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Dani esperó mucho para ser mamá: adoptó a una nena de 13

-¿Cuándo supiste que querías ser mamá?

-Yo creo que lo supe toda la vida.

Daniela dice que era “muy Susanita” pero que le costó admitirlo. Quería todo: los hijitos, la casa, un perro. Quería también un marido. Se imaginaba los hechos en el orden tradicional: casamiento, luna de miel, después los hijos. “Pero una toma decisiones que la van llevando por otros caminos”, dice ahora. Llegaron los 40 y aunque los pasos no estaban cumplidos, ella sentía una urgencia. Daniela quería ser mamá.

Ella misma había crecido sola con su mamá porque el padre murió cuando era muy chica. Lo había vivido y sabía que era posible criar de a una cuando la vida obliga. Pero Daniela iba a elegirlo: “En seguida supe que la adopción era la mejor opción para mí. Hice los trámites, me anoté y esperé”. Ocho años esperó Daniela.

“A medida que pasaba el tiempo dejé de imaginarme con un bebé. Yo tampoco podía agacharme para estar corriendo a un nenito. Así que amplié el rango de edad. Y ahí llegó Priscila”.

Daniela se encontró mamá primeriza de una nena de 13 años. Una nena que, sin embargo, le pedía que le contara cuentos en la cama y le cantara canciones antes de dormir. “Pero no eran las canciones de María Elena Walsh sino de trap, que a ella le encanta. Así que me aprendí todo de trap para cantarle a mi hija”, se ríe Daniela.

Daniela es parte de #AdoptaNiñesGrandes, un grupo que difunde sus experiencias a través de las redes. “Muchos creen que con chicos más grandes no es así, pero está lleno de ‘primeras veces’ que podés vivir con ellos”, asegura y enumera una lista larga y diversa, que va desde la primera fiesta de 15 a las vacaciones en la que fueron a conocer el mar: mamá Daniela, hija Priscila y su perro, Ezequiel.

“No es un acto de amor”

Dice que se sintió mamá por primera vez el día que Priscila empezó séptimo grado. Todavía no vivía con ella pero ya estaban trabajando la vinculación. La nena quiso que estuviera y se la presentó a las maestras y a todas sus amigas. “Ahí supe que era parte de su proyecto”, recuerda Daniela y llora. Su hija mira para otro lado, con un poco de timidez y vergüenza.

Daniela no deja que le digan que su maternidad es “acto de amor”: “No me gusta. Uno después racionaliza y entiende que la adopción se trata del derecho de ellos a tener familia, pero esto nace de un deseo. Mi deseo de ser mamá, mi deseo de cuidar”, explica.

“Cuando me dicen que ella debería agradecerme yo digo que no, no es por ahí. Así no se construye una relación. Porque en todo caso nosotras somos madre e hija. Yo le tengo que agradecer a ella ser su mamá”.

El domingo en la casa de San Telmo habrá festejo y un almuerzo por el barrio. “Antes sentía que era un día comercial y ahora me encanta”, se ríe Daniela. Tiene mucho para festejar.

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