Cada vez son más los argentinos que se acercan a los 250 puestos que Worldcoin estableció en todo el país para acceder al escaneo de su iris a cambio de criptomonedas. La difusión de la moneda digital, propiedad de OpenIA, es parte una cruzada mundial de la empresa de inteligencia artificial para construir la red financiera y de identificación «más grande del mundo».
Pero debido a que recopila datos biométricos sensibles, la estrategia motivó numerosas investigaciones y suspensiones en varios países, a diferencia de lo que ocurre en Argentina, donde la convocatoria arrasa en línea con la crisis económica, la inflación y el ajuste de los sectores medios y bajos. A tal nivel que desde principios de año ya superó los 500 mil adherentes argentinos que accedieron a escanear su iris a cambio de bonos en criptomonedas, actualmente valuados en 80 dólares.
Este escenario cobró notoriedad en los últimos meses, cuando se vieron enormes filas en varios stands de Worldcoin situados en el Área Metropolitana Buenos Aires, atendidos por jóvenes operadores equipados con uno o dos dispositivos de escaneo de datos biométricos.
«Lo hago porque no tengo un peso, no hay otra razón», dijo Juan Sosa, de 64 años, un profesor de artes marciales. «No quería hacerlo, pero por mi edad nadie me da trabajo, y necesito la plata», agregó el hombre en diálogo con AFP,mientras permanecía unos segundos frente a una esfera plateada con cámara incorporada en uno de los 250 «orbes» (puestos) instalados en todo el país.
«Hay gente que la está pasando muy mal, que un sueldo no le alcanza, por eso hacen estas cosas», opinó Miriam Marrero, cajera de supermercado de 42 años, mientras señala el «orbe» que acaba de escanearla con el mismo fin: obtener dinero a cambio.
Los testimonios da una idea de por qué Argentina es uno de los países donde más permeó la inusual estrategia de la criptomoneda de OpenAI, que ya cuenta con una base de datos compuesta por el iris de un total de 2 millones de personas de todo el mundo, del que el país participa en un 15 por ciento, según datos publicados por la compañía.
Worldcoin, cofundada en 2023 por Sam Altman, es una criptomoneda dotada de un sistema de verificación de identidad a partir del iris. Una vez que el usuario hace el escaneo y completa así la validación de su identidad, puede disponer de los tokens que otorga la aplicación en su billetera virtual.
La empresa es estrechamente vigilada por reguladores en varios países. Kenia, España y luego Portugal ordenaron sucesivamente a Worldcoin suspender la recolección de datos biométricos hasta completar sus investigaciones. Pero Worldcoin arrasa en Argentina, un país con más del 40% de pobres y una inflación del 211% que además transita un brutal ajuste dispuesto por gobierno de Javier Milei.
En medio de la preocupación, la empresa de Altman salió a aclarar que no se trata de una «transacción» de iris por dinero, sino que la intención final de Worldcoin es dar los primeros pasos hacia la construcción de «la red financiera y de identificación más grande del mundo». Una suerte de pasaporte digital que funcionaría gracias al blockchain, permitiendo a los usuarios demostrar su identidad en línea sin compartir otros datos personales.
La empresa asegura que los datos se encuentran protegidos con «características de seguridad altamente avanzadas» y que «Worldcoin Foundation y su colaborador Tools for Humanity (NdR: la empresa detrás de la criptomoneda) nunca han vendido, no venden ni venderán ningún dato personal, incluidos los biométricos».
Por su parte, Tiago Sada, jefe de producto de «Tools for Humanity», dijo que la empresa tiene un «diálogo abierto» con los entes reguladores de cada país respecto a «aspectos financieros y de privacidad». Además, dijo a AFP que las investigaciones en distintos países «para verificar que se cumplan los compromisos son perfectamente normales», como la que lleva a cabo en Argentina la Agencia de Acceso a la Información Pública (AAIP).
Entre la necesidad y la curiosidad
Varios expertos advirtieron sobre la sensibilidad de un dato biométrico como lo es el iris, que es único de cada ser humano y «ultrasensible». «Yo no creo que las personas no comprendan en absoluto las implicancias que tiene; simplemente lo hacen por necesidad. Y además todavía hay una cuestión muy optimista y una magia que se genera por el orbe, una curiosidad«, advirtió Natalia Zuazo, especialista en políticas tecnológicas y directora de la firma de consultoría digital Salto Agencia.
Más allá de las cuestiones morales, el incentivo económico se torna en el eje de la motivación de los argentinos para acceder a entregar voluntariamente este tipo de información. «El iris es algo que no se puede cambiar y no sé quién tiene esos datos, eso es lo que me da miedo«, comentó Ulises Herrera, un estudiante de 20 años.
«Hace años que le doy mis datos personales a un montón de empresas, al menos estos me van a dar plata», ironizó un músico de 33 años que acaba de sacar un turno para escanear su iris en la ciudad de Buenos Aires.
Zuazo, en tanto, caracterizó a Worldcoin como un «intento mesiánico de identidad digital». «Si te fijas en el mapa, obviamente van a los países en crisis, a los países más pobres, porque las personas están más predispuestas a hacer estos intercambios», concluyó.