¿Qué debería lograr Sergio Massa para ser exitoso? La pregunta la hizo hace un mes una importante encuestadora. Bajar la inflación en 2023 respondió más de la mitad de los consultados. Un significativo porcentaje le dio la receta: “Hacer el ajuste de tarifas y bajar el gasto”. No es extravagante que Massa quiera verse reflejado en el espejo de Shimon Peres en 1984 y se imagine candidato en el próximo año.
El relevamiento dejó, según el investigador que lo dirigió, cuatro definiciones más: 1) Massa es visto por la sociedad como un ministro del gobierno de Cristina Kirchner y no como un socio. Sergio gestiona, Cristina conduce; 2) su éxito no sólo está basado en lo que ocurra: el devenir se contrastará con las expectativas que generó; 3) Massa es la “parte real” de la narrativa del Frente de Todos; no importa el relato elaborado por la vicepresidenta: Massa debe lograr un cambio en las góndolas; 4) el “éxito” de Massa puede ser político. Si tomara una decisión y el kirchnerismo los desplaza por no estar de acuerdo, su triunfo podría ser, en ese caso, irse porque “no bajó la inflación porque no lo dejaron hacer”. El experto ejemplifica: Martín Redrado y el Fondo del Bicentenario.
¿Plan de estabilización o Plan Aguantar? “El plan de Massa es bueno si estas son medidas preparatorias para un plan de estabilización”, explicó un economista del ala “racional” del Frente de Todos que sufrió la crisis autoinfligida de julio pasado. “Si no es así, no llega”, completó.
En La Cámpora reconocen que hay una mesa programática en la que se sentó Massa el primer día con Cristina Kirchner. “Hay confianza”, reconocen, pero el vuelo del ministro no es totalmente libre. “Si devaluamos volamos todos”, contaron en ese espacio. Desde el día uno de su gestión, Massa niega públicamente un salto brusco del tipo de cambio sin anclas nominales.
Antes de que existiera el “dólar soja”, la oposición veía venir una devaluación en cuotas y un “enchastre” de tipos de cambio diferenciales. Dólar limón y dólar malbec ya se pidieron. Ayer en la Unión Industrial Argentina (UIA), Massa habló de dos períodos en su gestión: primero, la estabilización hasta diciembre; desde 2023, crecimiento y reformas. Los industriales leyeron entre líneas: se mantendrán las restricciones al comercio exterior –las máximas intentando afectar la producción lo menos posible, sobre todo de aquellos que producen y exportan- y se buscará juntar divisas de organismos (entre septiembre y diciembre llegarán los desembolsos pese a la que puede ser una deshonrosa retirada de Mauricio Claver Carone del BID). Es una foto que mira un FMI más permisivo: menos metas y más trayectorias, sobre todo en reservas.
Massa entiende que el problema de fondo es la dinámica de la brecha cambiaria. Pero elige –por las limitaciones políticas- ir “por arriba”. Acelera el crawling-peg y controla los financieros esperando que las puntas se acerquen generando confianza con un ancla fiscal (el FMI).
Una visita al Congreso
El miércoles que viene, el ministro visitará el Congreso para defender su presupuesto 2023. Puede llevarse una sorpresa, pese al griterío de parte de la oposición. “La verdad es que, por ahora, no hay nada extremadamente criticable”, dijo un diputado, referente económico de los halcones opositores en el Parlamento. “El dato de inflación es súper optimista, pero no es inverosímil a priori como lo era el de [Martín] Guzmán, ridículamente bajo. Blanquean un ajuste fiscal, que no es poco. Antes lo negaban. Hay que ver la naturaleza de ese ajuste, pero, por ahora, no tiene ningún aumento de impuestos, de modo que la meta debería centrarse en baja del gasto”.
Según el legislador, no hay razones técnicas de peso para rechazarlo in limine. Eso fue lo que ocurrió con el de Guzmán el año pasado tras las palabras de Máximo Kirchner. “Se nos reía en la cara y nos mentía a cara de perro”, cuestionó sobre el ex ministro. “Lo normal es que los presupuestos se apoyen, lo anormal es lo que pasó el año pasado”, sentenció.
Ajuste fiscal vía tarifas y dólar sin apreciación no serán anclas para la inflación. Massa apuesta al retorno de la “confianza” en el peso y quizás a un retraso de los salarios. Una encuesta de SEL consultores –realizada en agosto pasado- estimó que, si bien las grandes empresas subieron sus proyecciones de aumento para este año después de la crisis cambiaria de julio, tanto los empleados dentro como fuera de convenio tendrán un aumento promedio de 20 puntos menor a la inflación estimada (entre 73% y 74% frente al 95% de incremento de los precios).
¿Qué pasará el 1° de octubre? En Economía dicen que la Cámara de Turismo, CAME, la Cámara de la Construcción, entre otros, reclamaron restricciones al dólar tarjeta. La UIA no quiere subirse al operativo clamor oficial, pese a que conceptualmente lo apoyan. Massa lo planteó él mismo en un encuentro de tres horas con los industriales, que piden administración frente a bienes suntuarios para esquivar el bulto al turismo. Por esa vía se van, sumando el gasto en plataformas de streaming, entre otros, unos US$800 millones mensuales, dijo Massa. A Qatar van 40.000 argentinos. Cerca del ministro dicen que quiere ver el final de dólar soja que –ratifican oficialmente- llegará hasta el 30 de septiembre. Tic tac para los viajeros.
Pero además de estas medidas, se seguirá alentando el juego del miedo, o como le dicen en el massismo, “la percepción de riesgo”, un clima que se expande entre los hombres de negocios. Ese trabajo es triangular: allí se mueven Guillermo Michel (Aduana), Carlos Castagneto (AFIP) y Matías Tombolini (Comercio). “Estoy para cuidar los dólares”, suele decir Tombolini, que ya pide listados de SIMI y de precios semana a semana a las empresas. El equipo de Michel desbarata diariamente operaciones de importaciones “especulativas” y denuncia cautelares “truchas”. En la Aduana festejan los resultados: entre enero y julio el promedio mensual de las triangulaciones de mercadería en comercio exterior era de 717; en agosto 579 (un 20% menos). Castagneto focalizó en los silobolsas de soja (antes de la zanahoria de Massa), el dólar MEP y CCL (el domingo dijo que enviaría 25 integrales a las principales entidades de bolsa) tras la emisión récord del dólar soja y esta semana notificó a 2500 argentinos con cuentas en el exterior sin declarar, en Uruguay, Suiza y Luxemburgo. La percepción de riesgo se extiende a EE.UU., donde Massa buscó el intercambio automático de información financiera. El trabajo técnico está hecho; el político comenzó, pero la definición real –en una Argentina que no da confianza- podría llegar en meses si llega. Massa abrió no una sino dos ventanas –blanqueos- en el proyecto de presupuesto.
Sin embargo, hay empresarios arriesgados que se mueven. La Argentina está barata, podría haber un cambio de signo político y se habla de acuerdos entre fuerzas. No podrá ser un acuerdo amplio. En el camporismo dicen que Cristina movió y que Mauricio Macri no dialogará por las críticas internas que generaría. Cerca de Macri afirman que “nadie cree en la palabra del Gobierno y cada día se radicalizan más”. El ejemplo es el ataque a la Corte y las reacciones por el juicio de Vialidad. Pero algunos confían en diálogos más puntuales. Un camporista sentenció: “Las reglas de juego que se vayan a definir para el sector energético podrían ser un ejemplo de que existe la posibilidad de acordar políticas estratégicas entre el sector público y el sector privado”. Esas son las palabras que leen petroleros que ya invertían en Nigeria o en Venezuela, pero que hasta ahora veían a la economía argentina desde muy lejos, incluso conociendo el potencial de Vaca Muerta.