Donald Trump había arrancado hacía pocos minutos su discurso de cierre en la conferencia CPAC cuando señaló al Presidente Javier Milei en primera fila. Le dijo que era un “tipo MAGA”, que seguía escuchando sobre él y sobre la Argentina. “Escucho que te está yendo fantástico”, le dijo. “Estamos muy orgullosos de vos, realmente”, cerró. Feliz, Milei se puso de pie, le agradeció con las dos manos, se golpeó el corazón y le ofreció una ancha sonrisa con sus pulgares en alto.
Ese fue el primer cara a cara en público de Trump y Milei después de tres días en Washington. Milei llegó en el peor momento de su presidencia, encerrado en el escándalo del criptogate, una daga a su credibilidad que dejó a su gobierno bajo la lupa, ante la amenaza latente de una investigación del Departamento de Justicia y de un juicio de cientos de inversores defraudados. Luego de reuniones en el Fondo Monetario Internacional (FMI), el BID, el Banco Mundial y un encuentro con Elon Musk que no dejó ningún anuncio, el Gobierno apostó a tener una foto con Trump que pudiera mostrar como un gesto de respaldo.
Sin una reunión bilateral en la Casa Blanca en la agenda, con una foto en el Salón Oval incluida, las miradas estaban puestas en un encuentro, más distendido, informal, en CPAC, la conferencia devenida en el hogar de la derecha global, y este año, más que en los anteriores, en un verdadero Trumpfest envuelto en un clima de jolgoria por el retorno de Trump al poder.
Tras el discurso del mandatario nortemaericano, el portavoz Manuel Adorni informó que Trump y Milei se compartieron un encuentro en el marco de la cumbre conservadora.
En esa agenda, que la Casa Blanca suele difundir a diario con las actividades oficiales del presidente, figuraba solo un encuentro, previo al discurso, con el presidente de Polonia, Andrzej Duda, quien voló este mismo sábado desde Varsovia a Washington para ver a Trump en la conferencia. Duda había hablado el día anterior con el presidente Volodimir Zelensky, cuya relación con Trump se deterioró dramáticamente en los últimos días, al punto que el norteamericano lo llamó, por primera vez, “dictador”. Trump llegó tarde a esa cita, que quedó cerrada a la prensa, y fue más corta de lo previsto.
Trump dijo después de ese encuentro en su mensaje que estaba trabajando con Putin y Zelensky para “llegar a un acuerdo” que pusiera punto final a la guerra en Ucrania.
Puntualmente, Trump subió al escenario de la conferencia unos minutos después de la hora pautada, las 2.30 de la tarde, hora local, las 4.30 en la Argentina. Su mensaje se estiró por más de una hora, un clásico discurso trumpista con amplios elogios a su gestión, su último triunfo electoral, los primeros hitos de su nueva administración, y ataques ácidos a los demócratas, incluido el expresidente, Joe Biden –de quien repitió que habia sido el peor mandatario de la historia–, su hijo, Hunter Biden, su rival en las elecciones presidenciales, la exvicepresidenta, Kamala Harris, la senadora Elizabeth Warren o el exsecretario de Transporte, Pete Buttiggieg. El público, trumpista de pura cepa, celebró cada una de sus líneas con aplausos y risas.