Mucho se ha hablado en Argentina durante el 2023 de los impactos económicos del cambio climático, concretamente con la sequía que afectó a distintos sectores del agro y que produjo pérdidas económicas en el orden de los US$20.000 millones para el país, sin tener en cuenta el arrastre en otros rubros asociados a la exportación, transporte y elaboración de dicha cosecha.
Un saldo negativo que promediado entre todos los argentinos significaría una pérdida anual de unos US$425 por persona. Enorme cifra en su equivalente en pesos, que de todas maneras se ubica por debajo de otros desastres climáticos del último año en distintos lugares del mundo.
La organización benéfica Christian Aid mesuró el impacto de incendios forestales e inundaciones devastadoras en distintos puntos del globo durante el 2023, y confeccionó un ranking que encabeza Hawái, con un costo negativo per cápita de US$4.161, fruto de los incendios que azotaron al archipiélago estadounidense del Pacífico.
En segundo lugar se ubicaron las fuertes tormentas en Guam, con pérdidas promedio de US$1.455 dólares por habitante. Y más al sur también en el Pacífico, los temporales en Vanuatu, con un saldo en rojo de US$947. En la vecina Nueva Zelanda, las tormentas tuvieron un impacto negativo de US$468 per cápita, y las consiguientes inundaciones sumaron pérdidas por otros US$371 por habitante. Italia, con saldos en rojo de US$164 por habitante a raíz de las inundaciones, es el país europeo más afectado, seguido por España, que en contraste acusa pérdidas de US$50 por cada ciudadano, a raíz de la sequía.
En Sudamérica, Chile se vio afectado por incendios tanto como por inundaciones que significaron un déficit de US$39 dólares y US$30 respectivamente. Mientras que Perú tuvo pérdidas de US$20 per cápita por las tormentas y otros US$9 por las inundaciones.
Y en este mapamundi de balances en crisis, las potencias como Estados Unidos y China tampoco pudieron evitar el impacto climático, aunque claro, prorrateado en un mayor número de habitantes, los saldos negativos se redujeron a US$31 per cápita en el caso norteamericano, y a US$23 per cápita en tierra oriental a causa de las inundaciones.
Impacto
Según el análisis de lista de los 20 desastres climáticos más costosos de 2023, se revela una “lotería global en contra de los pobres”. Así califica el informe de la organización Christian Aid, que encontró que las fuertes tormentas (como la sufrida por Buenos Aires y alrededores hace unas semanas), inundaciones, sequías e incendios, están afectando duramente a quienes menos pueden darse la posibilidad de reconstruirse, y que son coincidentemente los países que menos han contribuido a la crisis climática al quemar menos combustibles fósiles que las naciones ricas, que se han enfrentado a menos desastres climáticos.
La investigación examinó 20 desastres naturales exacerbados por el colapso climático que afectaron a 14 países durante el año pasado. El costo más alto por ser humano fueron los incendios forestales en Hawái en agosto, que superan con creces al segundo más costoso, las tormentas de Guam.
El análisis destaca que los países con peores infraestructuras y viviendas más endebles enfrentan mayores costos después de un desastre climático, ya que sus áreas habitadas se destruyen muy fácilmente. En las zonas donde la gente ha enfrentado los costos más altos, muchos están empleados en la agricultura, que es vulnerable a las condiciones climáticas extremas, al tiempo que son menos favorecidas por los gobiernos con respecto a las inversiones de prevención y reconstrucción.
Fragilidad
Patrick Watt, director ejecutivo de Christian Aid, explicó: “Cuando se trata de la crisis climática, hay una lotería global de códigos postales que está en contra de los pobres. En los países más necesitados, la gente suele estar más vulnerable a los desastres relacionados con el clima y por ende, cuentan con menos recursos para recuperarse. El resultado es que mueren más personas y la recuperación es más lenta y desigual. Y hay una doble injusticia en el hecho de que las comunidades más afectadas por el calentamiento global hayan contribuido poco al problema”.
“Los gobiernos necesitan urgentemente tomar más medidas a nivel nacional e internacional para reducir las emisiones y adaptarse a los efectos del cambio climático. Y cuando los impactos van más allá de lo que la gente puede soportar, el fondo para pérdidas y daños debe contar con recursos para compensar a aquellos países condenados por los efectos de una crisis que ellos no generaron”, agregó Watt.
Las pérdidas y daños, que se refieren a los países más ricos y más contaminantes, versus aquellos que emiten menos combustibles fósiles y son los más afectados por el colapso climático, se han convertido en parte de las negociaciones climáticas en los últimos años. Los países en desarrollo han exigido justicia climática después de enfrentar desastres cuya solución ha sido extremadamente costosa.
En la cumbre climática Cop28, celebrada este año en Dubái (zona petrolera por excelencia), los países ricos con mayor responsabilidad de la emergencia climática actual, prometieron un total combinado de poco más de US$700 millones al fondo de pérdidas y daños, menos del 0,2% de los recursos económicos de los gigantes presentes. Un desbalance que será objeto de debate en lo inmediato, con los efectos del cambio climático haciéndose cada vez más palpables.