La Vicepresidenta Cristina Fernández, estuvo en el teatro Argentino de La Plata, rodeada de la escenificación y coreografía que a ella la alimenta como un mito viviente.
Recordó que en ese escenario se realizó un acto luego de la primera vuelta de las elecciones en 2003, donde Néstor Kirchner que había salido segundo, detrás de Carlos Menem, se preparaba para ganar el ballotage debido a la no presentación del ex presidente riojano.
Celebró la inauguración de la escuela de capacitación Néstor Kirchner. En su primera descalificación afirmó que «hay intelectuales que no entienden nada» y por eso era necesario que ella explique la actualidad de Argentina.
Desde el inicio dijo que ella iba a explicarle a los presentes qué ocurrió en la historia reciente, partiendo desde la crisis de 2001. Afirmó que La Alianza fue la primera experiencia de un gobierno de coalición de la Argentina.
«La convertibilidad terminó como empezó» sentenció y agregó que «fue una persona que tuvo una idea» al referirse a Domingo Cavallo, a quien caracterizó como un hombre de «ojitos claros» de quien dijo que «hoy es calvo, aunque antes tenía un poco de pelo».
Cuestionó la «convertibilidad» porque hubo una apertura económica indiscriminada. Y luego recordó que ese modelo «explotó» en el gobierno de La Alianza.
A renglón seguido, Cristina, expresó que ahora un nuevo «señor de ojitos claros» está proponiendo una dolarización, que es un «modelo que ya fracasó» hace 20 años.
Ocupó un tiempo para cuestionar la «dolarización» de la economía y mostró como ejemplo de fracaso a Ecuador. Mediante láminas proyectadas expuso que ese país que dolarizó su economía y tiene una inflación creciente y un nivel de endeudamiento elevado.
Cuestionó que Argentina haya regresado a pedirle un préstamo al Fondo Monetario Internacional, durante el gobierno de Macri. Pidió volver a pactar las cláusulas que se establecieron en ese acuerdo.
Le destinó un tiempo para mofarse de la oposición al hablar de la existencia de dos grupos: los «halcones y palomas», quienes tienen posturas diferentes. Unos más radicalizados que otros a la hora de plantear soluciones a los problemas del país.
Como es su costumbre utilizó la capacidad del oxímoron para descalificar a los empresarios y luego decir que ella no hablaba mal de ellos. Algo que a su público enfervoriza y reafirma el fanatismo hacia ella.
En una parte de su extensa exposición, por momentos aburrida y tediosa, propuso un acuerdo entre las fuerzas políticas, algo que nunca intentó Kirchnerismo durante los 12 años de gobierno antes de Macri, ni ahora con la gestión de Alberto Fernández.
Cuestionó la concentración económica que hay en Argentina, enumerando los rubros en los que más se da, nombrando a las empresas o grupos económicos.
Luego volvió a ponerse en el centro de la escena. Elevándose a la calidad de mujer perseguida. dijo que los que quisieron matarla tienen contacto con los poderes concentrados y que además, es una perseguida por la Justicia y está proscripta por culpa de los jueces.
En definitiva, Cristina se plantó como la única opositora a las ideas de Javier Milei. De esa manera intenta volver al centro de la escena, a la esquina del movimiento político nacional, pero sin éxito al juzgar por la elevada imagen negativa que tiene que supera el 70% en todas las encuestas, aún en las encargadas por Casa Rosada.
Como olvidándose que es parte de la gestión dijo al cerrar su alocución que «necesitamos un plan de gobierno», volviendo a intentar separase del fracaso económico del actual administración.