La actividad económica logró cumplir en febrero diez meses de recuperación sin mayores tropiezos, aunque ya desde marzo, por la incertidumbre cambiaria, fenómeno que todavía no se terminó de despejar, mientras el dólar busca su precio de equilibrio, la expectativa arroja ciertos signos de pregunta. Eso sí: por el arrastre estadístico del 3,6% que dejó el 2024, incluso si la economía terminara estancada, el PBI anotaría una suba de ese exacto nivel.
El Indec publicó el informe del Estimador Mensual de Actividad Económica (Emae) correspondiente a febrero. El dato mostró cómo llegaba el PBI a la crisis cambiaria que, por una pérdida fuerte de reservas en el inicio del 2025, terminó en la necesidad imperiosa del Gobierno de cerrar un acuerdo con el FMI, que obligó por otro lado, debido a los condicionamientos del Fondo, a apurar la salida parcial del cepo cambiario.
En febrero la actividad económica anotó un buen rebote del 0,8%, que incluso significó una aceleración respecto al 0,6% que se había observado durante enero. Se trato de un inicio del año auspicioso para la economía local, más allá de que por el lado de los fundamentals del sector externo hacían sonar ciertas alarmas, con el tipo de cambio real en niveles idénticos a los que había recibido el Gobierno al asumir y déficits de cuenta corriente cambiaria sostenidos desde junio del 2024.

Para comprender la magnitud del buen rebote que mostró hasta acá la economía, luego del fuerte tropiezo de la primera parte del año pasado, tras la devaluación del 54% que sufrió el peso en los primeros días de la gestión del presidente Javier Milei, vale destacar que se trató de una recuperación en V y que marzo inició con el PBI en niveles 4,6% por arriba de aquel noviembre del 2023, justo antes de que Milei asuma y devalúe.
Hacia adelante la cuestión no es tan clara. Ya para marzo las proyecciones indican un posible bajón, justamente por el tropiezo cambiario que obligó a ir al FMI. Desde el Grupo SBS adelantaron: “Mirando a marzo, los indicadores que monitoreamos presentan señales mixtas, aunque con sesgo bajista. Nuestras series desestacionalizadas apuntaron para marzo a caídas en la recaudación del IVA y de Débitos & Créditos, en la demanda de electricidad, ventas minoristas, producción automotriz, despachos de cemento y producción de acero. Además, el índice Líder UTDT también mostró una contracción a la vez que las importaciones devengadas también cayeron. Por el lado positivo, subieron el Índice Construya y las ventas de autos, siempre según nuestras series desestacionalizadas”.
Y agregaron: “Mirando a 2025, reforzamos una vez más nuestro view de que, durante 2025, la dinámica de la actividad dependerá de muchos factores, que podrán sesgarla hacia el lado positivo o negativo respecto de nuestro escenario base”. Por el lado de las alarmas destacaron la necesidad de lograr anclar al fin el precio del dólar, la apreciación cambiaria, la chance de que haya una suba más significativa de la tasa, los riesgos que genera el déficit de cuenta corriente cambiaria, la posibilidad de un shock externo en un mundo algo ajetreado y la incertidumbre generalizada.