Por debajo de los radares públicos, al menos cuatro hombres llegaron a la Argentina durante la segunda quincena de marzo. Dijeron venir en nombre del “empresario” estadounidense Hayden Mark Davis. Se reunieron con varios argentinos, hicieron preguntas, cotejaron respuestas, tomaron notas y se marcharon como vinieron: en silencio, según reconstruyó LA NACION en base a los testimonios de tres fuentes, dos argentinas y una estadounidense consultadas por separado. ¿Su misión? Solucionar el caso $LIBRA, afirmaron.
Los emisarios del CEO de Kelsier Ventures hablaban inglés nativo y al menos dos de ellos español con fuerte acento estadounidense, aunque uno sería portorriqueño. Se movieron por Buenos Aires con discreción –y sin custodia visible- hasta que se marcharon alrededor del fin de semana largo del 24 de marzo pasado, tras completar su ronda de encuentros con algunas de las personas que habían interactuado con Davis en el país durante el último año.
El cuestionario de los visitantes resultó llamativo. ¿Por qué? Porque preguntaron a sus interlocutores por qué conocían a Davis, quien meses después lanzaría el criptoactivo $LIBRA, se quedaría con US$100 millones, difundiría un video breve y concedería dos entrevistas controversiales, antes de cerrar sus teléfonos. Hoy se encontraría en Los Ángeles, California, según sus allegados.
Los emisarios ahondaron, también, sobre cada actividad de Davis en la Argentina. Es decir, qué hizo, qué lugares visitó y con quiénes se reunió, ya fueran funcionarios del gobierno de Javier Milei o del sector privado. Es decir, como si cotejaran la versión del propio Davis. O las denuncias presentadas por separado en Estados Unidos por los letrados argentinos Mariano Moyano y Gregorio Dalbón. Más relevante, preguntaron una y otra vez si el joven había firmado documentación durante sus varios viajes a la Argentina y, en ese caso, quiénes tenían o podían tener originales o copias de esos papeles.
El cuestionario de los visitantes incluyó también una o más preguntas sobre un tópico que pareció obsesionarlos. Preguntaron a sus interlocutores si agentes de la Oficina Federal de Investigaciones (FBI, por sus siglas en inglés) los habían contactado para preguntarles sobre Davis y o sobre el recorrido que llevó al lanzamiento y colapso de $LIBRA, el 14 de febrero.
Consultados por LA NACION, cabe aclarar, los abogados de Davis en Estados Unidos y la Argentina, Brian Klein y Marcos Salt, replicaron no tener conocimiento sobre viaje alguno a Buenos Aires de supuestos emisarios de su cliente. Dijeron estar “sorprendidos” por la presencia en Buenos Aires de la misteriosa comitiva.
Salas discretas en Retiro
Al menos dos encuentros de los visitantes, en tanto, se desarrollaron en el Sheraton de Retiro, frente a la Torre de los Ingleses, en la ciudad de Buenos Aires, según reconstruyó LA NACION. Reservaron salas de reuniones en la planta baja del hotel, para evitar miradas indiscretas y encuentros fortuitos que pudieran exponerlos.
Las preguntas, sin embargo, no sólo se centraron en el “empresario” de 28 años que afronta una denuncia en los tribunales federales de Comodoro Py y una demanda colectiva (“class action”, en inglés) en una corte estadual de Nueva York, en tanto que el Departamento de Justicia estadounidense recibió al menos un “reporte de operaciones criminales” y, como reveló LA NACION semanas atrás, había dado algunos pasos preliminares.
Los visitantes también ahondaron en la gira de Glenn Brooks Heard, quien se presentó como tío de Davis. Juntos viajaron a la Argentina el 13 de noviembre pasado. Con la asistencia de dos argentinos, los hermanos Leandro y Marcelo Aranda, Heard y Davis mantuvieron reuniones con empresarios, abogados y lobistas en Buenos Aires y en las provincias de Neuquén, Tierra del Fuego y Salta. Luego, volaron a Asunción del Paraguay, antes de retornar a Buenos Aires. Y el 21 ingresaron a la Casa Rosada, junto a otro actor del caso $LIBRA, Mauricio Novelli. Entraron con autorización de la secretaria general de la Presidencia, Karina Milei.
La presencia del “tío” de Davis en Buenos Aires no pasó desapercibida por aquellos días. El portal Letra P detalló entonces que Heard se había reunido con “empresarios argentinos de primera línea” y que, “en una charla muy amena, les dijo que los extranjeros estarían dispuestos a invertir en Argentina cuando vean que, primero, lo hacen los locales”.
Sin nombres, ni huellas
De elegante sport, los visitantes llamaron la atención por otros motivos. Entre ellos, porque jamás entregaron a sus interlocutores tarjetas de presentación donde constaran sus nombres, teléfonos o correos electrónicos de contacto, ni la empresa privada o agencia pública para que la trabajaban. Tampoco lo necesitaban. Como abrepuertas, Davis resultó más que suficiente.
Durante los encuentros, sin embargo, los cuestionarios excedieron lo cortés. En un tono que por momentos resultó casi un interrogatorio, además de preguntar cuántas veces se reunieron con Davis y cuándo fue la última vez que se comunicaron con él, por teléfono por email o cualquier otra vía, también indagaron cuál la opinión de sus interlocutores sobre los gobiernos de Javier Milei y de Donald Trump.
LA NACION no logró verificar, sin embargo, si los emisarios se reunieron con funcionarios de la Casa Rosada, o si buscaron contactar a otros protagonistas del caso $LIBRA. Entre ellos, Novelli y su socio en Tech Forum, Manuel Terrones Godoy, el colaborador de ambos, Ariel Parkinson, o el entonces asesor de la Comisión Nacional de Valores (CNV), Sergio Morales.
En ese sentido, LA NACION consultó a un vocero de Novelli y Terrones Godoy. Al igual que los letrados de Davis, negaron todo conocimiento sobre los visitantes.
A sus allegados, mientras tanto, Davis les repite como un mantra que él no hizo “nada malo” en el proyecto $LIBRA, según reconstruyó LA NACION. Sostiene que actuó de buena fe, y que el lanzamiento de la memecoin salió mal “por culpa de [sus] socios argentinos”. Es decir, de Novelli y de Terranos Godoy, y que retiró US$ 100 millones sólo para que no los manotearan “otros”, a los no identificó, en perjuicio de los inversores de buena fe.
Entre sus allegados, además, Davis plantea que confía en que “todo se solucionará” en los tribunales, y que entonces volverá a la Argentina, donde reafirma que montará unas oficinas de su empresa Kelsier Ventures. Antes de que colapsara $LIBRA, se había ilusionado con un edificio del barrio porteño de Belgrano.