Maduro obedece a las fuerzas armadas. Tiene doce ministros militares, nueve en servicio activo y tres retirados. La mayoría de los estados del país están gobernados por militares, que también manejan las cajas del gobierno.
La riqueza ha ido a manos de la casta castrense y sus familiares. La hija de Hugo Chávez, María Gabriela, declaró, cuando murió su padre, que tenía 4.197 millones de dólares en cuentas de Andorra y Estados Unidos. Era en ese momento la persona más rica de Venezuela. Explicó que logró tal fortuna vendiendo cosméticos a domicilio. Forbes publicó recientemente que su patrimonio es de 3.500 millones de dólares. Otros partícipes de la dictadura se dan lujos semejantes. Maduro y su hijo han protagonizado escándalos por la ostentación de su riqueza y sus dispendios.
A partir de que Estados Unidos permitió la vuelta de Chevron al país, aparecieron dólares que sirvieron para que los gasten militares y empresarios “revolucionarios” en una zona exclusiva de Caracas, plagada de tiendas de lujo y restaurantes carísimos. Existen una concesionaria de Ferrari, almacenes que venden televisores que cuestan 115 mil dólares. Es un comercio de superlujo dirigido a un sector de la población, ligado al gobierno, mientras la mayoría vive en la miseria y gana en bolívares.
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Hugo Chávez. Cuando Hugo Chávez, ganó las elecciones pretendió ser líder de una revolución mundial y creyó que lo conseguiría repartiendo dinero. Durante años, los recursos de Venezuela financiaron grupos y candidatos de izquierda en varios países de la región. Como caricatura de lo que le ocurrió a la URSS, este sueño imperial liliputiense los condujo a la ruina.
Para las elecciones llegaron a Argentina maletas llenas de billetes. Personajes del deporte y otras actividades con donaciones generosas. Financiaron también a pequeños grupos revolucionarios. Un peronista antisemita de izquierda, Norberto Ceresole, fue el biógrafo y mentor ideológico de Chávez en la primera etapa. Escribió una divertida biografía del coronel, que se llama “Caudillo, ejército, pueblo: la Venezuela del comandante Chávez”.
El futuro es difícil. La dictadura no entregará el poder pacíficamente
El hijo del Camarada J. Posadas, original trotskista argentino intergaláctico, fue el asesor cósmico de Chávez que lo ayudó a explicar cómo el capitalismo destruyó la vida en Marte. La Internacional Posadista resucitó en un local del microcentro de Buenos Aires.
En 2004 Hugo Chávez y Fidel Castro fundaron la Alternativa Bolivariana para América Latina (ALBA), para enfrentar al ALCA promovido por los Estados Unidos. A los fundadores, Cuba y Venezuela, se sumaron Nicaragua, Bolivia y varios microestados, que son islas, islotes o atolones del Caribe, como Dominica, Antigua y Barbuda, San Vicente y las Granadinas, Santa Lucía, Granada, San Cristóbal y Nieves. Se integraron como observadores del ALBA Irán y Siria.
¿Qué sentido tiene mantener una asociación de países que, en algunos casos, tienen unas fuerzas armadas más pequeñas que la Policía del condado de Dade? Venezuela les entregó gasolina gratuita o subsidiada. El proyecto lo llevó a una hecatombe económica, pero pudieron armar una red de bases, parecida a las de los antiguos filibusteros, para contrabandear droga a Estados Unidos. Es un negocio gigantesco que no van a dejar solo porque pierden unas elecciones.
Nicolás Maduro. Para Cuba es vital el combustible que le regala Venezuela porque está en quiebra. Cuando murió Chávez tenía que controlar la situación, impuso como dictador a Nicolás Maduro, un católico militante, sincrético animista, que permanentemente invoca a la religión y tiene buena relación con el Papa.
Al principio, Maduro hablaba con pájaros a los que creía encarnación del líder supremo. En su primera campaña electoral recorrió el país con un ave de plástico amarrada a la cabeza. Era el celular con el que se comunicaba con el más allá. Dormía junto al ataúd de Chávez para recibir sus instrucciones. Cuando la prensa le preguntó acerca de estas costumbres, respondió que no debían meterse con sus creencias, son parte de su vida privada.
Maduro ha pronunciado centenares de frases disparatadas, fruto de su escasa preparación y de su ideología de género. Cuando inauguró el año escolar mencionó que lo hacía en las “escuelas y los escuelos”, en los que había repartido 35 millones de “libros y libras” para los educandos. En la red se pueden encontrar colecciones de sus dichos muy divertidas.
Jorge Bergoglio apoya a Maduro. Aceptó la renuncia del cardenal Baltazar Porras, crítico del gobierno militar, para designar al candidato de Maduro, el cura salesiano Raúl Biord Castillo, partidario de la dictadura. Cuando un feligrés se identificó como colaborador de Biord en la Plaza de San Pedro, Bergoglio le respondió entre risas: “Venezuela tiene un pueblo muy maduro”.
El dictador denunció que “algunas cúpulas” reaccionarias de la Iglesia conspiraban contra la canonización del beato José Gregorio Hernández, “el médico de los pobres”. Con el nuevo Cardenal, Bergoglio agilita la glorificación del santo revolucionario.
Antiguamente, los grupos de izquierda promovían la revolución para beneficiar a los más pobres. Los militares venezolanos sacaron de la pobreza solo a ciertos necesitados: sus parientes y amigos. En el estado de Barinas, en donde nació Chávez, muchos latifundios son propiedad de lo que la revista Gatopardo llama la “Familia real venezolana”. De los 28 millones de habitantes que tiene el país, un tercio tuvo que emigrar porque moría de hambre. Desde luego que no fueron los más ricos.
Cuando se instaló la dictadura, Venezuela era el exportador de petróleo más importante de la región con una capacidad de producción de 3,3 millones de barriles diarios. Chávez expulsó a los profesionales experimentados que manejaban la industria, para reemplazarlos por parientes, amigos y militantes. Venezuela descendió hasta producir 800 mil barriles. Actualmente hay más de 18 mil pozos cerrados por la incapacidad de los empleados de la dictadura para hacerlos producir.
El fraude es anterior al recuento de votos. No hay elecciones libres con la principal candidata de oposición perseguida. El gobierno manipuló la Justicia para descalificar a María Corina Machado, que era una gran alternativa para ganar las elecciones, si eran limpias. A pesar del atropello María Corina siguió luchando valientemente. Puso de candidato a un diplomático retirado, desconocido para los venezolanos de 74 años, quien hizo un buen papel, pero no era María Corina.
Reacciones internacionales. Cuando la dictadura publicó su versión de los resultados electorales, fueron cuestionados por Javier Milei de Argentina, Gabriel Boric de Chile, Rodrigo Chaves de Costa Rica, Luis Lacalle Pou de Uruguay, Daniel Noboa de Ecuador, el gobierno peruano, los gobiernos de la comunidad europea. Posteriormente Estados Unidos, Argentina, Uruguay y Ecuador, reconocieron a Edmundo González Urrutia como presidente electo de Venezuela.
La dictadura expulsó a los diplomáticos de Argentina, Chile, Costa Rica, Perú, Panamá, República Dominicana y Uruguay, países que habían denunciado el fraude. En la embajada argentina había un problema especial porque tenía como huéspedes a varios dirigentes de la oposición, y era posible que los militares invadan un territorio que estaba perdiendo su condición de argentino, para apresar a los disidentes. Lula demostró su condición de estadista cuando instaló la bandera de Brasil, en la legación argentina, para proteger los bienes y a las personas que se encontraban en su interior.
México, Colombia y Brasil, tuvieron una actitud más cauta frente a la elección, pero crece su distancia frente a un Maduro, que no cumple ni cumplirá con un requisito que han exigido sus presidentes: exhibir las actas electorales.
Rusia, Irán y China reconocieron a Maduro aunque es difícil de explicar su solidaridad ideológica. La Rusia actual no es la soviética que encabezó la revolución comunista mundial habiendo ejecutado a la familia Romanov. Es una dictadura capitalista sangrienta, que rescató las tradiciones de Iván el Terrible, asesinando a disidentes y reprimiendo todo atisbo de libertad. Como los zares, integra a la Iglesia Ortodoxa Rusa como instrumento de represión. A diferencia de los soviéticos, los rusos de Putin canonizaron a los Romanov y los veneran como santos.
Irán es un país gobernado por clérigos que financia el terrorismo de Hamas y Hezbolá y pone en peligro la paz del mundo. Es lo que más habría despreciado Marx como forma de gobierno. Es ridículo pensar que estos países apoyan la “revolución” venezolana porque buscan el triunfo del proletariado.
El futuro es difícil. Desgraciadamente la dictadura no entregará el poder pacíficamente. Volveremos sobre el tema en un nuevo artículo./Jaime Durán Barba