Ya no asombran las demoras, de más dos meses, para obtener algún turno médico por la obra social o la prepaga. La crisis de las prepagas está naturalizada y encierra varias crisis más: una es la de las especialidades médicas.
Pero ahora la cartilla está más inaccesible y más «flaca». Y hay que ser doblemente pacientes para poder aprovechar la credencial. O hay que buscar alternativas.
Un detalle se convierte en dato en medio de este panorama.
Se constató que en la central de turnos vía WhatsApp de dos de las coberturas más importantes del país los asistentes (humanos) ya avisan de antemano, y casi de forma idéntica, que la consulta no será nada pronto.
Si se pide hoy por salud mental, dermatología, oftalmología, odontología y hasta pediatría, principalmente, llega un mensaje similar a este: «tenemos turno para mayo, ¿continuamos?».Por la falta de turnos con médicos especialistas en las prepagas, 3 de cada 10 afiliados eligen los hospitales públicos
A muchas personas afiliadas -que pagan las cuotas con todos sus aumentos- la pregunta les resulta una invitación a buscar especialistas «por fuera». Y hay dos caminos alternativos. Uno sí es «nuevo».
Están quienes pagan una consulta particular aunque ya estén pagando mes a mes, y quienes, más en el interior del país pero hasta en la Ciudad, buscan atención en el sector público aunque tengan credencial de afiliados.
Y una estadística le pone contexto a este doble uso.
Según el Estudio sobre Acceso y Percepción de la Salud, realizado por la Fundación Colsecor, la gente ya valora más las especialidades del sector público y 3 de cada 10 usan los dos sistemas de salud. Además, menos de un 10% se «minimizó», sigue con el mismo plan en el que estaba antes.
Los porcentajes. El 34% tiene una obra social/prepaga y usan indistintamente el servicio público o el privado. El 32% tiene una obra social o prepaga y usa el sistema de salud privado. Casi es un empate. Y el 26% se atiende gratis en hospitales públicos, frente al 5% que paga las prácticas médicas de forma particular.El éxodo de médicos en las prepagas, un dolor de cabeza para los afiliados que buscan turnos con especialistas.
La diferencia entre cuál opción se elige más es significativa según el tamaño de las ciudades.
En las ciudades de menos de 10 mil habitantes (en la investigación se eligieron aleatoriamente 35 pueblos de todo el país), aún teniendo obra social el 41% usa indistintamente el servicio público o privado. En las que tienen más de 100 mil habitantes, en cambio, el porcentaje alcanza el 29%. También es alto.
A la vez, en las grandes ciudades incluso teniendo prepaga, el 41% usa con más asiduidad el sistema de salud privado, frente al 23% que se maneja de esa forma en ciudades menos populosas.
¿Por qué pasa especialmente en las ciudades pequeñas o medianas?
«Se mezclan los proveedores, que suelen ser los mismos. Además, el servicio público no colapsa ni es tan masivo como en ciudades más grandes o bien, la oferta de lo privado es muy reducida«, explica a Mario Riorda, responsable del estudio y director de la Maestría en Comunicación Política de la Universidad Austral.
«También, van a lo público, pero cuando no hay turno o hay más complejidades o bien la cobertura pública no es suficiente o rápida, deben recurrir a los mismos profesionales en el ámbito privado, sea con obra social o coseguros o pagos individuales», detalla.
En cuanto a las especialidades médicas, se da una superposición de gastos y de «tránsitos» de esos mismos pacientes. Del servicio privado al público y del público al privado.
Por ejemplo, se atienden en el servicio público, ahí no les garantizan una cobertura integral para sus casos, se pasan al privado, muchas veces con los mismos profesionales. Y esos mismos pacientes también suelen tener cobertura de obra social, a veces las cajas provinciales, y aún así, terminan pagando un plus (algunas veces en negro).
El impacto en el gasto es triple: pagan el aporte al sistema público, pagan el aporte a la obra social o prepaga y pagan un aporte individual.
En los aspectos de acceso digital a los servicios, especialidades médicas y equipamiento, la mayor aprobación es para el servicio de salud privado. Dentro del sistema público, es más valorada la cercanía a los domicilios particulares y la disponibilidad de medicamentos gratuitos.
Levemente arriba en el privado, pero casi no hay diferencia, en la sensación de atención humana y digna y sensación de cobertura integral, respecto del sistema público.
Cartillas «flacas»
¿Qué es la crisis de las especialidades? La Unión Argentina de Salud (UAS), que nuclea a la mayoría de las organizaciones de medicina privada, reconoce la crisis de especialistas que se van de la cartilla y la engloba en la “gran crisis” de todo el sistema de medicina prepaga: la insuficiente financiación que tiene el sistema.
Las especialidades tienen distintos aranceles y los montos varían entre las prepagas. En todas hay un atraso de esos aranceles respecto a la inflación. Muchos especialistas deciden quedarse sólo en la cartilla que les pague mejor por paciente o pasarse completamente al modo particular.
¿Por qué el uso indistinto del servicio público y privado también pasa en las grandes ciudades?
»Es muy claro que es por las especialidades que la gente paga la consulta particular o, entre quienes redujeron su plan de cobertura para economizar, terminan buscando turnos en el servicio público. Este segundo grupo, que perdió poder adquisitivo y necesitó pagar una cuota de prepaga u obra social menor, también lo ves en las guardias de los hospitales», dice Jorge Gilardi, expresidente de la Asociación de Médicos Municipales de la Ciudad de Buenos Aires.
En los dos hospitales en los que más se ve a estos «pacientes dobles» son el Fernández y el Piñeiro, donde trabaja Gilardi. «Pero pasa en todo Buenos Aires», dice.
¿Por qué? «Hoy para conseguir un turno con una prepaga cara tenés que esperar tres meses. Muchos especialistas se bajan de la cartilla. Sobre todo pasa en las especialidades ‘chicas’. Pero también en pediatría. Salvo que tengas al nene con tos, que te van a dar prioridad total, a las familias les programan el control de acá a dos meses», sentencia.
También, marca el experto, hay «grandes demoras en tecnología». Se refiere a conseguir un turno, puntualmente, para una tomografía u otro estudio de alta complejidad.
El problema no se percibe en enfermedades crónicas porque a los pacientes oncológicos o diabéticos les programan sus controles cuatro meses antes. Les «abren las agendas» con anterioridad.
«La crisis es general. Lo podés evaluar desde la falta de médicos residentes en todo el país, cuando antes se anotaban en las residencias de la ciudad, de provincia, de la Nación, en cualquiera que puedan entrar, y hoy hay vacantes; hasta en las prepagas, que los médicos se van porque tienen sueldos totalmente deprimidos. ¿Cómo no va a haber movimientos de pacientes buscando atenderse como puedan?», marca Arnaldo Casiró, director del CEMAR 1..
«Los especialistas tienen que trabajar muchas horas para llegar a fin de mes. Las prepagas se quedan con menos médicos y, a la vez, con menos de los mejores», cierra.
Según pudo saber Clarín de fuentes del sector, en Provincia las vacantes de los cupos de especialistas también es marcada en los consultorios externos públicos. En pediatría la cobertura sólo es del 28,8% en las posiciones disponibles. En neonatología alcanza el 39,8% y en el resto de las especialidades clínicas los niveles son muy inferiores al 60%.
Primero la salud
Volviendo al estudio, el 78% de la población no alteró el modo en que accede a la salud por cuestiones económicas.
De entre quienes hicieron cambios, el 7% dijo que tenía una obra social/prepaga y se fue a otra más barata, un 6% que pagaba prácticas médicas de forma particular y ahora algunas las hace en el servicio público y un 5% que tenía una obra social/prepaga y empezó a usar el sistema público.
En la percepción “general” del servicio de salud, lo privado está apenas mejor valorado que lo público. 66% versus 61% en aprobación.
Otro dato relevante es que a las mujeres el costo y la inflación les incide más que a los varones en cuestiones de salud.