Cada uno arma por su lado, pero con la convicción de que pueden confluir. Hablan entre ellos, intentan encontrar puntos en común, miran a los costados, advierten el volumen que va tomando La Libertad Avanza (LLA) y las diferencias del kirchnerismo que, según cree la mayoría, terminará unido.
En el peronismo disidente, el que no tiene la marca K, trabajan a contrarreloj para armar una propuesta que pueda debutar en las elecciones de este año. Principalmente en la provincia de Buenos Aires, pero también en otro puñado de provincias del país.
En ese espacio virtual hay dos sectores bien definidos. De un lado está el cordobés Juan Schiaretti, su partido “Hacemos”, la sociedad con Florencio Randazzo y un conjunto de dirigentes que funcionan de armadores satélites en algunas provincias como Río Negro, Chaco, Tierra del Fuego, Entre Ríos y Santa Fe, donde el ex mandatario cordobés mantiene una relación muy estrecha con el gobernador, Maximiliano Pullaro.
Del otro lado está un grupo de intendentes y ex intendentes del peronismo bonaerense, que están afuera de la pelea entre el cristinismo y el kicillofismo, y que trabajan en la generación de acuerdos territoriales y políticos con la Coalición Cívica, dirigentes locales del peronismo del interior, un sector de la UCR y el ala blanda del PRO, que evalúa escenarios frente a una posible ruptura del espacio que lidera Mauricio Macri.Florencio Randazzo y Juan Schiaretti encabezaron el movimiento
En esa lista están los jefes comunales Julio Zamora (Tigre), Fernando Gray (Esteban Echeverría) y Guillermo Britos (Chivilcoy). Aportando a esa causa también se encuentran los ex intendentes “Juanchi” Zabaleta (Hurlingham) y Joaquín De la Torre (San Miguel). Todos distanciados de la estructura mayoritaria del peronismo, aglutinada bajo el techo de Unión por la Patria (UP). Todos enfrentados al núcleo duro K, especialmente a La Cámpora y Máximo Kirchner.
Dentro de ese armado está también el titular del Movimiento de Unidad Popular (MUP), Federico Martelli, y la Red Federal Peronista, el espacio que concentra a muchos dirigentes del interior del país que son parte del peronismo no K. Entre ellos se destacan nombres como Fernando Gril o Federico Salcedo, involucrados en las reuniones más chicas de la rosca política.
Zamora y Martelli son una suerte de puente entre los dos espacios, más allá de las relaciones personales que cada uno tenga en ese mundo. Cumplen un rol de armadores en la provincia de Buenos Aires. ¿Qué arman? Una fuerza política nueva en la que el schiarettismo y el peronismo bonaerense anti K puedan confluir.
Los intendentes no están bajo el paraguas de Hacemos. Tienen peso propio y lo quieren conservar. Por eso la construcción que se está ideando se trata de una confluencia, y no de la edificación de un proyecto puramente nacional encabezado por el ex gobernador de Córdoba. Cada cual une fuerzas por su lado, arma su agenda política y económica, y ramifica sus intenciones hasta donde puede. Son, en definitiva, pequeñas tribus políticas encontrando un rumbo.
En el último tiempo hubo algunas reuniones que tuvieron un hilo conductor. El martes 6 de mayo Schiaretti encabezó un encuentro en el Hotel Grand Brizo, ubicado en el barrio porteño de Recoleta. De esa convocatoria participaron su esposa, la senadora Alejandra Vigo; el ex ministro del Interior Florencio Randazzo; los cordobeses Carlos Massei y Carlos Gutiérrez; el titular del Movimiento Andresito,Norberto López; Pascual Albanese, que es parte del grupo Marechal; Daniel Cárdenas, delMUP, y los dirigentes porteños Fernando Gril y Federico Salsedo.
Allí se coordinó salir a buscar a actores del peronismo disidente, del radicalismo “sin peluca” y de un sector del PRO, con el objetivo de integrarlos a un armado nuevo y darle vida a una expresión en la provincia de Buenos Aires, que podría terminar siendo el sostén de un armado nacional. Hoy con dos límites definidos por las circunstancias y el mapa político: el kirchnerismo y los libertarios.
La crisis estructural de la UCR y el PRO dan lugar a reorganización de la oposición. La fagmentación del escenario político y electoral generó grietas que servirán, más temprano que tarde, para que muchos dirigentes encuentren otro rumbo.
En los primeros días de junio Schiaretti participaría de una actividad en la Universidad de Morón. Unos días después, pero en La Plata, ya dio su palabra que estará en una actividad organizada por Martelli. Es una jornada con sectores de la producción y el trabajo. En ambos casos se trata de un nuevo desembarco del cordobés en el territorio bonaerense.
Mientras tanto, el “Gringo” mantiene la indefinición sobre cuál será su rol en esta elección. Siguen siendo altas las posibilidades de que encabece la lista de diputados nacionales por Córdoba, que es la gran apuesta del gobernador cordobés, Martín Llaryora, necesitado de consolidar el peronismo local en la elección de medio término.
Los dos sectores del peronismo disidente tienen como objetivo tratar de convencer y absorber a los heridos que quedaron en el camino después de la explosión de Juntos por el Cambio. Intentarán reformular una expresión de centro, en el que “el campo no sea un enemigo” y “el sector privado no sea un problema para la Argentina”. Entienden que hay espacio para construir y trabajar sobre una identidad que revindique “un capitalismo moderno” y “un Estado que brinde servicios de calidad”.
Los intendentes peronistas que tejen las nuevas alianzas no encuentran su lugar en el kirchnerismo. Son refractarios a la forma de hacer política de La Cámpora y no se sienten dentro del proyecto de Kicillof. “Hay un espacio vacante entre el kirchnerismo y los libertarios. Por ese camino vamos a construir”, sostuvo uno de los jefes comunales. Sin lugar en los lugares grandes, se mueven cada semana para edificar una propuesta que esté en pie frente a la profundización de la crisis de las alianzas actuales.
Esta semana Britos se reunió en Chivilcoy con los intendentes radicales Franco Flexas (Los Toldos), Nahuel Mittelbach (Ameghino) y Salvador Serenal (Lincoln), que responden a la línea interna de la UCR que conduce el diputado Facundo Manes. El neurólogo es un opositor duro al gobierno de Milei y mantiene el diálogo abierto con los dos sectores del peronismo disidente.
Diez días atrás, Zabaleta, Gray, Britos, De la Torre y Zamora participaron de una reunión que también se hizo en Chivilcoy. Fue una señal de avance en el armado territorial. Un paso más para lograr un esquema político que se abra camino entre el kirchnerismo y los libertarios. Entre Cristina Kirchner y Javier Milei. La mayoría piensa que Kicillof terminara cerrando la unidad con la ex presidenta y que ese bloque tendrá su marca. En el caso de que haya una fractura, la posibilidad de negociar un acuerdo estará volcada, indefectiblemente, hacia el sector que lidera el gobernador bonaerense.
La intención de fondo es constituir una opción que pueda ser el punto de partida para un armado opositor más grande. Nadie sabe qué sucedera en el futuro. Si las diferentes vertientes opositoras confluirán en un armado anti Milei o si serán expresiones más chicas en búsqueda de una consolidación más lenta.
Para cuando llegue el momento de las definiciones, los que hoy arman en el territorio esperan tener el volumen necesario para tener peso en una posible negociación. El peronismo disidente está en movimiento, concentrado en darle forma a una propuesta.