Categorías
Noticias Sociedad

Un salteño hace furor con sus clases de zumba en Suiza

Maximiliano Cáseres es un salteño que trabaja sin descanso en la ciudad de Basilea, en Suiza. El hombre tiene 34, pero recién, desde hace pocos años, está enseñando zumba en el país europeo: ya tiene su futuro en el Viejo Continente.

De visita por las fiestas de fin de año en Salta, recibió a El Tribuno para contar cómo fue el camino desde su entrañable Villa Chartas hasta el Rothenfluh, un paraje a unos 30 kilómetros de Basilea.

«Hoy tengo a más de 270 alumnos y alumnas que bailan conmigo», dijo Maxi, pero el camino hasta ese presente fue largo. De changuito vivía a una cuadra de la plaza Gurruchaga, sobre la San Luis. Sus padres Ernesto Martín Cáseres y Rosa del Carmen Alancay tuvieron tres niños que hicieron básicamente su infancia en la plaza de la mítica villa salteña.

De muy chico aprendió a bailar folclore y ya preadolescente comenzó con el tango. A la primaria la hizo en el colegio Estrada y al secundario lo disfrutó en el IEM (Instituto de Enseñanza Media) de la UNSa. Ingresó luego a la carrera de Análisis de Sistema, de la Facultad de Ciencias Exactas, pero sus estudios se suspendieron porque con su pareja quedó embarazada. Debían mantener a la criatura que se vendría, por lo que comenzó a trabajar en el sector turístico. Tuvo dos niños con esa pareja: María Victoria y Máximo. En el rubro del turismo hizo de todo: de guía, en gastronomía, de recepción de hoteles. Precisamente este último trabajo fue el que le cambió la vida de una manera increíble.

Hasta el hostel donde trabajaba llegó un día una joven suiza que se llamaba (y se llama) Karin Pfaff. Parece que la cuestión fue fulminante porque ella siguió viaje, pero siguieron comunicándose. Venía desde Cuba y seguía viajando hacia el sur. Ella lo llamó desde Mendoza. Luego lo volvió a llamar desde Córdoba y nada. El hombre solo mirada el laburo y la necesidad de mantener a sus dos hijos.

Parece que el último intento fue desde Buenos Aires, algo así como de última llamada porque el tren ya se iba destino a Suiza nuevamente. Ahí fue que Maxi tiró el tablero por los aires, pidió una liquidación, vendió cosas, dejó dinero para su niños y se fue. Y no volvió más.

Lo que imaginaba como un gran disparate de irresponsabilidad se volvió oportunidad. Karin visualizaba la preocupación de Maxi, por lo que le propuso ir a Suiza, a Basilea, a su pueblito de Rothernfluh, en donde no viven más de 700 personas. Y Maxi tomó ese tren.

Para agendar. En su estadía en Salta aprovecha y sigue dando clases porque es lo que le apasiona. Para quien quiera verlo, el jueves 29 del corriente brindará una clase abierta de zumba en el gimnasio de Entre Rios 865, de 20 a 21. Por consultas llamar al 0387 4 319044.

«Yo me fui por ella y por una necesidad de trabajar. Cuando ella comenzó a ver que yo me estaba preocupando por encontrar algo de laburo en Buenos Aires se dio cuenta de mi realidad. Yo había dejado todo en Salta, pero tenía a mis niños. Fue así que me dijo que nos fuéramos juntos. Nos fuimos y yo vi que es una realidad completamente distinta. Allá es todo perfección, son relojes de precisión, es todo en horario y ordenado. Allí llegué yo sin saber nada de alemán. Fue muy duro», dijo Maxi. Todo eso fue entre enero y febrero del año 2015.

«Yo trabajaba de jardinero, de lo que sea. En eso que estaba en algún jardín escuché en un gimnasio la música de reguetón. Me fui como si me llamara una salamanca y encontré a otra mujer que me cambió la vida. Una dominicana que se llama Yolanda Laureano. Automáticamente comencé a ir a sus clases porque la música era lo poco que me traía nuevamente a mi tierra. A medida que comencé a bailar, Yolanda me dijo que haga el curso de profesorado. Yo no la veía primero, pero ella es una mujer tan generosa, sin egoísmos, que tuvo el gesto hermosísimo de decirme que yo podía enseñar y que inclusive ella me ayudaría con las clases. Así fue que comencé a estudiar y en 2019 tuve que dar mi primera clase», recordó Maxi.

La cultura suiza es la perfección, por lo que todo funciona así y su gente procura ser así de exacta. En esa lógica estaba Maxi ante la preparación de su primera clase cuando abrió los ojos de latino que tiene.

«El concepto de perfección en Suiza es importante. Pero luego yo pensé que si entraba en esa lógica no sería yo, que no sería mi esencia. Entonces, mientras daba mi primera clas,e me dediqué a sentir la música, su energía y vivirla de la manera más feliz. Me fue muy bien y así seguí de la mano de Yolanda hasta que luego ya me independicé y tuve a mis primeras alumnas que eran 4. Hoy son más de 270 personas», repitió.

Para ver y conocer más se puede acceder a su cuenta de Instagram y ver fotografías, fiestas y videos que realiza Maxi en Suiza.

En esa primera etapa el desafío fue hacerse conocido porque él comenzó en un pueblito pequeño. Luego sí se hizo popular en varios gimnasios de Basilea. Luego vino la cuarentena por la pandemía y daba clases al aire libre en un establo.

Hoy mezcla el baile y la cultura culinaria de Argentina con grandes asados al concluir la danza. El próximo desafío de Maxi es tener su propio salón de baile, lo cual se verá cuando regresen de las vacaciones que tiene por Salta. El resto de su historia está por escribirse, pero asegura que siempre volverá a Salta.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *