En un experimento sin retorno que podría marcar un antes y un después en la forma en que el mundo mide el paso del tiempo, despegó el lunes desde el Centro Espacial Kennedy de la NASA, en Florida, un cohete SpaceX Falcon 9 con una carga singular: los relojes más precisos jamás construidos. Se trata de PHARAO y SHM, los dos relojes atómicos del proyecto europeo ACES (Atomic Clock Ensemble in Space), que ya se encuentran rumbo a la Estación Espacial Internacional (EEI), donde protagonizarán un experimento que busca redefinir la medición del tiempo y poner a prueba una de las teorías fundamentales de la física moderna.
“Estamos colocando el instrumento de medición del tiempo más preciso jamás enviado a la órbita”, afirmó Daniel Neuenschwander, Director de Exploración Humana y Robótica de la Agencia Espacial Europea (ESA), y definió la misión como “un hito importante para la ciencia europea y la cooperación internacional en el espacio”.
PHARAO y SHM fueron desarrollados por la agencia espacial francesa CNES y la empresa suiza Safran Timing Technologies. Sus mecanismos internos permiten una exactitud tal que perderían apenas un segundo cada 300 millones de años, según la ESA. El sistema de transferencia de tiempo fue construido por la empresa alemana TimeTech y se basa en enlaces de microondas y láser para sincronizar la hora entre el espacio y la Tierra.
La instalación está prevista para el viernes 25 de abril, cuando el brazo robótico de la estación colocará el conjunto en el módulo Columbus de la ESA, con vista directa a nuestro planeta. Durante los próximos 30 meses, ACES realizará al menos diez sesiones de medición, cada una con una duración de 25 días.
Desde esa posición privilegiada, ACES estudiará uno de los fenómenos centrales de la teoría general de la relatividad: el corrimiento al rojo gravitacional. Según explicó la NASA, este efecto, predicho por Einstein en 1915, describe cómo la luz se desplaza hacia el rojo en presencia de campos gravitatorios. A mayor gravedad, mayor es la distorsión en la frecuencia de la luz. Esto incide en la precisión de los sistemas de posicionamiento global, como el GPS.
Además de poner a prueba esta teoría, los relojes servirán para explorar la relación entre espacio y tiempo, así como para buscar rastros de materia oscura desde la órbita terrestre. Según la ESA, el objetivo es crear un “internet de relojes” que compare señales temporales en todo el mundo con una precisión sin precedentes, y que permitirá estudiar variaciones en el campo gravitacional terrestre.
El desarrollo de ACES estuvo a cargo de Airbus como contratista principal, mientras que el control de la misión se realiza desde el centro CADMOS en Francia y el Columbus Control Centre en Alemania.
Sin embargo, el destino de estos relojes está sellado. Como la EEI será desorbitada hacia fines de la década, los instrumentos —junto con el resto de la estación— se desintegrarán al reingresar a la atmósfera terrestre. Una cuenta regresiva que contrasta con la obsesión por la precisión del tiempo que los llevó al espacio.
“Con esta misión se abren nuevas fronteras en la física fundamental, la transferencia de tiempo y la sincronización global”, expresó Neuenschwander.