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Espartamo: La OMS y la ciencia enfrentados sobre las consecuencias para la salud

La Organización Mundial de la Salud dictaminó este jueves que el espartamo puede seguir siendo consumido de forma moderada. Lo hizo como un tribunal absuelve a un acusado por el beneficio de la duda. Según consta en el informe del organismo publicado anoche, el expediente constó de 1.300 investigaciones científicas que vinculaban el espartamo al cáncer y otras enfermedades, pero al parecer ninguna fue convincente: la fiscalía (un grupo de científicos independientes) se quedaron cortos de pruebas y la defensa (la industria de los edulcorantes y gaseosas) festejó.

“La IARC (Centro Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer) y la OMS alientan a los grupos de investigación independientes a desarrollar estudios de cohortes mejor realizados (incluidos seguimiento más largo y cuestionarios dietéticos repetidos en cohortes existentes) y ensayos controlados aleatorios, que incluyen estudios de vías mecánicas relevantes para la regulación de la insulina, el síndrome metabólico y la diabetes, particularmente en lo relacionado a la carcinogenicidad. Los estudios adicionales de carcinogenicidad en sistemas experimentales también pueden ser útiles para dilucidar si existe un peligro cancerígeno planteado por el consumo de aspartamo”, dicen las conclusiones del informe.

Más arriba explican por qué descartaron hasta lo más convincente que tenían para condenar al espartamo, y que finalmente tampoco alcanzó: “Entre los estudios de cáncer disponibles en humanos, sólo hubo tres estudios sobre el consumo de bebidas endulzadas artificialmente que permitieron evaluar la asociación entre el aspartamo y el cáncer de hígado. En estos estudios, el consumo de bebidas endulzadas artificialmente fue considerado un buen indicador de la exposición al aspartamo, respaldado por la evidencia sobre el país y el período de tiempo de uso de aspartamo en bebidas. En los tres estudios, se observó una asociación positiva entre el consumo de alimentos artificialmente bebidas azucaradas y el riesgo de cáncer de hígado, ya sea en general o en subgrupos importantes de las poblaciones estudiadas”. Sin embargo, agregan que “no se pudo descartar el azar, el sesgo o la confusión como explicación de los hallazgos positivos”.

También aseguraron que hubo evidencia limitada de cáncer en animales de laboratorio. Hubo una mayor incidencia de tumores en dos especies, ratón y rata, de ambos sexos, vistas en tres estudios publicados. Sin embargo, «en base al diseño del estudio, la interpretación y el reporte de datos el grupo de trabajo concluyó que la evidencia de cáncer en los animales era limitada”.

Así fue cómo las sospechas iniciales del grupo asesor independiente de expertos internacionales, que hace recomendaciones a la OMS sobre qué agentes podrían tener vinculación con el cáncer para someterlos a evaluación, no progresaron del estatus de sospechas.

“Al aditivo alimentario aspartamo se concedió alta prioridad para la evaluación por parte del programa de Monografías IARC basado en evidencia de cáncer emergente en humanos y en animales de laboratorio”, dice la OMS para justificar por qué decidieron someter a juicio al endulzante. Sin embargo, a partir de esa decisión la hipótesis inicial no hizo más que poblarse de dudas en un recorrido cuyo saldo fue funcional a la inocencia del aspartamo, que seguirá siendo inocente hasta que se demuestre lo contrario.

La incógnita es por qué la fiscalía promueve un juicio sin la evidencia científica suficiente, y que el resultado sea que se le termine colocando al espartamo la etiqueta casi inocua de “posiblemente cancerígeno”. No sólo sin indicar qué porcentaje significa ese “posiblemente”, sino que que en función del contexto de las otras categorías disponibles se presume una posibilidad poco relevante.

Otras enfermedades

La presunta conexión del espartamo con el cáncer no fue lo único que falló en este juicio, sino también la exploración de otros posibles daños como la diabetes tipo 2 y la enfermedad cerebrovascular, a la postre tampoco considerados convincentes por los evaluadores: “Aunque las asociaciones persistieron en varios análisis de sensibilidad diseñados, ciertos sesgos inherentes a los estudios de cohortes y la posibilidad de confusión residual no pueden eliminarse. Para inferir que la asociación es causal, los epidemiólogos utilizan una serie de criterios como fuerza, consistencia, especificidad, temporalidad, gradiente biológico, plausibilidad, coherencia, experimentación y analogía. En la actualidad, es difícil satisfacer todos o parte de estos criterios. Estas asociaciones requieren más investigación para llegar a conclusiones firmes”.

Por último, también se analizó la posibilidad de que el aspartamo pueda alterar el microbioma. “Sin embargo, los resultados son inconsistentes, y el mecanismo por el cual esto posiblemente podría estar relacionado con los resultados observados en humanos no está claro. Se necesita más investigación para comprender el papel que pueden desempeñar las alteraciones en el microbioma en posibles efectos sobre la salud del consumo de aspartamo”, concluyen.

La Asociación Internacional de Edulcorantes y el Consejo Internacional de Asociaciones de Bebidas, tras el fallo de la OMS, se mostraron más exultantes que Fernando Burlando cuando logra que un defendido suyo no vaya preso. La diferencia entre este tipo de proceso sanitario y uno judicial es que la “cosa juzgada” no existe y, eventualmente, la abofeteada ciencia podría llegar a tener en el futuro su revancha.

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