Reapareció Juan Manzur, y eligió en esta oportunidad hacerlo con una visita a la intendenta de la Capital Rosana Chahla, una reconocida manzurista.

Pero el ex gobernador dejó en su fugaz paso por la provincia, que lo vio nacer pero no crecer políticamente, un mensaje contradictorio. Visitó a una política de su sector interno pero elogió la capacidad y la trayectoria de Jaldo. «Obviamente con el Gobierno nacional, todos lo hemos hecho, hay que tener diálogo, hay que intercambiar posiciones. Jaldo va a hacer lo mejor para Tucumán» manifestó escuetamente.
Algunos interpretaron como una visita para dejar en claro que no apoya la aventura de enfrentar a Jaldo desde el mismo peronismo. El tiempo dirá si esa conclusión es valedera o una muestra más del cinismo político del «terrible» Juan.
Jaldo tiene razones para desconfiar siempre de Manzur. No confiable quien cultiva un eterno enigma. Un simulador profesional que usa las artes oscuras a la hora de hacer política.
En su anterior incursión visitó a la intendenta de Tafí Viejo Alejandra Rodríguez, esposa del legislador Javier Noguera, autoproclamado candidato a diputado nacional. Un político disidente a Jaldo.
Manzur es el presidente del Partido Justicialista en Tucumán y el gobernador es el vicepresidente. Corresponde que aclare en que parte de la foto está. En el peronismo hay dos posiciones sobre Milei, están los que dialogan y los que lo enfrentan como un opositor al que hay que vencer en las urnas. Manzur en qué parte de la foto se para. Nunca deja en claro su pensamiento. Es su estrategia mostrarse como una incógnita. Representa lo más despreciable de la política, la falta de claridad y definición.
Habrá que esperar sus próximas jugadas políticas para tratar de descifrar su conducta indescifrable, algo que sabe hacer muy bien. Tal vez lo único.