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Una bodega producirá vinos oceánicos cerca de Pinamar

La bodega Gamboa está ubicada en Campana, provincia de Buenos Aires. Allí, apenas a una hora en auto desde el Obelisco, desarrolló Mi Finca, un proyecto integral que incluye la producción de vinos con etiqueta propia y una propuesta de enoturismo que atrae al público que llega desde la Ciudad de Buenos Aires, tanto argentinos como extranjeros que están de paso por el país.

A 12 años de su puesta en marcha, la apuesta comenzó a dar frutos en 2021, con la primera edición de sus Malbec y Pinot Noir, elaborados en un pequeño galpón de la finca. Y a comienzos de este año el nuevo hito fue la inauguración de un restaurante y una cava subterránea que completan la experiencia para los visitantes.

Para 2023 está prevista la construcción de una bodega que le permitirá ampliar la producción, actualmente limitada a unas 300 botellas de cada cepa. “El proyecto es construir una bodega totalmente inclusiva, moderna y ecológica”, explicó Eduardo Tuite, dueño de la bodega que bautizó con su apellido materno.

“En nuestros viñedos realizamos una viticultura sustentable con bajo impacto ambiental, buscando obtener una alta calidad enológica cuidando el medio ambiente”, añadió.

Alentado por los buenos resultados y la experiencia acumulada en Campana, Tuite decidió ir por más. Y encaró el proyecto de replicar la experiencia Mi Finca en la Costa Atlántica. Más exactamente en General Madariaga, a 18 kilómetros de Pinamar, donde invirtió u$s500.000 para comprar un campo de 35 hectáreas, donde ya plantó 2 hectáreas de vides.

La inversión involucra además tareas de preparación que se irán concretando a lo largo del año próximo: limpieza del predio, una laguna, alambrado, instalación de electricidad, compra de tractores, contratación de arquitectos y tareas de parquización.

La proximidad de balnearios como Pinamar, Cariló y toda la línea costera hasta Villa Gesell, es uno de los atractivos del proyecto que tendrá entre sus puntos fuertes los servicios para los turistas y que la convertirá en la segunda bodega océanica del país, detrás de la pionera Trapiche, del grupo Peñaflor, que se radicó en 2009 en Chapadmalal con su línea Costa y Pampa.

El foco en el turismo no va en detrimento del desarrollo de Gamboa como bodega, ni de la calidad de sus vinos. Pero es una cuestión de plazos. Desde que se plantan las primeras vides hasta primera cosecha para producir se requiere generalmente un plazo de cinco años. En cambio, el polo enoturístico se puede armar en menos tiempo y abastecerlo con los vinos que salen del viñedo de Campana, hasta que tenga los propios.

Para ayudar a financiar los proyectos, la bodega está abierta al ingreso de inversores individuales que pueden sumarse con aportes de entre u$s7.500 y u$s11.000 y ser propietarios de una cantidad determinada de plantas, recibir hasta 150 botellas de vino al año y tener vino con etiqueta propia, entre otros beneficios.

La apuesta de Bodegas Gamboa es un emergente del crecimiento que viene registrando la producción de vinos en la provincia de Buenos Aires, que creció un 250% en los últimos diez años, de la mano de medio centenar de bodegas distribuidas en diversos puntos del mapa bonaerense.

La principal bodega de la provincia es Trapiche Costa y Pampa, que produce vinos y espumosos de alta calidad en Chapadmalal, a sólo 8 kilómetros de la playa.

Sus vinos no se venden en supermercados ni tampoco en vinotecas. Están en las cartas de algunos restaurantes exclusivos o se pueden probar visitando la finca ubicada a menos de una hora del centro de Mar del Plata.

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