La tarde del jueves 8, justo una semana después del atentado, Cristina Kirchner quiso saber de boca de Aníbal Fernández sobre el rol de la Policía Federal en el intento de asesinato en la puerta del departamento de Juncal y Uruguay, y lo convocó a su despacho del Senado. El día anterior, el ministro de Seguridad había estado reunido bien temprano con el comisario Diego Carbone, el jefe histórico de la Custodia de la Vicepresidenta que desde la noche del ataque está más en silencio que nunca.
Según trascendió, la ex Presidenta, todavía conmovida por el episodio y por el humor caldeado en un sector de la sociedad que la tiene estremecida, se quedó bastante satisfecha con las explicaciones del funcionario. Pero no así parte del dispositivo K. Y en particular su hijo, Máximo Kirchner, el jefe de La Cámpora, que desde la noche del ataque está furioso no solo con buena parte del sistema político -fueron muy pocos los dirigentes de la oposición que, por caso, le escribieron a su teléfono para solidarizarse-, si no también con el ministro de Seguridad y con un sector de la Policía Federal, que en las últimas semanas quedó en el ojo de la tormenta.
“La Federal está bastante enquilombada. Y el jefe no maneja”, aseguró a Clarín un comisario mayor de peso que está hace años en la fuerza, que controla un área relevante y que es, como muchos, muy crítico de Juan Carlos Hernández, el jefe de la Policía.
La noche en la que Fernando Sabag Montiel intentó matar a Cristina Kirchner con una pistola calibre 32 marca Bersa, Hernández tuvo la mala fortuna de estar a 15 mil kilómetros de distancia: por esas horas volaba a una reunión de Interpol en Singapur. Lo cierto es que, enterado, mantuvo su agenda en ese país. Al frente de la fuerza había quedado Osvaldo Rubén Mato, el subjefe.
Dentro de la policía, y también puertas afuera, la gestión de Hernández es auscultada con lupa: según trasciende, hay una falta de control constante. Meses después de asumir, el comisario estuvo para colmo involucrado en un episodio que enseguida quedó en el olvido, pero que en su momento estuvo teñido por serias sospechas cuando una camioneta Ford en la que viajaba tuvo un accidente que no pasó a mayores, en la intersección de la avenida General Paz y Superí, pero que dio que hablar.
Hernández fue designado por Alberto Fernández a las pocas semanas de asumir, una definición ejecutada por la entonces ministra Sabina Frederic. El nombre del comisario fue acercado por el legislador Claudio Ferreño, íntimo del Presidente y de pasado en la fuerza, que también le recomendó al jefe de Estado algunos nombres para la designación de la custodia presidencial.
En su momento, Frederic y Cecilia Rodríguez habían querido ungir a Mato como jefe de la Policía Federal. No hubo caso.
Cuando asumió Aníbal Fernández intentó hacer lo propio, según las fuentes consultadas, pero con Alejandro Ñamandú, el superintendente de Investigaciones de la Policía que en las primeras horas de la investigación por el atentado a la ex Presidenta se encargó de las pesquisas.
Ñamandú es muy cercano al ministro: fue su jefe de custodia durante años. Y tiene aceitados vínculos dentro de la fuerza y en otros rubros, como la Justicia.
Las dudas de Capuchetti
Las sospechas en torno a la actuación de la Federal también fueron motivo en estas semanas de una creciente ansiedad por parte de la jueza María Eugenia Capuchetti, que tramita la causa por tentativa de homicidio contra la Vicepresidenta. Según las fuentes, hubo una ventana de tiempo de algunas horas, una vez ocurrido el ataque, en la que no circuló información desde la fuerza policial hacia el juzgado. Capuchetti le ordenó entonces a Fernández la elaboración de un par de sumarios internos.
En ese sentido, el episodio en torno al peritaje del teléfono de Sabag Montiel por parte de un especialista de la Federal llevó aún más zozobra. También alguno de los operativos vinculados a la detención de los miembros de la tristemente célebre “banda de los copitos”. Después, la investigación quedó en manos de la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA).
El futuro de Hernández es una incógnita. En diciembre se prevén los nuevos ascensos y, según trasciende, podría haber novedades en torno a la cúpula de la Policía Federal si es que no se adelantan.
Es que, en esa misma línea, la figura del ministro de Seguridad tampoco se tornó fiable para el kirchnerismo desde que decidió referenciarse en el bando del Presidente. El funcionario siempre lo supo, y volvió a ese rubro con mucha menos energía que en su anterior paso por esa área. Incluso quiso irse y mudarse a la Secretaría de Energía junto a Martín Guzmán, un enroque que había conversado con el ex ministro hasta que renunció a su cargo.
Antes de ser nombrado por el Presidente, Fernández, que ahora volvió a respaldar con su inclusión en la comitiva oficial que está de gira por Nueva York, Cristina Kirchner había intentado ubicar en ese lugar a Sergio Berni. Como era de preverse, el nombre del ministro bonaerense no pasó el filtro de la Casa Rosada.