El Banco Central congeló todo tipo de modificaciones en sus políticas de tasas y dólar. Pese al optimismo oficial existente respecto a la baja de la inflación, en la entidad que preside Miguel Pesce no anticipan cambios para los próximos meses en las tasas de interés ni en el ritmo de devaluación.
Fuentes del BCRA aseguraron que, respecto al dólar oficial, «no habrá desaceleración».
DÓLAR E INFLACIÓN
En el Gobierno reina cierto optimismo respecto a la reducción de la inflación en los meses venideros.
El propio ministro de Economía, Sergio Massa, aseveró que en abril la variación de los precios minoristas podría comenzar con «un tres», sin especificar decimales.
Noviembre apunta a mostrar un aumento del IPC en torno al 5,5%, uno de los más elevados del mundo y con poco margen para festejos. Tampoco una reducción al 4% sería motivo de grandes logros.
En el Ministerio de Economía apuntan al impacto del lanzamiento de Precios Justos, con incrementos del 4% mensual autorizados en una variedad de productos que incluyen a las naftas.
También apuntan a cumplir con las metas de no requerir asistencia monetaria desde el BCRA.
Pero del otro lado del mostrador hay elementos inflacionarios que aún no han sido desactivados. En primer lugar, la emisión endógena del BCRA, con pasivos remunerados en torno a los $ 9,5 billones y un incremento mensual del orden de los $ 500.000 millones en concepto de intereses.
El feroz cepo a las importaciones suma presión inflacionaria. Al fin y al cabo, obliga a determinados sectores a utilizar el tipo de cambio del «contado con liqui», lo que es una devaluación silenciosa, con impacto en precios y sin los beneficios de una devaluación explícita.
Adicionalmente la brecha cambiaria, en torno al 90%, también refleja las expectativas de devaluación y por ende representan una inflación reprimida. Para completar, aún existen atrasos en precios como tarifas y naftas.
¿Por qué el BCRA mantiene el actual statu quo? En primer lugar, también el valor del dólar oficial está atrasado y no tiene sentido, en la concepción económica oficial, ralentizar su suba.
En paralelo la brecha cambiaria es amplia y si realmente la intención es reducirla, lo peor que puede hacer el BCRA es desacelerar las alzas diarias del tipo de cambio.
Inestabilidad financiera: a la caza de la próxima crisis del mercado
Los dólares financieros (el MEP y el «contado con liqui») y el blue mostraron en noviembre que pueden ser objeto de saltos bruscos y, por ende, ampliaciones de la brecha. El acuerdo con el FMI también estipula que el tipo de cambio tendrá un alza superior a la de la inflación.
El lanzamiento del dólar soja aportó cierto oxígeno al BCRA con mayores chances de que cruce el desierto que representa el verano en cuanto a la liquidación de divisas.
El nivel de reservas del BCRA no da margen tampoco para que se atrase aún más el tipo de cambio oficial.
En definitiva, todo se mantiene en una frágil situación: las tasas de interés no pueden subir dado que incrementan aún más el rojo cuasifiscal. El tipo de cambio, más que ralentizarse debe apuntar a cerrar la brecha con los dólares financieros.
Hasta la semana pasada, con el cierre a $ 168,10, el tipo de cambio oficial se movió con una depreciación en 30 días del 6,7%. Según Portfolio Personal Inversiones, «el crawling peg diario fue de 88,9%».
Las operaciones a futuro en el ROFEX no anticipan fuertes desaceleraciones en el rumbo del tipo de cambio oficial. Todo lo contrario: persisten las dudas sobre la capacidad del Gobierno de poder sostener el actual esquema a mediano plazo.
En el interín, en el BCRA esperan para las próximas semanas desembolsos de organismos internacionales y que lleguen los fondos de empresas chinas para avanzar en la construcción de represas en Santa Cruz.