Categorías
Noticias Política

En Estados Unidos se preguntan si Milei es realmente un libertario

La aparición de Javier Milei, autodenominado «anarcocapitalista» y libertario radical, como candidato a la presidencia de Argentina en octubre ha sido recibida por sus supuestas almas gemelas en Estados Unidos con una mezcla de entusiasmo y aprensión.

Hasta la aparición de Milei, los libertarios habían visto a pocos promotores de sus ideas ocupar la escena política en los últimos años, aparte del senador de Kentucky, Rand Paul, que sigue arando en solitario el surco que abrió su padre Ron. El creciente protagonismo del rapero y empresario libertario Vivek Ramaswamy, aspirante a la candidatura presidencial republicana, podría suscitar un entusiasmo similar en el movimiento.

Un colaborador de la página web del Instituto Cato, un think tank estadounidense que promueve los principios libertarios de «libertad individualgobierno limitadomercados y paz«, preguntó nervioso si Milei podía considerarse un auténtico libertario.

Muchas de sus propuestas políticas –reducción de impuestos y del gasto públicolegalización de las drogas, debilitamiento de las restricciones a la posesión de armas– sugieren un escepticismo totalmente libertario sobre el alcance de la autoridad política y la legitimidad del Estado, concluía el escritor. Pero Milei también es un admirador del expresidente Donald Trump. Y Trump, a pesar de su afán por bajar los impuestos, sigue siendo «firmemente antilibertario» en cuestiones como la inmigración, el comercio y las drogas.

Pero otro miembro de Cato insistió en que los libertarios tenían poco que temer de Milei. Tenía un «sólido conocimiento» de la economía de libre mercado, y su propuesta de sustituir el peso por el dólar estadounidense era la solución correcta al problema de la inflación crónica en Argentina. Y en cualquier caso, su condena populista contra los «ladrones» de la política no era más que una «forma inteligente de atraer a los votantes más conservadores sin perder su buena fe libertaria».

De hecho, hay algo que decir a favor de ambos análisis. Y podemos ver por qué, si consideramos a Milei a la luz de la obra de Murray Rothbard, el pensador libertario estadounidense a quien el político argentino admira tanto que le puso su nombre a uno de sus perros. (Otro de sus cinco mastines lleva el nombre de Milton Friedman).

Rothbard, que nació en 1926 y murió en 1995, desarrolló una versión radical del libertarismo que denominó «anarcocapitalismo«. En esta visión del mundo, los Estados son un «bandidaje organizado» y los impuestos no son más que «robo a escala gigantesca y sin control». Como señala Quinn Slobodian en su reciente libro El capitalismo de la fragmentación, en el sistema de gobierno ideal de Rothbard, «los contratos sustituirían a las constituciones» y las personas no serían ciudadanos, sino «clientes de una serie de proveedores de servicios».

Esta nueva marca pretendía desprenderse de las herencias del liberalismo social y sexual de los años ’60. En su lugar, veía la familia, la iglesia y la comunidad como baluartes contra el poder excesivo del Estado. Fue en este terreno en el que Rothbard buscó un terreno común con el llamado paleoconservadurismo, asociado, entre otros, a Pat Buchanan, que fracasó dos veces en su intento de conseguir la nominación presidencial republicana en la década de 1990.

En un artículo de 1992 titulado Populismo de derecha: una estrategia para el paleo movimiento, que hoy se lee más como una profecía que como una polémica, Rothbard establecía un contraste entre el Estados Unidos actual – «un país estatista… dominado por una elite dirigente»- y el Estados Unidos de antes: el «viejo Estados Unidos de la libertad individual, la propiedad privada y el gobierno mínimo».

Rothbard fue inusualmente claro sobre los fallos del movimiento libertario en EE.UU., y reconoció que había sido insignificante como fuerza política, y no intelectual. Los libertarios, argumentaba, habían sido muy eficaces en la difusión de «ideas correctas» sobre el libre mercado y el Estado mínimo, pero como «estrategas del cambio social» habían «perdido el tren». En cuanto al Partido Libertario, fundado en 1971, Rothbard lo declaró » terminado, acabado, kaput», aunque entonces todavía presentaba candidatos a la presidencia y sigue haciéndolo.

La clave, pensaba Rothbard, era encontrar a alguien que pudiera emprender la lucha dentro del partido republicano y exponer a la «corrupta élite gobernante y cómo se beneficia del sistema existente».

No vivió para ver la victoria de Trump en 2016 y no está claro si la habría recibido con agrado, pero en Milei, al menos, tiene un alumno muy fiel, y el libertarismo un nuevo vocero.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *