Tienen dos semanas para pulir detalles: desde el lunes 5 de septiembre, los defensores de los 13 acusados por corrupción en la causa Vialidad enfrentarán la durísima tarea de desarmar las literalmente toneladas de pruebas presentadas en sus alegatos por el fiscal Diego Luciani y su colega Sergio Mola.
Sin embargo, los argumentos de uno de ellos se llevará todas las miradas: Carlos Beraldi deberá hallar una manera de convencer a los jueces del Tribunal Oral Federal 2 de la inocencia de su clienta, Cristina Fernández de Kirchner, vicepresidenta en ejercicio, para quien este lunes solicitaron una pena de 12 años de prisión e inhabilitación perpetua para ejercer cargos públicos.
Hasta ahora sólo se conocen pretextos políticos en favor de quien fuera senadora y dos veces presidenta durante los hechos que se juzgan. Para los seguidores de la vice, ella es víctima de una persecución de la “ultraderecha”, que lo único que busca es proscribirla como candidata en las próximas elecciones.
En cuanto a su estrategia judicial, apenas se vieron maniobras dilatorias. Es probable que no sea suficiente para conmover a los magistrados.
El Tribunal viene de escuchar, a lo largo de nueve jornadas, la exposición de hechos difíciles de contrastar. Por ejemplo, que la empresa de Lázaro Báez, hasta entonces un humilde empleado bancario, creada 17 días antes de la asunción de Néstor Kirchner como presidente, recibió casi el 80% de la obra pública vial de Santa Cruz. Fueron 51 las obras, de las cuales 24 terminaron abandonadas. En plata, 46.000 millones de pesos.
Báez, quien alquiló propiedades de los Kirchner, manejó sus hoteles y les compró terrenos, y que redactó un testamento que impide a sus hijos disponer de sus bienes durante 30 años y los obliga a renovar contratos con la familia presidencial, llegó a tener 293 inmuebles, entre ellos estancias por el equivalente a 20 veces la superficie de Buenos Aires.
No hay números menores en esta causa.
El cálculo de los fiscales es que el fraude al Estado consumado por la asociación ilícita entre los acusados sumó unos 1000 millones de dólares. Sergio Massa daría vueltas carnero de contento con esa plata en el Central.
La brutal descripción de este sistema grosero de corrupción, cuya culminación es el pedido de condena, sacudió a una sociedad doliente de diferentes heridas, que lucha por no caer rendida ante el escepticismo que carga tras tantos años de impunidades varias.
El impacto político será también importante, por más que Cristina continúe en su cargo como si nada: ella se autopercibe absuelta por la historia y considera que enfrenta “un pelotón de fusilamiento mediático-judicial”.
El problema es que este juicio es solo uno de los varios que le quedan pendientes.
La causa Hotesur-Los Sauces, que implica a sus hijos y que es una suerte de secuela de la de Vialidad, porque se investiga el circuito por el cual la plata malhabida de Báez terminaba en los bolsillos de los Kirchner, podría retomarse antes de fin de año. Allí, Cristina fue sobreseída antes del juicio, en una decisión insólita e inédita, que sería revocada.
Y más adelante será el turno de los Cuadernos de las Coimas, otra investigación contundente sobre la corrupción sistemática que emanó por 12 años desde Planificación Federal, el ministerio que encabezó sin interrupciones Julio de Vido durante el kirchnerato.
Las malas noticias, para Cristina, apenas han comenzado a llegar./Clarin