El avance de la inteligencia artificial es inevitable. Su presencia cada vez más notoria en la sociedad plantea muchos desafíos. Laborales y educativos. Recién comienzan a verse los primeros efectos. Por ahora, para muchos, se la considera como un mero entretenimiento para crear videos y fotos fakes hiperrealistas en las redes. Pero su alcance inmensurable obliga a iniciar una adaptación a toda escala. Por ejemplo, en todos los niveles de la educación.
Ya lo están haciendo las universidades y ahora se suman las escuelas. Cada vez más niños y adolescentes acuden al ChatGPT para hacer la tarea y hasta resolver exámenes. Ante tal costumbre creciente, algunos docentes incorporan esta herramienta en el aula como complemento educativo, con la idea de encontrarle un lugar funcional a favor del aprendizaje. Es decir, que ayude a pensar a los alumno y no que la IA piense por ellos.
El Complejo Educativo Rubén Darío de Villa Ballester es una de las instituciones que está implementando nuevas tecnologías en las clases como parte de la enseñanza. Diana Cozzani, profesora de Geografía, explica que aplica IA en el aula con sus alumnos dependiendo la actividad: «A veces lo usamos 15 minutos y a veces durante toda la hora, en grupos. Prende bastante bien porque para ellos es como un juego«.
Antes usaba más el ChatGPT, pero lo cambió por Gemini –la IA de Google– que tiene más herramientas. «Les enseñamos a preguntarle al bot sobre qué información deberían saber para profundizar sobre un tema dado. Aprenden a buscar y preguntar. Porque lo van a usar igual, entonces la idea es que sepan usarlo bien«.
Como ejemplo, Diana contó que lo usaron cuando los chicos estaban aprendiendo sobre Grecia Antigua y sus filósofos. Después de conocer la postura de cada uno de ellos, los alumnos debían preguntarle al chat inteligente cuestiones concretas como si el bot fuera uno de esos filósofos.
«Fue una de las actividades en la que más se prendieron porque les daba curiosidad y también hacían largas reflexiones. Así aprendieron un montón y se divirtieron muchísimo», asegura. La docente cree que simular una conversación con estos filósofos por medio de esta herramienta ayudó a sus alumnos a elegir mejor la información y también a incorporarla con más facilidad.
Melisa es profesora de Lengua y Literatura de la misma escuela. También utiliza el bot como complemento de su programa. Además del Chat GPT, emplea una aplicación llamada «Dream» que genera imágenes a partir de descripciones. «Los alumnos pueden así crear imágenes de los personajes que leen en los libros, a partir de textos que ellos mismos tienen que redactar», comenta.
También les permite crear figuras de sus propios relatos inventados, así como producir la tapa de sus propios libros. «De esta forma incentivamos la lectura y la escritura, que es lo más importante», agrega. Resalta que la IA viene acompañar la imaginación de los chicos, no a reemplazarla. «Si ellos tienen que inventan un relato y no les ocurre un nombre de uno de sus personajes, pueden consultar al ChatGPT, al cual deben darle las características de ese personaje«.
Matemática (materia que siempre cuesta a los alumnos) está también atravesada por la inteligencia artificial. Cynthia Gianni, profesora de esa asignatura, cuenta que la idea de incorporar el bot en esta materia apunta a corroborar resultados y ver el paso a paso si lo necesitan para que no se queden estancados en un problema. «Es como una calculadora», dice. En sus clases utiliza Geogebra. «Los chicos aprenden a darle una buena instrucción parea que la IA resuelva. Y a partir del resultado que da, deben detectar si es lógico para lo que le pidieron o no».
Symbolab es otra de las aplicaciones que más usa Cynthia con sus alumnos. En especial para cálculos combinados o sistemas de ecuaciones. «Sirve para que ellos puedan corroborar resultados», remarca. Destaca que ayuda mucho con las tareas porque «ellos mismos se autocorrigen sin estancarse».
Asegura que el Geogebra ayuda mucho para los gráficos de funciones. «Facilita mucho a graficar las funciones. Lo que es muy visual para los chicos y lo entienden muchísimo mejor», agrega.
Román Roncolato, profesor de Tecnología y Comunicación del Colegio Los Aromos San Nicolás, dice que era «cantado» incluir estas herramientas en las aulas. Los alumnos ya la usaban; en especial el ChatGPT, la IA más popular.
Ante esta realidad, el profesor decidió además incluir Gemini como parte de la enseñanza. Aclara que los usa por momentos; para evitar la idea de que esté reemplazando al docente. También mide la respuesta de los alumnos, con el objetivo de evaluar el beneficio. Como parte de la clase usan Canva, una plataforma de diseño gráfico que proporciona herramientas para crear gráficos para redes sociales, presentaciones, productos promocionales y sitios web.
En las clases de Román, los chicos deben buscar información y compararla con otras fuentes. De esta forma, sus alumnos aprenden a formular preguntas y discriminar información. También a distinguir cómo funciona cada una de las plataformas con inteligencia artificial. Se dan cuenta de que no todas responden de la misma forma y además contestan a partir del perfil del usuario, es decir de la persona que hace la pregunta. También elaboran imágenes. Esto los ayuda a desarrollar el ojo crítico, para detectar las imagen creadas por IA.
«El principal objetivo es hacerle ver a la alumno el nivel de criticidad que debe tener al usar estas herramientas, y al recibir información», analiza Román. Explica que estas herramientas agilizan el trabajo pero no profundizan. «En este punto los alumnos deben saber esto y tiene que profundizar la información que les brinda».
La inteligencia artificial se usa también en enseñanza especial. En la Escuela Especial de Hurlingham aplican bots como herramientas que ayudan a los chicos con problemas de aprendizaje a mejorar su rendimiento. «Tenemos estudiantes que no tienen lectoescritura. Entonces, incorporar esta herramienta les permite crear imágenes originales a partir de relatos. Eso los estimula un montón ya que deben expresarse con claridad», asegura Camila, maestra de la institución.
Lorena Pesares, profesora de Computación, asegura que las experiencias son positivas, en especial con los alumnos más grandes. «Se dan cuenta del poder de estas herramientas. Que no sólo es copiar y pegar. Que pueden desarrollar sus propias ideas a partir de consignas que nosotros les damos».
Si bien las experiencias parecen positivas en general, hay quienes alertan sobre los desafíos irresueltos que presenta la incorporación de la IA en las aulas. Flavio Peyrot, licenciado en Sistemas y profesor en el Instituto Santa Ana, comenta que aún es complicado el buen uso de los bots en la enseñanza sin que sea contraproducente: «Hay que tener mucho cuidado. Porque tiene que ser una herramienta para desarrollar actividades. No debe ser jamás un reemplazo«.
Cuenta que en sus clases de informática de cuarto y quinto año usa la IA únicamente para investigación. «Los alumnos deben entender los conceptos primero para aprender a programar, luego pueden pedir ayuda a la inteligencia artificial». También usa estas herramientas en diseño gráfico y de página web. «Los bots son herramientas cuya función es acelerar el proceso de trabajo, no para que reemplacen el conocimiento que los chicos tienen que adquirir dentro de una especialidad».