Petrobras, la petrolera brasileña que llegó a la Argentina en 2002, anunció que detuvo la venta de su filial en el país, luego de una amplia revisión de su plan de desinversión que comenzó en 2010, con la venta de sus activos.
El gigante petrolero anunció al regulador de valores de San Pablo, que ya no venderá los grupos terrestres de Urucu y Bahía-Terra, así como el yacimiento de Manati y Petrobras Operaciones, su filial en la Argentina, que había puesto a la venta en octubre de 2022, con el objetivo de «optimizar» su cartera de activos.
En ese entonces, Petrobras tenía la intención de ahorrar unos u$s 13,5 millones en gastos corrientes, por lo que puso a la venta -además de sus operaciones en la Argentina- una serie de activos, incluidos campos terrestres y campos marinos de aguas someras en América del Sur y Londres, durante el mandato del expresidente, Jair Bolsonaro.
Sin embargo, tras la asunción del actual presidente, Luiz Inácio Lula da Silva, esos procesos se detuvieron. De hecho, se cancelará el acuerdo de BahíaTerra -comprende 28 licencias para operar campos de gas y petróleo en tierra ubicados en el estado de Bahía- por el que dos empresas energéticas brasileñas -Petroreconcavo y Eneva- habían hecho una oferta conjunta de u$s 1400 millones para pasar a una fase de negociación.
Según anunció la gigante petrolera brasileña, de ahora en más, su nueva política para el área de exploración y producción de petróleo se basará en «maximizar el valor de la cartera centrándose en activos rentables».
Esta, a su vez, incluye «la reposición de reservas de petróleo y gas (incluyendo la exploración de nuevas fronteras), el aumento de la oferta de gas natural y la promoción de la descarbonización de las operaciones», agregó la firma.
No obstante, Petrobras afirmó que seguirá adelante con la venta de sus participaciones en las centrales termoeléctricas Brasympe/Termocabo, Suape II y Araucaria, en las que posee una participación del 20 por ciento. Además, reveló que la posibilidad de mantener otros activos en su portafolio «será reevaluada periódicamente, en función de la actualización de sus objetivos de rentabilidad y de las oportunidades de descarbonización».
En la Argentina, Petrobras Operaciones conservaba, entre otros activos, un 33,6% en el yacimiento petrolífero de Río Neuquén, donde es socia de YPF y de Pampa Energía.
Petrobras en la Argentina
Petrobras llegó a la Argentina en junio de 2002, tras adquirir PeCom Energía, la empresa de la familia Perez Companc por la que pagó u$s 1125 millones. Tenía la intención de destronar a Shell como segunda jugadora del mercado local.
Sin embargo, su protagonismo central en los casos de corrupción y lavado de dinero en Brasil, que se dieron a conocer tras la operación Lava Jato en 2014, la arrastraron a una situación financiera delicada, que la obligó a desprenderse de activos para pagar las multas y sanciones derivadas de la investigación judicial.
Igualmente, su desinversión en la Argentina había comenzado poco antes. En 2010, puso a la venta su refinería de San Lorenzo (Santa Fe), junto a una red de 345 estaciones de servicio. El comprador fue, en mayo de 2013, Cristóbal López, quien pagó u$s 110 millones por los activos, a los que reconvirtió en su propia petrolera: Oil Combustibles.
No obstante, su gran salida se produjo años después. En mayo de 2016, le vendió a Pampa Energía, el grupo que lidera Marcelo Mindlin, la totalidad de sus operaciones en el país. Pampa pagó u$s 892 millones por un combo que incluyó una refinería en Bahía Blanca, más de 100 estaciones de servicio, acciones en Transportadora Gas del Sur (TGS), la central térmica Genelba, la hidroeléctrica Pichi Picún Leufú y varias plantas petroquímicas en Bahía Blanca y Santa Fe.
Sin embargo, poco más de un año después, a fines de 2017, Pampa le vendió a la holandesa Trafigura, dueña de la marca Puma, toda la red de estaciones de servicio (más de 250), la refinería bahiense, la planta de lubricantes de Avellaneda y la terminal de Caleta Paula, en u$s 90 millones.
El proceso de desinversión que inició la petrolera brasileña por el Lava Jato se aceleró, en 2019, con el gobierno de Jair Bolsonaro.
Los principales accionistas de Petrobras son instituciones financieras occidentales como Baillie Gifford y Fidelity, que juntos poseen casi dos tercios del capital social de la empresa, aunque más de la mitad de los derechos de voto los controla el Estado brasileño.