La Iglesia no se cansa de manifestar su preocupación por la grieta política que divide a la sociedad. Aunque cada vez lo hace con mayor elocuencia. En la apertura del plenario de obispos esta semana en Pilar, el presidente del Episcopado, monseñor Oscar Ojea, afirmó que “la profunda división en la que vivimos como sociedad es un motivo de escándalo y causa de perplejidad para muchas personas”.
En la misa de apertura de las deliberaciones, que se realiza hasta el viernes en la casa de retiros espirituales El Cenáculo, Ojea dijo que “la cuestión que más nos aflige en este tiempo son las hondas fracturas en el cuerpo social”, una situación que impide un diálogo auténtico y fecundo entre los dirigentes y, por tanto, llegar a acuerdos básicos para afrontar la crisis prolongada que vive el país.
“Muchos creen que la identidad se construye diferenciándonos, marcando nuestra diversidad en el modo de pensar y de sentir con el otro”, dijo Ojea, pero advirtió que “afianzar la identidad diferenciándonos de los demás es propio del adolescente que piensa crecer afirmando las diferencias y sus distancias con el resto” cuando, en realidad, “se construye por pertenencia”.
Los obispos -más de un centenar entre los activos y los retirados- comenzaron este lunes su encuentro con el habitual intercambio de opiniones sobre la situación del país y el quehacer de la Iglesia. Allí exponen sus visiones desde cada una de las 66 diócesis en que se divide la Iglesia en la Argentina, lo que permite tener una percepción social y religiosa nacional.
Este martes los obispos harán un análisis socio-cultural del país tras una exposición del director del Observatorio de la Deuda Social de la UCA, Agustín Salvia; la directora del Departamento de Filosofía de la Universidad Nacional de Tucumán, Ruth Ramasco de Monzón, y el rector de la Universidad de San Isidro, Enrique Del Percio.
La posibilidad de que estos informas y debates abonen la redacción de una declaración a difundir al término de las deliberaciones existe, pero fuentes eclesiásticas consideraron que la probabilidad de hacerlo “es baja”, en buena medida por el hecho de que “los ánimos están muy caldeados” en el país.
«Contribuir a la unidad»
“Difundir un pronunciamiento sobre la situación del país en las actuales circunstancias implica que va a ser objeto de una instrumentación política de parte de un lado y del otro de la grieta”, dijo la fuente. “No queremos prestarnos al juego de nadie, sino contribuir a la unidad de los argentinos”, completó.
De todas maneras, hay algunos obispos -particularmente del interior- que se inclinan por un pronunciamiento más allá del riesgo que pueda correrse. No faltan quienes creen que las declaraciones son prontamente olvidadas y, por tanto, inconducentes.
En los últimos meses muchos políticos de diversos partidos pidieron reuniones con los obispos para fijar su posición. Los encuentros que se están concretando se realizan con la máxima discreción, sin difusión pública.
La Iglesia considera que una vez que se definan los candidatos los políticos deberían pasar a una etapa de propuestas -un aspecto que hasta ahora brilla por su ausencia- y disponerse tras las elecciones a la búsqueda de acuerdos.
En su plenario, los obispos deben abocarse también a una serie de temas eclesiásticos entre los que se cuenta un “camino sinodal”, una gran encuesta a la Iglesia en el mundo a la que convocó el Papa Francisco.
La idea del pontífice es tomarle el pulso a la institución a partir de una actitud de escucha y diálogo que es, precisamente, lo que los obispos anhelan para el país en vez de la grieta.