La canadiense Margaret Atwood (autora de El cuento de la criada) y los estadounidenses Jonathan Franzen (Las Correcciones y Libertad) y Dan Brown (El Código Da Vinci), entre más de 9.000 escritores de Estados Unidos, publicaron una dura carta pública contra la Inteligencia Artificial, dirigida a los CEO de OpenAI, Meta, IBM o Microsoft. En ella reclaman una compensación económica por la utilización de sus textos como «comidas interminables». «Imitan y regurgitan nuestro lenguaje», acusaron los autores.
«Es justo que nos compensen por utilizar nuestros escritos, sin los cuales la IA sería banal y extremadamente limitada», sostienen los firmantes de la carta. Aseguran que este desarrollo tecnológico debe su existencia a sus escritos: «Estas tecnologías imitan y regurgitan nuestro lenguaje, historias, estilo e ideas. Millones de libros, artículos, ensayos y poesías protegidos por derechos de autor proporcional el ‘alimento’ a los sistemas de IA, comidas interminables por la que no se nos ha pasado factura».
El reclamo, que se elevó a través de la organización The Author’s Guild, lleva la firma de reconocidos escritores estadounidenses: además de Atwood, Franzen y Brown, también la rubricaron Suzanne Collins (Los Juegos del Hambre), Nora Roberts, D.T. Max, Rick Atkinson y James Patterson. En total, hasta este miércoles, eran 9.194 los firmantes.
Los destinatarios son CEO de OpenAI, Meta, IBM o Microsoft, a quienes buscan alertar sobre los riesgos, trampas y atropellos de los programas de IA que estas empresas lanzaron en los últimos meses.
Los escritores reclaman que la IA -que permite clonar modelos de escritura ajenos- explota sus obras sin su consentimiento, sin respetar los derechos de autor y sin pagarles por eso.
Jonathan Franzen, otro de los escritores que alertaron sobre los peligros de la Inteligencia Artificial.
Desde la aparición de aplicaciones como ChatGPT, la tecnología tiene el atributo de escribir artículos o libros, componer música, representar imágenes a toda velocidad y hasta recrear la voz o la escritura de un artista fallecido a partir de textos colgados en Internet de manera pirata.
Se trata de un paisaje que durante mucho tiempo perteneció al ámbito de la ciencia ficción y que anticiparon productos como la serie Black Mirror. Sin embargo, ya es una realidad. Y los riesgos para el sector son grandes, ya que se está sustituyendo el trabajo de muchos actores culturales por la IA.
De hecho, diversos sectores ya pidieron elaborar leyes que los regulen. Incluso, esta tecnología novedosa fogoneó el enojo del Sindicato de Guionistas que realiza el paro de Hollywood al que se sumó recientemente el Sindicato de Actores que encabeza Fran Drescher, ex protagonista de «La Niñera».
«La IA generativa amenaza con dañar nuestra profesión inundando el mercado de libros, relatos y periodismo mediocres, escritos por máquinas y basados en nuestro trabajo», advierten los escritores.Mark Zuckerberg, presidente y director ejecutivo de Meta, uno de los gigantes a los que apuntaron los escritores de Estados Unidos
Los reclamos de los escritores de Estados Unidos contra la Inteligencia Artificial
La carta aporta un dato preocupante: en la última década, los autores han sufrido un descenso del 40 por ciento en sus ingresos. Los escritores a tiempo completo vienen obteniendo en 2022 un ingreso media de 23.000 dólares, muy poco para los estándares locales. «La introducción de la IA amenaza con inclinar la balanza para hacer aún más difícil, si no imposible, que los escritores- especialmente los jóvenes y las voces de comunidades infrarrepresentadas -se ganen la vida con su profesión».
Por eso, los autores estadounidenses reclaman, en primer lugar, que las empresas que están desarrollando sistemas de IA generativa les pidan permiso para utilizar sus contenidos protegidos por derechos de autor. Piden además que les compensen por el uso pasado y presente de sus obras. Hace unos días, OpenAI -la creadora del chat GPT- abrió un precedente, cuando anunció un convenio con Associated Press para incorporar las noticias de la agencia a su minería de datos.
Pese a estas exigencias, la regulación en el ámbito comunitario va despacio. El pasado 14 de junio, el Parlamento Europeo aprobó su propuesta al reglamento en materia de IA, que seguirá definiéndose a lo largo de los próximos meses, a buen seguro, entre fuertes presiones de los distintos lobbys. En este ámbito, se está trabajando en que se pueda distinguir entre los contenidos elaborados por IA y por humanos, y que se identifiquen las fuentes usadas, para su correspondiente remuneración.
La carta se suma al reclamo de los escritores Paul Tremblay y Mona Awad, y la actriz Sarah Silverman, quienes hace unos días demandaron a la empresa de inteligencia artificial OpenAI por haber usado sus obras sin permiso para entrenar el modelo de lenguaje, en un planteo judicial que interroga sobre las fuentes de contenido utilizadas para entrenar al sistema para generar texto a gran velocidad.
Tanto Tremblay como Awad son figuras reconocidas en el mundo literario norteamericano. Tremblay, nacido en Colorado, logró éxito como autor de novelas de terror, fantasía y ciencia ficción, como «Una cabeza llena de fantasmas». Awad es una novelista canadiense y recibió elogios de la crítica por obras como «13 maneras de fijarse en una chica gorda», al punto que Atwood la consideró como su «aparente heredera literaria». Por su parte, Silverman es una estrella de televisión desde la década de 1990, cuando comenzó su carrera en Saturday Night Live.