Existe un lugar en la Argentina que parece ser un oasis en medio de la crisis. No lo golpea ningún embate de la economía y sigue siendo tan atractivo para viajeros del mundo como para turistas nacionales que anhelan consumar alguna vez el sueño de conocer su morfología blanca. Es el glaciar Perito Moreno, viejo conocido de todos nosotros, centro magnético del poder en tiempos de Néstor y Cristina, patrimonio Unesco de la Humanidad desde 1981.
Sus cinco kilómetros de frente helado, sus murallas de 60 metros de alto, el azul de sus sumideros y la posibilidad de ser caminado lo blindan como destino ineludible. Alli siguen queriendo ir prácticamente todos, a pesar de que el costo promedio de cualquier excursión da vueltas alrededor de los cien dólares. Pero la mole blanca está amenazada. Por el turismo masivo, por las prácticas industriales, por el progreso. Una mancha de aceite o de combustible, una sombra que ondula sobre la superficie del agua, toca su perfil de hielo en retroceso y ha desatado una controversia ambiental entre vecinos, empresarios y autoridades públicas. La pregunta que cabe es: ¿Cuánto somos capaces de cuidar un activo de naturaleza y no sacrificarlo en pos de un negocio suculento? ¿Dónde reside el punto de equilibrio?
La historia comenzó el 11 de abril. Ese día guardaparques del Parque Nacional Los Glaciares recibieron la información de que existía algo extraño en el Brazo Rico del Lago Argentino. Se desplazaron a la zona. Allí se halla el muelle de la empresa Hielo y Aventura, concesionaria del servicio de minitrecking para turistas. La firma posee lanchas con las que hacen cruzar el lago a los visitantes hasta el sitio en donde se calzan los crampones y comienzan a caminar. La mancha era visible y tenía un tamaño llamativo. “Se supone que era una mancha de hidrocarburos, lo más probable, algún derrame provocado por las embarcaciones que cruzan el lago”, dice un guía turístico local. Los agentes labraron un acta y se marcharon.
Pero la controversia comenzó a tomar forma en redes sociales. Se comenzó a hablar de “la mancha de hidrocarburos” que contamina el glaciar Moreno. En efecto, la contaminación era notoria. Pero nadie se hacía cargo. Se expandió el silencio del mismo modo que la mancha, que resulta visible por Google Earth.
El sitio OPI Santa Cruz le imprimió carácter público a la situación con una primera nota periodística reveladora. Primero denunció el caso y en un segundo artículo tituló: “Derrame de hidrocarburos y aceites frente al Glaciar Perito Moreno: no hubo controles, no se activó ningún protocolo y la empresa responsable, siguió navegando”.
La cronología fue la siguiente. El 11 de abril los guardaparques detectaron la mancha oscura. Siguiendo el procedimiento normal, realizaron el acta correspondiente. El 18 de abril ingresó al sistema la información y el 22 de abril las autoridades enviaron personal a realizar las observaciones que más tarde fueron corroboradas mediante imágenes satelitales.
Luego procedieron a la clausura del Alacalufe, embarcación para 67 pasajeros, perteneciente a la empresa Hielo y Aventura y afectada a la navegación de esa parte frente al glaciar. “El día 22 de abril las alertas ya estaban en conocimiento de todas las autoridades, pero nunca se aplicó el Protocolo y las manchas comenzaron a hacerse visibles, debido al buen tiempo, viento calmo que no agitaba las aguas y el sol que reflejaba el brillo oscuro del derrame”, escribió la agencia OPI Santa Cruz. Llamativamente, a pesar de la clausura la lancha siguió funcionando.
Clarín se comunicó con Hielo y Aventura para conocer su posición, pero no obtuvo respuesta por el momento. Son los principales señalados por tratarse del operador histórico del área. Pero el escenario está cambiando en esa zona, a 80 kilómetros de El Calafate.
Allí mismo, frente al muelle, esta la legendaria hostería Los Notros, que supo ser propiedad de Cristóbal López. Después del fin de la holgura de los años kirchneristas, el complejo y cayó en una suerte de abandono y finalmente pasó a manos del grupo chileno Explora, dedicados al turismo de lujo. Desde entonces, Los Notros se prepara para un relanzamiento. Está en plena obra, hay movimiento de materiales diversos. “No solo es Hielo y Aventura -opina un guía que pide reserva de nombre porque las fuentes de trabajo allí se cuentan con los dedos de una mano-. Hielo es la gran empresa y doy fe de que son responsables con el cuidado del ambiente. Pueden haber tenido un descuido, sí. Pero debería probarse. En Los Notros también hay movimiento de materiales y un arroyo que podría arrastar cualquier tipo de derrame al agua”.
Como sea, la mancha va y viene. Y se mueve delante de turistas, en los últimos días de temporada, antes del cierre invernal de las visitas al glaciar. En el puerto el derrame aparece en forma de mancha oscura por la concentración de fluido donde la embarcación permanece atracada. Frente al glaciar forma una especie de “hilo negro” y la corriente arrastra esa línea de hidrocarburos hacia la otra margen del lago, donde surgen los hielos entre piedras, aves y plantas. Lo ocurrido está tipificado como un delito federal. Los responsables de esta omisión deberían cuanto menos ser multados y obligados a concretar una acción de remediación. Pero nada más lejos por ahora. Hasta el momento, las autoridades de un modo lavado, lanzaron un comunicado que reconoce el problema ambiental, pero que dice poco y nada sobre los responsables.