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El rey Juan Carlos le reconoció a su amante que él disparó el arma que mató a su hermano menor

La empresaria danesa Corinna zu Zayn-Wittgenstein dijo que su antiguo amante, el rey Juan Carlos I de España, le reconoció que él sostenía el arma que mató a su hermano menor, Alfonso de Borbón, en 1956, en circunstancias que nunca se investigaron oficialmente.

El infante Alfonso de Borbón tenía 15 años cuando murió de un disparo en la residencia de la familia real española en Estoril (Portugal). La versión oficial fue que se trató de un accidente mientras limpiaba la pistola, pero Corinna relató en un podcast que Juan Carlos le reconoció en una conversación que fue él quien apretó el gatillo.

«Estaban jugando un juego estúpido pero en cualquier caso él cargó el arma», contó, después de que en el podcast se cuente la tesis de que los dos hermanos estaban jugando a dispararse. Aunque nunca se investigó, «en el fondo de su alma y de su cabeza él siente una gran culpa», subraya. El exrey «tiene pesadillas al respecto», dijo.

«La primera reacción de su padre fue preguntarle ‘prométeme que no lo has hecho a propósito’. Me puedo imaginar cómo se debió de sentir porque aquello significaba que el padre pensaba que había disparado deliberadamente a su hermano», recuerda Corinna.

Borbón
El infante Alfonso de Borbón tenía 15 años cuando murió de un disparo en la residencia de la familia real española en Estoril

Al niño fallecido «le dicen Alfonsito«, rememoró Corinna. «Sólo tiene 14 años, pero tiene algo especial. Un carisma que atrae a la gente». 

Según la mujer, la conversación tuvo lugar en 2006 y que en ella el rey emérito «decía que su hermano menor era el realmente brillante, el guapo» y el «hijo favorito de sus padres».

«Él me decía que su hermano menor era el realmente brillante, el guapo, el mejor jugador de golf, el hijo favorito de sus padres. Juan Carlos es muy disléxico y, a pesar de ser zurdo, lo obligaron a escribir con la mano derecha. Se vio obligado a obedecer. Sentía que su hermano menor era realmente la luz que brillaba en la familia», relató.

«Sólo Juan Carlos sabe bien lo que pasó después. Nunca hubo una autopsia (…) Se dice que Alfonso se apresuró a llegar a casa tras su torneo de golf. Estaba emocionado porque había quedado en primer lugar. No veía la hora para compartirlo con su hermano».

Borbón
Al niño fallecido «le dicen Alfonsito», rememoró Corinna. «Sólo tiene 14 años, pero tiene algo especial. Un carisma que atrae a la gente».

La familia real quedó destrozada, dijo Corinna: «Su mamá, María de las Mercedes, se hunde en el alcohol, tanto que hasta llega a beberse su propio perfume. Durante años acude a un centro de rehabilitación».

«Su papá piensa que, tal vez, si él no está el dolor también se irá. Debajo de esa imponente sonrisa y seguridad, está el adolescente de 18 años. La imagen de su hermano en el suelo siempre está en su mente. A menudo lo describen como alguien melancólico. Tiene cambios de humor y se siente solo«, finalizó. 

Quién fue el infante Alfonso de Borbón, hermano del rey Juan Carlos

Nacidos en Roma, Juan Carlos en 1938 y Alfonso en 1941, eran hijos del infante don Juan de Borbón y doña María de las Mercedes de Borbón (condes de Barcelona). Pasaron su infancia en Estoril porque la monarquía española ya no existía: el rey Alfonso XIII y la reina Victoria Eugenia habían sido expulsados en 1931.

Los padres de Juan Carlos se habían casado en Roma, donde vivía el exiliado rey, en 1935. Tras un breve paso por Lausana (Suiza), en 1946 los condes fijaron su residencia en Villa Giralda, una mansión a orillas del Atlántico en Estoril, pero «Juanito«, como lo llamaban cariñosamente, se quedó en un internado en la ciudad suiza de Friburgo.

Borbón
«La primera reacción de su padre fue preguntarle ‘prométeme que no lo has hecho a propósito’. Me puedo imaginar cómo se debió de sentir porque aquello significaba que el padre pensaba que había disparado deliberadamente a su hermano», recuerda Corinna.

El futuro del infante quedaría sellado en el encuentro mantenido entre don Juan de Borbón el dictador fascista Francisco Franco en aguas del golfo de Vizcaya el 25 de agosto de 1948.

En dicha reunión, ambos hombres, enfrentados durante décadas por el poder en España -el primero como heredero del trono y por tanto interesado en la restauración monárquica y el segundo como gobernante y por tanto deseoso de mantener su estatus-, acordaron que Juan Carlos completaría sus estudios en España.

El futuro rey pisó por primera vez suelo español el 8 de noviembre de 1948, a los 10 años, tras viajar desde Portugal a bordo del ‘Lusitania Express‘, poniendo así fin a un exilio que sin embargo volvería a repetirse más de seis décadas después, con su partida a Abu Dhabi. En la España franquista, el niño alejado de su familia continuó su formación académica y militar.

De regreso en Portugal, Juan Carlos presenció la muerte de su hermano, que tenía 15 años. La versión oficial decía que el infante murió mientras limpiaba un arma, pero el historiador Paul Preston dijo que es un hecho ampliamente aceptado que el dedo de Juan Carlos estaba «en el gatillo» cuando se disparó el arma y mató a su hermano.

Borbón
La familia real quedó destrozada, dijo Corinna: «Su mamá, María de las Mercedes, se hunde en el alcohol, tanto que hasta llega a beberse su propio perfume. Durante años acude a un centro de rehabilitación».

«Alfonsito», quien era, según el historiador Juan Balansó, «un niño travieso y despierto, simpatiquísimo, que alegraba la vida a cuantos le conocían», estaba junto a su hermano mayor en la sala de juegos de la mansión haciendo algunos disparos contra un blanco circular de colores brillantes, con una pistola calibre .22, que les habían regalado.

De repente, Alfonsito recibió un disparo. El arma estaba en manos de su hermano Juan Carlos y la única bala que contenía entró limpiamente por uno de los orificios de la nariz del niño, que cayó muerto al instante.

El padre obligó a Juan Carlos a jurar que no había matado a su hermano

«La pistola era un regalo del general Franco; estaba siempre guardada con llave en un secreter; Juanito y Alfonsito no dejaban de pedir que se la dejaran: les encantaba disparar«, relató la historiadora francesa Françoise Laot. «Pocos días antes, Alfonsito había comprado balas a un armero de Lisboa para tirar al blanco con Víctor Manuel de Italia, su vecino y compañero de juegos».

Y continuó: «Pero los proyectiles eran demasiado largos, demasiado duros para el arma y una bala quedó atascada en el cargador. Juanito y Alfonsito quisieron sacarla en el sótano de La Giralda, cuando intervino el conde de Barcelona. Les prohibió tocarla. La pistola volvió al secreter que el propio conde de Barcelona cerró y cuya llave guardó en el bolsillo. Por la tarde estaban enfurruñados».

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«Juan Carlos manipuló el arma y se disparó. Juanito sufrió el aprendizaje de la mayor de las desgracias, la de saberse culpable. Culpable en primer lugar de haber desobedecido a su padre», finalizó Laot.

La condesa de Barcelona, que estaba en una habitación contigua con varios amigos, oyó el disparo: «Aquel día se me paró la vida», diría tiempo después. Quedó destrozada, porque se creía responsable de haber dejado a sus hijos jugar con la pistola, para evitar que siguieran peleándose.

Los que corrieron al encuentro de los infantes se toparon con un cuadro de desolación. Sobre el piso del cuarto de juegos yacía Alfonsito, a quien el padre intentó frenar la hemorragia, sin éxito. Tras cubrir el cadáver con una bandera española que arrancó de su mástil, el conde obligó a Juan Carlos a que, de rodillas, jurara que había sido un accidente. Después, fue a la playa y arrojó el arma al mar.

Un vocero de los condes de Barcelona envió a la prensa la siguiente nota: «Estando el infante don Alfonso de Borbón limpiando una pistola de salón con su hermano, la pistola se disparó, alcanzándole en la región frontal, falleciendo a los pocos minutos. El accidente sucedió a las veinte horas y treinta minutos al regresar de los oficios del Jueves Santo, donde había recibido la sagrada comunión».

Borbón

La noticia fue silenciada por el régimen franquista, que mantenía a los Borbones lejos de España, y también por la prensa portuguesa, igualmente sometida a la dictadura del general Salazar. Los nobles de España, monárquicos de corazón, callaron, aunque para muchos fue difícil aceptar que aquello había sido un accidente.

En una época tan llena de ataques, insultos, engaños y difamaciones surgidas desde el régimen franquista contra la familia real, el conde de Barcelona perdió un hijo adolescente y nunca recibió el pésame de Franco.

Hoy es un hecho generalmente aceptado que el dedo de Juan Carlos estaba en el gatillo cuando se disparó el tiro mortal, y uno de los defensores de esta teoría fue un tío de Juan Carlos, el infante Jaime de Borbón y Battenberg: «Varios amigos me han confirmado que fue mi sobrino quien mató accidentalmente a su hermano Alfonso».

«Don Juan nunca olvidó al que había sido su hijo favorito», dijo. «Su retrato siempre estuvo colgado en un lugar bien visible en Villa Giralda».

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«Usted es, señor Borbón, un homicida confeso»

Perseguido por la desesperación y la culpa, Juan Carlos quedó marcado de por vida, y el incidente acentuó su tendencia a la introspección y la soledad. La relación con su padre nunca volvió a ser la misma, y dos días después, Juan Carlos fue enviado a España para continuar su formación militar.

El conde de Barcelona no volvió a hablar jamás de su hijo fallecido, a quien en privado solía referirse como «mi querido hijo Alfonsito». Como dijo una vez Carlos Zurita, cuñado del rey: «No puedo entender cómo esta familia no logró nunca asumir esa tragedia«.

En la familia quedó el recuerdo conmovedor del entierro del infante, en un cementerio portugués. Muchos españoles viajaron con bolsas con tierra española que depositaron sobre la tumba del infante para que, al menos simbólicamente, su cuerpo descansara con algo del calor del suelo patrio.

Borbón

El cuerpo de Alfonsito fue llevado a España por orden de Juan Carlos y sepultado en el Monasterio de El Escorial en 1992, entre las tumbas de sus antepasados porque su padre, afectado por el cáncer, «no quería morirse» sin asegurarse de ser enterrado cerca de su hijo pequeño.

El reconocido historiador y coronel del Ejército español Amadeo Martínez Inglés, escribió en 2008 una carta abierta al «ciudadano Borbón» en 2008, acusándolo de haber matado a su hermano:

«Usted es, señor Borbón, un homicida confeso (admitió ante su propia familia haber matado a su hermano de un disparo en la cabeza, el 29 de marzo de 1956) y un presunto asesino (existen abundantes indicios racionales que así lo señalan), que se negó a testificar en su momento ante la policía y los jueces portugueses y huyó del lugar del crimen sin asumir sus responsabilidades».

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