«Le dieron al taller recién, lo rellenaron de plomo. Mínimo 12 plomos le dejaron en el portón. Eso es para asustar, saben que no hay nadie, pero saben que lo van a ver mañana».
La frase sacada de un audio de WhatsApp, que captó el sonido de los disparos, pertenece a un vecino de un taller del sur de Rosario, que recibió una balacera el sábado pasado a las 19.30.
El hombre justo le enviaba un mensaje de voz a un empleado de allí, por eso se transformó en testigo involuntario de aquel ataque, uno más de la violencia que prima en Rosario.
Todo apunta a que alguna banda relacionada al narcotráfico de la ciudad amedrentó al taller metalúrgico, en el que se realizan cortes y plegados.
Mauro, uno de los tres socios de ese taller, dijo que les piden plata «como extorsión». «Nos piden plata para dejarnos trabajar. Esa es la realidad. En Rosario hay como 100 casos diarios de estos, es una locura«, se quejó el hombre.
Dijo que todo comenzó con un llamado telefónico en el que «empezaron las amenazas con que ‘tenés plata, nos tenés que pagar’«.
«Le dije: ‘¿Pero con qué fin tengo que pagar?’, y me contestaron: ‘Si querés trabajar, me tenés que pagar’. Empezaron con seis millones [de pesos], bajaron a tres, después fue un auto o ‘dame lo que tengas'», relató el empresario.
El llamado habría salido de la Unidad Penitenciaria Nº 11 de Piñero, y es un modus operandi para que los presos ligados a la actividad delictiva del narcotráfico tengan dinero rápido.
Balacera narco en Rosario contra un taller metalúrgico
«Tienen la foto de mi casa, de la casa de mis socios. Nos unimos hace dos meses para hacer un proyecto. Así están las cosas, son dos meses de trabajo tirados a la basura, yo no vuelvo a abrir una fábrica acá en Rosario ni que me la paguen», se resignó el hombre.
«No abrí ni voy a volver a abrir. Los empleados no quieren trabajar. No es que lo quiero cerrar: ya lo cerramos. Mis socios tampoco quieren saber nada. Hace siete años que está puesto el taller ahí», detalló Mauro, totalmente apesadumbrado por la situación.
Dijo conocer gente del rubro a los que les ha pasado lo mismo «y se tuvieron que ir de Rosario». «Están trabajando en cercanías, pero se fueron. Fueron baleados, extorsionados en la casa, baleados en la casa también. Esta gente se dedica a eso. Andan como si nada en la calle, con una 9mm o una 45mm en la mano», continuó.
El relato del empresario es crudo. «Pasan y tiran tiros, no les importa si hay chicos o gente adentro. La vida no vale nada. La fiscalía está saturada porque las balaceras son todos los días», agregó.
La empresa que maneja hace piezas especiales porque cuenta con máquinas pesadas que pueden plegar hasta tres o cuatro milímetros, «que no todos la pliegan», comentó.
Son tantos los casos de balaceras que esa ciudad de Santa Fe cuenta con una fiscalía especializada en en el tema. La Justicia sospecha que provienen de la cárcel y que es una manera de mantener a los presos con plata. Se trataría de bandas que están vinculadas al narcotráfico.
Hace pocos días balearon la sede local de la empresa La Virginia, dedicada a la elaboración de té.
Rosario y las cifras que asustan
En los primeros ocho meses del año la ciudad contabiliza 202 homicidios dolosos y la tasa es de 20,51 de muertos cada 100.000 habitantes, la cifra sextuplica la tasa de la Ciudad de Buenos Aires (3 cada 100.000 habitantes).
El narcotráfico y como consecuencia el mercado ilegal se traducen en constantes crímenes, que no distinguen la edad de sus víctimas.
Entre enero y los primeros días de septiembre, se registró la cifra más alta de homicidios dolosos en los registros del Observatorio de Seguridad Pública de Santa Fe (OSP). Los números actuales reflejan una suba interanual del 28%.
La mayoría de las personas asesinadas tenían entre 25 y 29 años. Sin embargo, alrededor del 10% de las personas asesinadas en la ciudad y en las localidades vecinas eran menores de edad.