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Martín Guzmán no regresará a EEUU y se quedará definitivamente en Argentina

Martín Guzmán no renunció el viernes 1 para no opacar el acto de Alberto Fernández en la CGT y ahora, tiene previsto mantenerse en silencio por tiempo indeterminado, por «prudencia».

El viernes último, el ex ministro de Economía tenía agendada una reunión virtual mientras Cristina Kirchner lo acusaba de irresponsable y desestabilizador por su sorpresiva renuncia del sábado 2, difundida en Twitter cuando la ex Presidenta promediaba su monólogo de Ensenada con durísimas críticas al Gobierno. Pero se enteró enseguida de la denuncia pública de la vice, y volvió a ratificar con su entorno que no es momento de derecho a réplica.

El ex funcionario anunció que renunciaba al Palacio de Hacienda hace dos sábados, pero estuvo al frente del Ministerio de Economía hasta la tarde del lunes 4, un rato antes de que Silvina Batakis jurara en el Salón Blanco de Casa Rosada. Cuando Miguel Pesce llegó al quinto piso del ministerio para reunirse con la flamante funcionaria, se encontró con Guzmán: «¿Qué hacés acá?», le dijo el presidente del Banco Central que había hablado con él hasta casi la medianoche del viernes 1 y se enteró de su salida, al igual que casi todos, a través de las redes.

El ex ministro y Batakis habían tenido una reunión de transición, e incluso hicieron una foto que, al final, nunca se llegó a publicar: el entorno de la flamante funcionaria no lo creyó conveniente. 

Pesce y Guzmán tenían diferencias de criterio por el manejo de la economía y la política monetaria del Gobierno, y el vínculo entre ellos estaba deteriorado desde hacía tiempo.

De hecho, en la charla acalorada que el ex ministro y Alberto Fernández mantuvieron el jueves, el nombre de Pesce estuvo sobre la mesa: Guzmán le advirtió al Presidente que no podía seguir sin tener injerencia de la mesa de dinero del Banco Central y que en la última corrida, la intervención de la entidad se había demorado. Pidió, además -hubo otras sugerencias-, tener el control de la Secretaría de Energía: el jefe de Estado le dijo que al otro día le pediría la renuncia a Darío Martínez. Fernández no cumplió con ninguna promesa, y el resto de la historia es conocida.

El economista había llegado a tantear a Aníbal Fernández para ocupar la Secretaría de Energía: lo hablaron en las oficinas del Palacio de Hacienda el lunes 27 de junio. Ese tarde, Guzmán subió a sus redes un saludo a los empleados públicos en su día en compañía del ministro de Seguridad, que también era postulado para ese cargo por su amigo Fabián De Sousa, que lo habló con el Presidente. Martínez fue ratificado durante la semana por Batakis. 

Ahora, en el entorno del economista aseguran que no volverá a Columbia, la ciudad en la que se formó y desde donde empezó a pergeñar su desembarco en el Ministerio de Economía de la mano de su amigo Sergio Chodos, ratificado como representante argentino en el directorio del Fondo Monetario. Y que pretende quedarse en el país, y seguir «cerca de la política», a pesar de que fue su incomprensión del proceso político lo que, según sus críticos, terminó, en buena medida, con su salida del cargo.

A mediados de semana, se juntó con todo su equipo más cercano de colaboradores. Chodos entre ellos. Según confían, lo llamaron muchos de sus ex colegas. Y hasta presidentes.

El ex funcionario alterna entre su casa familiar de La Plata y el departamento que tiene en la zona norte de la ciudad de Buenos Aires. Dicen que podría, en breve, alquilar oficinas. Y que el mote de «consultor» todavía no lo seduce.

Guzmán y el Presidente hablaron por última vez el domingo 3, 24 horas después de la renuncia. Después, no volvieron a comunicarse.

Según sus íntimos, el ex ministro no quería irse. Pero juran que no tuvo alternativa. «Se fue de un lugar en el que quería estar, pero era imprudente quedarse y tendría consecuencias económicas», lo interpretaron.

Dicen incluso que su último y mejor aporte fue haber propiciado con su salida la vuelta al diálogo entre Fernández y Cristina Kirchner«Guzmán lo hizo», resaltan irónicamente. En broma pero un tanto en serio.

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