Solo tenían dudas y el dolor de haber perdido a sus hijos recién nacidos. Nunca se imaginaron en el estudio de un abogado de Córdoba hablando con periodistas sobre la peor experiencia de sus vidas. Creyeron que había sido voluntad de Dios o prefirieron no seguir removiendo en explicaciones médicas. Hace solo unos días, se enteraron por los medios de que un fiscal investigaba la muerte de bebés en el hospital donde dieron a luz.
Mala praxis, negligencia o intencionalidad, la Justicia analiza hasta el momento trece casos. Ocho son en relación a bebés que sufrieron cuadros sospechosos, con una evolución fuera de lo “esperable” y sobrevivieron, según confirmaron a este diario distintas fuentes. Los otro cinco son familias destrozadas por el fallecimiento de bebés, que nacieron en buenas condiciones y sin patologías previas, pero que en poco tiempo, y sin explicación clara, se deterioraron hasta morir.
Una supervisora de enfermería del Hospital Materno Neonatal consideró que pudo haber «una mano negra» detrás de las muertes de los bebés que son investigadas por la Justicia. En exclusiva con Noticiero Doce, Gladys Edith Ríos dijo que…
Clarín habló con cuatro mujeres que perdieron a sus hijos a pocas horas de nacer y aun hoy desconocen las causas.
Carolina lleva 113 días sin poder dormir boca abajo. Ataques de pánico constantes. Medicación para poder conciliar el sueño. “La única solución que yo veía hasta ayer era morirme. Pensé que todo era mi culpa hasta que este viernes vimos en televisión lo que estaba pasando”, cuenta a este diario en referencia a los otros cuatro bebés fallecidos en el hospital de Córdoba por causas que se investigan.
Su bebé nació y murió el 23 de abril. No hubo autopsia.
Brisa, de 17 años, pidió una y otra vez que alguien la escuchara. Su hija, que había nacido bien, estaba ahora fría. Luego, helada. “Todo el tiempo me dijeron que era normal”, recuerda. Para cuando le hicieron caso, horas más tarde, fue tarde. Tras el fallecimiento, no quiso saber más. Ahora, no va a parar. “Mi hija es un ángel, no tenía la culpa de nada y yo la voy a luchar por ella hasta el final”.
La bebé se llamó Melody. Nació el 6 de junio y murió el 7 de junio, según le informaron. La autopsia dice que murió el 6 de junio a las 22.30.
Yoselín (izquierda) recuerda que una enfermera se llevó a su hijo sin decirle nada
Yoselín (28) recuerda el momento en el que una enfermera, sin explicar por qué, tomó a su bebé sano y se lo llevó. Notó una mirada “rara”, asegura. Siguió lo peor. “No lo podía creer. En minutos pasé de que me felicitaran todos, que me dijeran ‘tu bebé está muy bien, felicidades’, a que una médica me dijera que mi bebé estaba grave”.
La bebé pesó 3,6 kilos. Murió ese mismo día, también el 6 de junio. No hubo autopsia, pero sus hermanas revisaron el cuerpo, porque les parecía tan sospechoso que pensaron en el «tráfico de órganos».
Vanesa ya había tenido otros dos partos por cesárea, así que la fecha estaba programada. Llegó al Hospital Materno Neonatal “Dr Ramón Carrillo” y al día siguiente dio a luz a su bebé “totalmente sano”. Lo llevaron, como de rutina, mientras a ella la pasaban a una sala de recuperación. “A la hora y media, me dicen que el estado era crítico”.
Vanesa y Raúl perdieron a su hijo a las pocas horas de haber nacido
Nació y murió el 18 de marzo, tras vivir once horas.
Coincidencias y dudas compartidas
Los puntos en común son varios entre estas madres –la quinta prefiere no dar declaraciones hasta el momento–. En los cuatro casos, se trató de embarazos a término y bebés que nacieron sanos, con buen peso. A todas les dijeron que la causa de muerte era cardíaca, pero no había señales previas que pudieran indicar patologías y tampoco se detalló qué provocó los paros.
Exceso de potasio fue lo que se encontró en dos autopsias, lo que podría indicar causas no naturales de muerte, según se conoció hasta ahora. No todos los recién nacidos fueron sometidos a ese examen y el abogado Carlos Nayi, que representa a estas cuatro mujeres, indicó a este diario que por el momento el fiscal no requirió la exhumación de los cuerpos para nuevas pericias.
Las dudas sobre una enfermera
En total, son 23 las personas que fueron apartadas de sus cargos, aunque al momento no hay imputados. Algunos indicios apuntan a una profesional del hospital. Tanto Yoselín como Carolina cuentan una escena similar: que sus bebés estaban sanos, que hubo una enfermera que se llevó a sus bebés sin decirles por qué y luego les comunicaron estados críticos.
“Los finales de nuestros bebés ya están marcados. Lo único que merecemos como familia es por lo menos tener una explicación y que se haga justicia para tener un poco de consuelo. Nuestros hijos se lo merecen”, dice Vanesa Cáceres.
Dolor de Vanesa y Raúl. Solo reclaman justicia por su hijo
El padre del bebé fallecido, Raúl, apunta al silencio de las autoridades del hospital y del Gobierno de Córdoba: “Deberían haber investigado esto mucho antes. El caso de mi hijo fue el primero, el 18 de marzo. No hicieron nada y en junio siguieron muriendo niños. Fueron 13 en total. Es una barbaridad”.
“Cuando dejes de hacerte la loca”
El 23 de abril a las 4 de la madrugada, Carolina llegó al el Hospital Materno Neonatal “Dr. Ramón Carrillo” de Córdoba con 7 de dilatación. Los maltratos que recibió fueron tanto físicos como psicológicos. Terminaría el día con la noticia de que su bebé, recién nacido, había muerto por un paro cardiorrespiratorio.
Pero cuando llegó, todo lo que tenía era ilusión: “Mi embarazo había sido hermoso. Había llegado a término y sin problemas. Todos estaba bien con mi hijo”.
Al llegar a la sala de parto, lo primero que le dijeron a Carolina fue que era “egoísta por gritar tanto”, que pensara en “las otras mamás” que estaban en la sala. Alguien cerró la cortina y la amenazó, cuenta: “Cuando te dejes de hacer la loca, ahí te vamos a atender”.
Muestra a Clarín las fotografías de cómo le quedaron los brazos, todavía visibles cuatro días después: “Yo quería estar en cuclillas y no me dejaban. Me obligaban a estar acostada entre cuatro personas sobre la camilla, me tomaban de los brazos y de las piernas. Yo pedí que dejaran entrar a mi pareja, a mi familia, pero no me dejaban. Le dije que necesitaba dejar pasar un poco el dolor de la contracción, pero me decían que no, que pujara rápido, que pensara en las otras mamás que estaban en la sala. Nunca me ofrecieron nada por el dolor”.
“Portate bien porque todo lo que le pase a tu bebé va a ser culpa tuya”, le dijeron. Cuando nació, pudo tenerlo en brazos, lo amamantó, estaba sano. Después de estar unos minutos con él, una enfermera le dijo que “lo tenía que llevar a terapia intensiva”, porque “lo veían raro”.
Lo que sigue todavía no tiene sentido. “No hubo explicación. Todo estaba bien. Me dijeron que había tenido un paro cardíaco y después me dejaron verlo y se murió ante mis ojos”. Acto seguido, le dieron un clonazepan para los nervios y una psicóloga le explicó que la culpa que sentía no era por lo que le habían dicho en el hospital, sino porque “al ser cristiana, era frecuente que se culpara”.
“Yo hasta el viernes pensaba que la única solución era morirme. Cuando escuché de los otros casos, me quedé sin palabras. No sabía qué sentir. Era alivio de que no había sido mi culpa, pero también bronca de que me lo mataran”.
Romina Ceja , mamá de Brisa y abuela de una beba muerta en el Hospital Materno Neonatal de Córdoba
Sobre la posibilidad de que la enfermera o alguien más hiciera algo intencionalmente, opinó que “no sé si haya alguien capaz”, pero afirmó que sólo descansará cuando haya Justicia cuando “le quiten el título y vayan presos de por vida” quienes sean responsables.
Su hermana, Laura, cuenta a este diario que desde el principio la familia “tuvo dudas”, porque “era un bebé sano, con controles durante todo el embarazo”. Su cuñado, el papá del recién nacido, fue quien habló con los médicos. “Lo persuadieron de no hacer la autopsia y, dolido como estaba él, dijo que no la quería”.
Seis días después del parto y fallecimiento, tras que se despidieran del bebé, decidieron ir a hablar al hospital, y el subdirector les pidió una declaración por escrito de todo lo que habían vivido. El lunes 2 de mayo, llevaron el escrito a la directora del hospital, cuenta Laura. “Nunca más se comunicaron con nosotros”, agregó.
Y siguió: “Mi hermana y mi cuñado quedaron muy afectados. Desde el comienzo, entre todos nos turnamos para no dejarlos solos. Tienen los dos ataques de pánico y de ansiedad, puede que estén hablando y les da angustia tremenda”.
“La verdad es que, en su momento, había que hacer el duelo y por eso no volvimos a pedir las explicaciones. Nosotros vivimos lejos y mi hermana estaba con once puntos por la episiotomía que le hicieron. Fue pasando el tiempo y ellos no se comunicaron. No era agradable hablar y decidimos dejar el tema. Todo eso, hasta ahora.”
“Una protagonista siniestra”
“Yoselín era una mamá sana con todos los controles, que tuvo una criatura rosagante que nació en perfectas condiciones, que nació con 3,6 kilos, sin ningún tipo de complicación. Esta historia tuvo una protagonista siniestra, una enfermera que sin avisar ni pedir permiso o dar explicación, se la lleva y ahí comienza la tragedia, una descompensación, un estado grave y finalmente el deceso. No hay vínculo lógico que pueda explicar lo que estaba ocurriendo después del nacimiento con aquel deceso en menos de media hora”, explica el abogado Carlos Nayi y la mujer asiente con la vista empañada.
Yoselín y Laura, junto al abogado Carlos Nayi, que representa a las familias de los bebés muertos en el hospital Neonatal de Córdoba
Acompañada por su hermana Zarita, ambas migrantes de Perú, la joven de 28 años escucha con la vista clavada en un punto fijo. “Yo con todo este dolor hubiera querido quedarme en casa y no estar reviviendo esto, pero si salgo a hablar es porque no quiero que esto suceda con otras personas, con otras familias. Quiero que todo esto salga a la luz y se haga justicia, y que encuentren a los culpables”, explicará a este diario.
Muestra la partida de nacimiento que marca que el parto fue a las 10.44 del 6 de junio. Era una nena, “toda rosadita”. “Me dieron a mi bebé y yo por un instante la pude sostener, como un minuto. La puse en el pecho y succionaba bien”. Inmediatamente, la llevaron a una sala de reposo. Recuerda que su pareja sostenía a la recién nacida, mientras una enfermera la atendía. “Yo sangraba todavía”.
Cuando terminó, “la misma enfermera que me estaba atendiendo tomó a mi bebé y, sin decir nada, de por qué para que se la llevaban, salió de la sala”, relata Yoselin y señala: “Me pareció raro, había algo raro en la enfermera. Me miraba no sé si con pena o qué… Pero me resultó sospechoso”.
A los cinco minutos, sigue la mujer, la misma enfermera volvió a la habitación, pero sin darles ninguna explicación tampoco. “Se puso a hacer cosas”, rememora. Habrán pasado otros 15 minutos, cuando llega esta vez una médica.
“Nos dice que mi bebé estaba grave, que su corazoncito estaba muy bajito, con 30 y por lo menos debería tener 50, 80 (latidos), y que estaban tratando de reanimarla, que todo el equipo estaba intentando salvarla, pero que había más probabilidad de que fallezca que de que se salve”.
“Seguía viva la bebé, pero débil. No lo podía creer, pensé que era una broma de mal gusto. Porque estaba sana la bebé. En minutos pasé de que me felicitaran todos, que me dijeran ‘tu bebé está muy bien, felicidades’, a que una médica me dijera que mi bebé estaba grave y que había más posiblidades de que falleciera. Pedí explicaciones, pero me dijeron que había sufrido un paro cardiorespiratorio. Primero me lo dijo un médico y después de la enfermera”, expresa.
Su hermana Zarita, que la acompañó también ese día, interviene: “Esto fue intencional. Nosotros estamos ahora más que seguros. Cuando nos enteramos de que la bebé murió, yo fui con mi otra hermana al hospital y lo primero que se nos vino a la cabeza fue que esto había sido tráfico de órganos”.
Y sigue: “Corrimos a ver el cuerpo, yo la desvestí. No se me pasó por la cabeza revisar pinchaduras, como ahora está saliendo. Lo único que yo esperaba es no encontrarla cortada. Le revisé las piernas, los costados. Y ahí fue que vemos que la cabeza, que no era normal. La médica nos dijo que estaba así por parto natural, pero la cabeza estaba como con una parte hundida. Era como que el cráneo estuviera suelto. Y con mi hermana pensamos ‘se les cayó el bebé, le rompieron la cabeza’”.
Inmediatamente, pidió el nombre de la enfermera. “No nos lo dieron. La misma doctora nos dijo que esto era un caso aislado, que no había explicación para algo que ellos no habían visto en su carrera, que era un caso inexplicable, que todos los médicos hicieron una junta para buscar explicación a lo ocurrido. Sin embargo, después nos enteramos que le decían lo mismo a los padres de los otros bebés”, relató.
Una segunda médica llegó y le explicó lo mismo, aunque con algunos cambios. “Se contradecían, porque la primera dijo que la enfermera la llevó a la bebé porque la vio rara y la segunda que la llevó para la inspección, pero esa segunda me hablaba con el corazón en la mano y me decía que habían hecho todo lo posible para salvarla. Nos dijo que amaba su carrera, que amaba traer niños al mundo y nosotros, que somos creyentes, terminamos pensando que Dios había hecho su voluntad”, explica Zarita.
Por otra parte, agrega la mujer, estaban cansadas y tenían que asistir a Yoselín. “Es un maltrato constante en ese hospital. Nosotros nos imaginábamos que era así porque es gratis y que por nuestra condición de inmigrantes, por ser pobres, no sé, que no teníamos derecho a reclamar, pero creo que es mucho más que una sola denuncia, de que en ese lugar maltratan a las mujeres”.
Yoselín coincide. “Con todos los casos que estoy escuchando, pienso que lo hicieron de forma intencional, porque la enfermera nos da la misma versión a todas las madres que perdieron a su bebé. Yo pensé desde el incio que Dios me lo había arrebatado, pero ahora sé que no fue así”.