional como no profesional.

Democracia, Gobierno y Justicia

Por último, se analiza la percepción sobre el funcionamiento de la democracia y las instituciones. Ahí se observa un fuerte salto en la disconformidad con la democracia entre 2020 y 2022. En 2020, cuando la grieta se achicó por los tiempos más duros de la pandemia, ese sentimiento abarcaba al 32,2% de la clase baja y en 2022 pasó al 52,2%. Y en la clase media no profesional pasó del 37,2 al 48,3% por ciento. Los autores vinculan ese malestar a “la continuidad de las medidas de restricción a la circulación por la pandemia de Covid”.

En cuanto al déficit en la consideración del voto como factor de cambio, aproximadamente un tercio de la población dijo que el voto no funciona como una herramienta para cambiar la realidad social. Y los estratos más bajos reportan los niveles de rechazo más altos.

Con respecto a la confianza en el gobierno nacional, alcanzó su máximo histórico en 2020 con el 49,5% (con un pico de 62,2% en la clase baja), pero para 2022 sufrió una drástica caída en el nivel de apoyo por parte de la población, posicionándose en el segundo valor más bajo de la serie de 12 años (19,7%).Alberto Fernández y Carla Vizzotti, en el acto en el CCK a tres años del primer caso de Covid en el país. Foto: TélamAlberto Fernández y Carla Vizzotti, en el acto en el CCK a tres años del primer caso de Covid en el país

En cuanto a la confianza en la Justicia, la misma fue variando con el paso de los años: en 2018, se registró el valor más bajo de la serie con solo el 7% de la población conforme; y en 2021 el valor más alto con el 25,8%. “Igualmente, el nivel de apoyo que recibe es bastante bajo, en 2010 dos de cada diez personas tenían confianza en la Justicia y para 2022, sólo una de cada diez (21,4% y 18,6% respectivamente)”, consideran los autores.

Por último, el estudio refleja un alto nivel de desconfianza de la gente en los partidos políticos. En 2022, sólo el 8,2% confiaba. Para finalizar, los investigadores reflexionan: “Desde la pospandemia, y bajo las constantes grietas coyunturales que preceden y se agudizan en los últimos años, se necesita un esfuerzo estratégico entre actores políticos y la población en su conjunto a los fines de construir una población con mayor capacidad de desarrollo”.

La muestra incluyó 5.760 casos por año en conglomerados de más de 80 mil habitantes, que incluyeron la Ciudad, el AMBA, Gran Rosario, Gran Córdoba, San Miguel de Tucumán, Tafí Viejo, Gran Mendoza; Mar del Plata, Gran Salta, Gran Paraná, Gran Resistencia, Gran San Juan, Neuquén-Plottier-Cipolletti, Zárate, La Rioja, Goya, San Rafael, Comodoro Rivadavia y Ushuaia-Río Grande.

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