El Ministerio de Salud alertó por lo pronto que la asociación apresurada entre la desaparición de los temidos Aedes aegypti y el descenso de las temperaturas tiende a ser más mito que realidad. La realidad, de hecho, parecería ser un poco más compleja.
“Pese a que durante los meses de frío los mosquitos adultos reducen su actividad, si se encuentran en una casa conservan la temperatura de su interior. Sólo a muy baja temperatura, los adultos y larvas se mueren. Pero los huevos son capaces de sobrevivir durante el invierno, hasta por un año”, advirtieron desde el Ministerio.
De esto se desprende que, en rigor, el comienzo de las bajas temperaturas podría impulsar que mosquitos y personas convivan con mayor frecuencia en espacios cerrados y más reducidos, una vez que el espacio exterior empieza a volverse hostil para los Aedes aegypti.
Con su explicación, el Ministerio también está avisando que la prevención para evitar que el mosquito se reproduzca debe continuar a pesar de que las condiciones meteorológicas cambien. En definitiva, el combate del dengue no es algo que deba ocurrir sólo durante los meses de más calor, sino todo el año.Pupas de mosquito -estado acuático- que, según los científicos, pueden seguir creciendo incluso a bajas temperaturas
Por eso, la idea de que las bajas temperaturas puedan ser un alivio en el marco de la epidemia de dengue corre el riesgo de toparse con algunos efectos no deseados, justamente si por esa creencia de que el mosquito deja de ser una amenaza la población empiece a relajar los cuidados.
El Ministerio también aclaró otro punto que tiende a creerse, al desmentir que el mosquito se críe en charcos y zanjas al aire libre: “La hembra del Aedes aegypti pone sus huevos en las paredes de recipientes artificiales que juntan agua y las larvas y pupas se desarrollan siempre en esos recipientes”.
La resistencia del mosquito
En cuanto a la relación entre las bajas temperaturas y la supervivencia del vector que contagia el dengue, un estudio del Grupo de Estudio de Mosquitos del Instituto de Ecología, Genética y Evolución de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires resulta esclarecedor.
El trabajo, firmado por María Sol de Majo, Sylvia Fischer, Gabriela Zanotti y Raúl Campos, evaluó las variaciones a corto y largo plazo de las abundancias del mosquito Aedes aegypti en la Ciudad de Buenos Aires y los factores ambientales que favorecen su persistencia.Un recipiente de vidrio que contiene un anillo de huevos del mosquito Aedes aegypti tras extraer el agua del interior. Foto: EFE
Realizaron tres mediciones escalonadas a 12, 14 y 16 grados de temperatura. Luego, analizaron la supervivencia de los ejemplares involucrados, el tiempo de desarrollo y el tamaño de los mosquitos adultos para cada escenario.
El trabajo, publicado en la revista de la Sociedad Americana de Entomología, llegó a la conclusión de que la población del Aedes aegypti en la Ciudad tiene una mayor tolerancia a las bajas temperaturas que las poblaciones de otras regiones geográficas evaluadas en estudios anteriores.
“Comprobamos que pueden completar su desarrollo a una temperatura de solo 12 grados, algo que no se ha reportado en ningún otro lugar del mundo”, reveló De Majo, primera autora del trabajo, en la publicación Nex Ciencia de Exactas de la UBA.
Para el estudio, recolectaron huevos de 208 trampas distribuidas por toda la Ciudad y luego trasladaron los mosquitos al laboratorio para realizar los experimentos.
Los investigadores pusieron incluso en duda unas de las afirmaciones del Ministerio de Salud: el hecho de que los huevos permanezcan en estado latente a lo largo de todo el invierno, para eclosionar a partir de la primavera, cuando la temperatura y la humedad aumentan.
En realidad fueron más allá: observaron que la eclosión de los huevos del mosquito y el desarrollo del insecto no se detenían pese al frío y que, de alguna manera, la población local de estos insectos estaría adaptándose a las condiciones invernales de la Ciudad de Buenos Aires.
Estimaron también que durante el invierno puede eclosionar más del 45 por ciento de los huevos y una gran parte de las larvas puede desarrollarse y alcanzar el estado adulto.
“Observamos que a 16 grados sobrevive el 88 por ciento, a 14 grados lo hace el 82 por ciento, y a 12 grados la supervivencia es del 22 por ciento”, precisó De Majo y agregó: “Si bien la supervivencia a 12 grados es baja, nos está diciendo que algunas poblaciones de Aedes Aegypti se están adaptando al frío de la Ciudad de Buenos Aires de finales del otoño, de comienzos de la primavera e, incluso, del invierno”.