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“En el barrio tengo un perfil bajo pero me siento querido, lo reconozco”, cuenta Donald Clifton McCluskey mientras camina acompañado como siempre por su hija Melody. Y bromea: “Un amigo me regaló este bastón largo, gigante. Por la calle me gritan cualquier cosa, si bajé del Arca de Noé, jajaja. Me dicen ‘Moisés’, ‘Chiquizuel’, ‘San Francisco’, que tenía algo parecido para enfrentar a las serpientes, pero no me importa porque me permite mantenerme bien erguido, me ayuda a caminar, me da seguridad”.
Así enfrenta Donald, nombre reconocido en la música con 60 años de carrera, la enfermedad de Parkinson que lo afecta: “Estoy muy bien de salud, no se asusten, excelente. Banco la que tengo. Me doy cuenta de que el Parkinson que padezco no es agradable, pero los años no vienen solos y hay que aceptarlo, no queda otra. Lo tomo como una prueba de vida más que hay que superar. Me genera temblores, rectitud, lentitud, y muchas cosas ingratas más, pero con la medicación, la ayuda de Dios y de mi familia la voy llevando. Puedo cantar, tocar la guitarra…. Tengo problemas de estabilidad, de equilibrio, me genera mucho vértigo”.
Se define como un optimista y asegura que el amor, la educación, la cultura y la música “van a salvar al mundo”. “Por eso sigo trabajando con alegría en pos de la paz y la amistad. Mirá, esto me lo regaló un amigo nuevo que hice en La Cumbre, Willy Mieres, un vecino de San Isidro, que se fue a vivir allá. Cuando fui de paseo me dijo: ‘Tengo esto para vos, hace seis años que alquilo esta casa y nunca nadie lo reclamó, así que te lo doy, creo que te va a ayudar mucho’. Y así fue, me permitió reemplazar el bastón ortopédico que no me gustaba nada, que es horrible, pero que me daba seguridad para caminar, por este. Te permite estar erguido porque el Parkinson tiende a encorvarte. Uno busca el centro del equilibrio más adelante. Y gracias a este palo largo me puedo parar, erguir, sentir que estoy firme, que no me caigo para atrás ni para los costados, me permite andar y trasladarme bien. Le llaman ‘cayado’, parece que también lo usaban los pastores, yo no lo soy pero me viene bárbaro”, dice y vuelve a recurrir al humor que deja en evidencia su muy buen estado de ánimo.
Fiel heredero de su padre, Don Dean, figura emblemática del jazz y el swing, sus hermanos también fueron creadores de una recordada banda, The Mac Ke Mac’s. Luego seguirían los éxitos convertidos en clásicos populares como “En una playa junto al mar”, “Tiritando”, con el inolvidable Sucundum, “Siempre fuimos compañeros”, “Porque si, porque no, porque racatacatá…”.
-¿Cuándo empezó realmente con la música?
La música siempre formó parte de mi vida, desde la cuna, por mi papá. Cuando me decidí a cantar profesionalmente fue hace 61 años atrás, tenía 15. Fue el día que mi viejo que había hecho mucha plata con la música se fundió. Lo habíamos perdido todo, nos quedamos sin techo y entonces analicé la propuesta que me hizo el señor Jorge Regueiro de Ritmo y Juventud de Canal 11, de empezar a cantar y arranqué. Recuerdo que tenía una posibilidad de entrar como cadete en el Ministerio de Obras Públicas, donde podía llegar a ganar diez veces más, pero me le atreví a la música y desde ese día nunca dejé de cantar.
-La vida golpeó a la familia más de una vez.
-Es cierto, pero siempre te da una revancha. Con la pérdida de mi hermano la familia sufrió un durísimo golpe. Eso también nos condujo de alguna manera a la debacle. Yo tenía ocho meses. Hoy tengo cuatro hijos y nueve nietos. Antes éramos cinco hermanos, ahora me queda uno. Es la vida y yo la vivo con optimismo. Lo importante es que siento que tengo trabajo y me permite llegar a fin de mes. No me puedo quejar, siempre tengo eventos o fiestas privadas. Ahora lancé un show nuevo que se llama Donald y las Sucundums, que es a pura fiesta, con profesoras de baile y decanto y canciones de los ‘70.
-¿Siempre vivió al día?
-Nunca fui un artista que se llevó millonadas. Yo cobro lo que la gente puede pagar. Soy consciente de eso. Me ajusto a las posibilidades de cada uno. Podría sentarme en mi casa y decir ‘cobro tanto’, pero así no voy a laburar nunca, lo sé. Ahora viajamos a Santiago de Chile con mi hija Melody a un festival de música retro. Y el próximo 29 de agosto me nombran Personalidad destacada de la Cultura de la Ciudad de Buenos Aires, algo inimaginable para mí. Todo lo vivo con agradecimiento. Cuando fui al que le hicieron a César “Banana” Pueyrredón antes de la pandemia me pregunté qué emoción se debe sentir, bueno, ese día te cuento, jajaja. Lo tomé como que algo bueno habré hecho, lo voy a compartir con mi viejo, Don Dean, con mis hermanos Los Mac Ke Mac’s, con el resto de mi amada familia, con mis amigos de la época, Lalo Franzen, Nicky Jones, Johnny Tedesco, Palito Ortega, con todos los de la época y de la música nacional también. La música es espectacular, genera una comunicación extraordinaria.
-¿Cómo transitó la pandemia de coronavirus?
-La pandemia nos paralizó, pero hay cosas peores que el temor a la muerte: el miedo en general. Porque pienso que la vida no se termina, que sigue, tal vez en otro plano. Son ideas que tengo, no sé si pueden ser ciertas o no, pero es en lo que creo.
-¿Cómo está hoy de salud?
-Me siento fuerte, siempre fui un optimista de la vida. No hay que tomarse la vida tan en serio sino más en solfa. Hay que hacer lo que uno puede lo mejor que puede. Creo que tal vez esto lo tenga desde chico, pero se manifestó durante la pandemia. Porque cuando era niño tuve muchos problemas de salud, de tipo respiratorio, circulatorio, digestivo… Creo que tiene mucho que ver con la alimentación. Por eso como muy poco y sano. Me siento mucho mejor, hasta me parece indigno quejarme.
-Usted siempre agradece a su esposa, sus hijos, sus nietos, por el cariño.
-Con Verónica (Zemborain) el año que viene cumplimos las Bodas de Oro, cincuenta años de casados. Es lo mejor que me pasó en mi vida. Me dio cuatro hijos que me dieron nueve nietos, lo que más quiero. Todos son músicos, deportistas, soñadores como yo, ¿qué más puedo pedir?
-Antes de comenzar la nota me dijo que tenía nuevos proyectos, que va por más…
-Claro que sí, no pienso parar. Vamos a lanzar en los Estados Unidos “Scaba badí bidú”, el primer reggae argentino, que grabé y compuse en los 70. Ahora sale una versión en inglés realizada por Errol Brown, el productor de Bob Marley y lanzada en su sello. Dentro de tres o cuatro meses estará listo el videoclip que está armando mi hija Melody con dibujos animados y avatars. Cuando esté lo lanzan en los Estados Unidos, me tiene enloquecido, porque el audio ya lo tengo. Yo había estado del 76 al 79 cantando en Piano bares en Hawái. Esta es una apuesta para llegar al gran público allá a través de Marty Dreat, un artista reconocido, que escuchó la versión que hizo El Bahiano conmigo hace dos años y fue muy linda. La llevé a una radio de reggae en Hawái, gustó mucho y Marty hizo una versión distinta que cuenta la historia de la canción. ¿Ves por qué digo que siento que me parece indigno quejarme?