Todo parecía un procedimiento normal, de esos que se hacen casi a diario. Se trataba de un allanamiento motivado por el robo de una moto, pero grande fue la sorpresa del personal policial cuando se encontraron con un hallazgo alarmante: nueve ampollas de nalbufina, un opioide sintético de la familia del fentanilo y sumamente adictivo.
El descubrimiento puso en alerta no solo a las autoridades locales sino también a las nacionales sobre la posible comercialización de sustancias altamente peligrosas en la provincia.
La inyección de nalbufina se usa para aliviar el dolor intenso en personas que previsiblemente necesitarán un analgésico opioide y que no pueden ser tratadas con otros analgésicos. También se usa con otros medicamentos y agentes anestésicos antes, durante y después de la cirugía y otros procedimientos médicos.
Según el ministro de Seguridad, Eugenio Agüero Gamboa, la investigación buscará determinar el origen de las ampollas, que cuentan con números de lote y están autorizadas por la ANMAT, lo que sugiere que fueron producidas legalmente en el país.
La nalbufina pertenece a una categoría de sustancias que mezcladas con otras drogas como la heroína pueden convertirse en productos altamente adictivos y dañinos, como el fentanilo que causó estragos en Estados Unidos.
En el procedimiento no se detectó fentanilo puro. Tampoco se reportaron en Tucumán intoxicaciones con esa sustancia, pero abre un interrogante y obliga a seguir investigando.
Mediante la trazabilidad se podrá determinar fehacientemente el origen y destino de las ampollas. Al encontrarse un sello médico se especula con que puede tratarse de una posible usurpación de identidad profesional lo que les permitió hacerse de esos medicamentos.
Por su lado el Ministerio de Salud de Tucumán inició un inventario para verificar si las ampollas provienen de sus propios lotes.
Agüero Gamboa prometió hacer todos los esfuerzos necesarios para descubrir todo lo que involucra este caso y reforzar la prevención para frenar consecuencias mayores.
