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Llegó al país un tratamiento que logra una sobrevida inédita a los pacientes con cáncer de pulmón

¿Usted se pudo vestir solo hoy? ¿Pudo desayunar? ¿Logró salir a caminar? Las preguntas podrían continuar, pero bastan como ejemplo de lo que los pacientes con cáncer avanzado que participan de ensayos clínicos responden para medir cómo viven el día a día. Así, la eficacia de las nuevas drogas investigadas se mide tanto por cuánto logran reducir el tumor como por el beneficio que aportan a la calidad de vida.

En esa línea se inscribe un innovador medicamento contra el cáncer de pulmón, el segundo más prevalente en varones detrás del de próstata. Dentro de la gran cantidad de nuevos fármacos disponibles contra el cáncer (más de 100 en los últimos cinco años) los pacientes con un tipo específico de cáncer de pulmón, en estado avanzado o metastásico, cuentan ahora en Argentina con el amivantamab, anticuerpo monoclonal aprobado por la Anmat que prolonga la vida casi dos años.

La clave de esta generación de tratamientos contra el cáncer es la precisión. Drogas diseñadas para dar en el blanco. En este caso, el blanco es un cáncer de células no pequeñas que presentan una alteración genética conocida como mutación en las inserciones del exón 20 del EGFR, cuando la enfermedad progresa durante o luego de la quimioterapia basada en platino.

Diego Kaen, presidente de la Asociación Argentina de Oncología Clínica, explicó que “ésta es una población que hasta ahora no contaba con un tratamiento efectivo, con la excepción de la quimioterapia. La llegada de esta medicación es verdaderamente novedosa. Los pacientes que poseen esa alteración en su ADN tumoral pueden responder a este fármaco”.

¿Cuántos pacientes se beneficiarán de esta terapia? “No son muchos, pero más allá del número hay que entender que cada paciente es el 100 por ciento de uno, y cada uno de ellos ahora va a poder tener una alternativa terapéutica que antes no tenía”, respondió Kaen a la consulta de Clarín.

Esa lógica para medir el alcance de las nuevas drogas contra el cáncer es inherente a su propia naturaleza, al conseguir blancos cada vez más específicos. Las alteraciones en el EGFR son mutaciones genéticas frecuentes en el cáncer de pulmón de células no pequeñas, mientras que las alteraciones en las inserciones del exón 20 del EGFR son las terceras mutaciones primarias del EGFR con mayor prevalencia y representan hasta el 10 por ciento de las mismas.

Amivantamab, desarrollado por el laboratorio Johnson y Johnson, demostró su eficacia en el estudio clínico Chrysalis. Allí se observó que en el 37 por ciento de los pacientes el tumor se achicó, mientras que en el 74 por ciento la enfermedad logró estabilizarse para que los pacientes mejoraran su calidad de vida. La mediana de supervivencia global fue de 23 meses, algo inédito para este tipo de tumor.

La lógica de la masividad terapéutica perdida a costa de eficacia se encuentra en el camino con dos obstáculos. El primero y más evidente es que los costos de las drogas innovadoras son más altos, lo que hace que la cobertura encuentre más dificultades en un sistema de salud en crisis. El segundo escollo, menos transitado pero también vital, es que para lograr acceder a este tipo de tratamientos son clave los testeos genéticos.

Sin embargo, el 50 por ciento de los pacientes con esta alteración no son detectados a través de los testeos genéticos realizados con las técnicas habituales (PCR), lo que atenta contra la indicación del tratamiento más conveniente. Hacen falta testeos de secuenciación de ADN de nueva generación para lograr el diagnóstico preciso de la enfermedad. “Sólo el 40 por ciento de los pacientes con cáncer de pulmón metastásico accede a esos testeos”, advirtió Kaen.

Manglio Rizzo, jefe de Servicio de Oncología Clínica del Hospital Universitario Austral, hizo hincapié en que el análisis molecular de los tumores es cada vez más necesario: “Hasta la fecha, sabemos que cerca de la mitad de los pacientes con cáncer de pulmón presenta un tumor con una alteración molecular que permitiría un tratamiento específico, personalizado. Y también sabemos que quienes reciben este tipo de tratamientos tienen mejores resultados que los que no lo hacen”.

Kaen, que también es jefe del Hospital Regional Enrique Vera Barros de la Rioja, agregó que hoy “es prácticamente una obligación que los pacientes con cáncer de pulmón puedan ser testeados molecularmente antes de indicar un tratamiento. El testeo molecular es parte del diagnóstico: así como estadificamos el tumor, le hacemos una tomografía y un análisis de sangre al paciente, se debe realizar también el testeo molecular”.

La falta de acceso a los testeos moleculares podría empezar a allanarse de prosperar una iniciativa para que sean los laboratorios fabricantes de las nuevas terapias los que financien esos estudios, algo que luego recuperarían con los fármacos que están interesados en vender. Pero el plan, si bien es un proyecto avanzado, aún no está cerrado.

Ese mapa genético es como una brújula para la especificidad de las drogas a medida, que han logrado que la sobrevida en el cáncer de pulmón sea cada vez mayor. “Hasta hace poco, los pacientes alcanzaban una sobrevida de unos 6 meses, pero ha habido un cambio significativo y hoy entre el 30 y el 40 por ciento de los pacientes sigue con vida a cinco años de haber sido diagnosticado, algo impensado antes”, dijo Kaen.

Rizzo sumó que “las estadísticas muestran que los pacientes con cáncer de pulmón viven cada vez más. Esta tendencia se ha incrementado durante los últimos años y se hará cada vez más pronunciada. Ciertamente, viendo los avances que ha habido en los últimos años, se puede ser optimista y proyectar un futuro promisorio”.

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