Martín Brochiero tiene 25 años. Está a sólo unos finales de recibirse de ingeniero civil y es emprendedor. Aunque ésa podría ser su «bio» en redes sociales, los adjetivos que mejor lo definen son dos: inquieto y curioso. Fueron esas características las que lo llevaron a crear «Ecofrit», un novedoso producto que busca evitar la contaminación del agua provocada por el desecho de aceite vegetal usado.
Su punto de partida fue una premisa familiar. «Creo que todos nos criamos escuchando a nuestras abuelas decir que no había que tirar el aceite de cocina usado en las cañerías porque, además de taparlas, contamina el agua. Todo nació como respuesta a esa problemática», explica Martín, seleccionado por la Ciudad de Buenos Aires como uno de los emprendedores del año.
La búsqueda lo obligó a combinar su pasión por emprender, que a su corta edad ya había aplicado en el desarrollo de un exitoso servicio de catering y una distribuidora de vinos, con los conocimientos básicos de química que adquirió trabajando en el negocio familiar, dedicado a la venta de productos para el agro.
El resultado de la investigación, realizada con la colaboración de profesionales del Instituto Nacional de Tecnología Industrial, fue «Ecofrit». «Son escamas de origen 100% vegetal que, al mezclarlas con el aceite de cocina usado, lo solidifican. Eso permite que el desecho sea de fácil traslado, ya que no se necesitan camiones ni bombas cisterna para transportarlo», resume el emprendedor en su oficina de Palermo.
Una vez solidificado, el aceite puede ser arrojado a la basura para que termine en un relleno sanitario, donde se degradará a los seis meses sin filtrarse a las napas; compostarse para transformarse en tierra o usarse como materia prima para la fabricación de velas. Además, puede utilizarse para impulsar el proceso de degradación de biodigestores para producir biogás, aumentando por diez la productividad. Ese biocombustible puede utilizarse para alimentar estufas y cocinas.
Como parte del camino para desarrollar su proyecto, Martín pasó por «Incubate», una iniciativa del Ministerio de Desarrollo Económico y Producción porteño que asocia a los emprendedores con un mentor y con una institución específicamente designados para ellos.
«Fue una experiencia muy buena porque hay gente que te escucha. Siempre cuando uno tiene una idea piensa en no contarla, pero descubrí que compartirla te permite sumar herramientas. En nuestro caso, tuvimos un mentor que nos ayudó un montón en cómo presentar el proyecto. Es importante porque eso es lo que le queda a la gente», remarca el estudiante de la Universidad Católica Argentina (UCA).
El crecimiento de «Ecofrit» tuvo un reconocimiento especial a finales del año pasado, cuando el proyecto fue premiado en el concurso «Startup 2022», organizado por la Ciudad. Martín recibió un millón de pesos para continuar con el desarrollo del producto y pudo presentarlo durante la Cumbre de Alcaldes de C40 que se realizó en Buenos Aires, donde se trataron las problemáticas referidas al medio ambiente.
«Lo más valioso de la experiencia, más allá del reconocimiento económico, fue la visibilización y la repercusión que tuvo el producto a partir de ese momento. Después del evento, se acercaron como 200 personas a hablarnos. Querían saber el costo del producto y dónde se podía conseguir», explica el emprendedor, que sumó a su equipo a Gustavo Giugale como co-CEO y a Patricio Fedio como presidente del directorio.
Su búsqueda por «salvar el agua» y los planes a futuro
Martín tiene clara su misión. «Ecofrit nació como un proyecto para salvar el agua entre todos», explica. Por esa razón, su desarrollo se centró en una solución económica para tratar de forma sencilla un desecho que se puede encontrar en cualquier hogar -con un consumo en toda la Argentina de 120 millones de litros de aceite vegetal por año- y que tiene un alto impacto en el medio ambiente, ya que cada litro de aceite contamina mil litros de agua.
Actualmente, su trabajo se centra en bajar los costos para comercializarlo lo antes posible. «Queremos que el reciclaje no sea algo de elite. Ecofrit ya está incluido en el plan 2023 de los municipios bonaerenses de Tres de Febrero y Trenque Lauquen; y en Colonia Vignaud (Córdoba). El objetivo es involucrar a los vecinos con una campaña de concientización ambiental y generar biogás para alimentar la calefacción de escuelas», cuenta. También está trabajando con una ONG que utiliza la cera como materia prima para la fabricación de velas que luego comercializan.
Sus objetivos a futuro se centran en el desarrollo de más proyectos sustentables, con especial atención en el cuidado del agua, tema que lo desvela. «Hoy por hoy no podés hacer nada que no tenga esa premisa. Lo veo en mi hermana menor, que me enseñó muchas cosas. Por ejemplo, para comprar helado se lleva un tupper. Ya vienen con un chip incorporado», remarca.
Aunque aclara que vive días interminables, con jornadas que mezclan trabajo, estudio y la demanda que implica el crecimiento de «Ecofrit», no duda en incentivar a otros jóvenes a que sigan su camino. «Les digo a todos que se animen. No hay que ser un genio para emprender, sólo hace falta esfuerzo y dedicación. Tener en la mano un producto que vos ideaste es una satisfacción tremenda», resume.